POR PEPE MONTESERÍN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
Los campos base del Everest recuerdan al camping de Bañugues, y las procesiones a la cumbre el desfile de almas en pena por la fraga de Cecebre, sin un Fernández Flórez que describa la agonía del Himalaya; si Hillary conquistó el Everest, el turismo lo invadió. La inundada Venecia es un pueblo disecado (ese camino llevan Llanes o Cudillero), con menos espíritu que la Gorda de la Escandalera y su gordito; los empresarios viven en sus paraísos y los gondoleros son importados, como en Asturias los escanciadores. Hace días, en el Hermitage, San Petersburgo, para ver “La Sagrada Familia”, de Rafael, necesité levantar mi móvil entre la marabunta y contemplar luego en el teléfono a San José imberbe, no porque a los turistas les interesara esa obra sino porque pasaban por allí hacia ninguna parte. Hoy cualquiera es turista, sin ascesis, sin pasar por Salamanca; patean el Everest pero ignoran quién era Tenzing.
Fuente: http://www.lne.es/