POR PEPE MONTESERÍN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
Uno de los puntos negros de mi vida es el túnel de la Bolgachina; un cartero inveterado, recaudador de la DGT, me lo recuerda periódicamente cuando atravieso el túnel a más de 90 km/h., pensando en mis cosas, en dirección oeste y persigo al Sol para alargar el día. Sin embargo, en el sentido contrario, unos trescientos metros antes del túnel dichoso, hay un problema más grave que el radar; en ese tramo de la A-66, en tiempo de lluvia se forma un gran charco, y un vehículo que lo aborde a cien kilómetros por hora corre el riesgo de acuaplaning y de perder el control. El martes pasé por ahí, llovía, iba pensando en mis cosas y me llevé un buen susto con el estanque de marras; una hora después, hacia las seis de la tarde, de regreso, pasado el fielato de la DGT y el susceptible fotomatón, vi un coche accidentado donde el charco y un grandísimo atasco. Por consiguiente, en un carril susto, en el otro muerte.
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