POR JOAQUÍN CARRILLO ESPINOSA, CRONISTA OFICIAL DE ULEA (MURCIA)
En el pasado mes de julio del año 2021, se cumplió un siglo de la guerra y desastre de Annual
Las tropas del anticolonialista rifeño Ad el Krim, sorprendieron a las tropas españolas en el norte de África y mataron a unos 11,000 soldados españoles y, más de otros 1.000, fueron apresados; entre estos últimos se encontraba el soldado uleano Genaro Cascáles «El Pitillo».
Tal fue el desastre que, debido a la escasa y tardía comunicación la familia del soldado de reemplazo, le dio por fallecido. El Pitillo fue enviado a defender las colonias españolas, en el norte de África.
Al conocerse la debacle de las tropas, en las que militaba este soldado uleano Genaro Cascáles, y no tener noticias de cual había sido su suerte, le dieron por fallecido por las huestes norteafricanas del cabecilla de la revolución, el rifeño Ad el Krim, en cuya emboscada, en los montes del Rif, hicieron una verdadera escabechina.
Todo el pueblo de Ulea, se apenó al enterarse de la desaparición de Genaro Cascales «El Pitillo» o, al menos la falta de noticias sobre su existencia.
Pasados tres años de carecer de noticias, en el pueblo, le dieron definitivamente por muerto y Lola Torrecillas, su novia hija del tío Conciencia) le guardó riguroso luto y el cura párroco Juan de Dios Zagalé Fernández, ofició una misa de difunto, por el alma del «Pitillo».
A dicha misa de difunto acudió todo el vecindario, en masa, dando el pésame a los padres del soldado desaparecido Genaro Cascales y, sobre todos, a Lola Torrecillas, su viuda quien prometió guardarle luto perpetuo, mientras viviera.
Habían pasado los tres años jurídicamente reglamentarios, para dar por fallecido, oficialmente, al soldado Genaro Cascales. Nada se sabía de él y, de pronto, se comienza a rumorear que «El Pitillo de Ulea» no había muerto en aquella emboscada y seguía apresado en una cárcel del norte de África.
Personas influyentes del pueblo, tanto a nivel militar como eclesiástico, la familia Tomás Abenza (Los Cholé), desplegaron todos sus tentáculos para dar con su paradero y, si fuera posible, conseguir su liberación.
Conseguida la puesta en libertad del «Pitillo», tras más de tres años y medio sin saber su paradero, el militar de alta graduación Tomás Abenza, ubicado al frente de un batallón del Ejército, en Murcia, consiguieron la liberación de Genaro Cascales y el regreso a su pueblo, en donde había nacido y tenía su familia.
Al llegar a los árboles Grandes, bajo la contra aceña, fue recibido por todo el pueblo. Su llegada supuso una fiesta apoteósica, ya que, desde «Los Árboles Grandes» hasta el Ayuntamiento y la iglesia parroquial, el pasacalle fue todo un acontecimiento apoteósico, amenizado por la Banda de Música de Ulea, dirigida por el Maestro Musical José Antonio Turpín Fernández. Todo ello unido a los gritos de júbilo y los sones de todas las campanas del campanario.
Los ¡¡Vivas!! de los congregados, que abrazaban a sus padres y a su novia, Lola, que desde que le dieron por muerto le guardaba riguroso luto, desde hacía más de un año.
Juan de Dios Zagalé, le dirigió un conmovedor panegírico desde el altar mayor y, al regresar a la plaza, el Alcalde José Ríos Torrecillas, le invitó a que le acompañara al balcón principal del Ayuntamiento, para dirigirse a la muchedumbre congregada en la Plaza Mayor en señal de agradecimiento, y para recoger el eco atronador de sus «vivas ensordecedores».
Tras las palabras del Pitillo, el Alcalde, José Ríos Torrecillas, agradeció a los vecinos allí congregados, el fervor de sus aplausos y propuso hacer una cuestación, para que, con los fondos recaudados, el Pitillo y su novia, Lola, rehicieran su vida.
Con el dinero recaudado se compraron «dos tahúllas de tierra y una casica», en el paraje de «La Capellanía»; junto a la aceña.
Lola Torrecillas, que le había guardado riguroso luto, se casó con su novio de toda la vida; «El Pitillo». Fuente. J.C.E.