POR ANTONIO LUIS GALIANO, CRONISTA OFICIAL DE LA CIUDAD DE ORIHUELA (ALICANTE)
Muchas veces la Historia es ingrata con los hombres, hasta el punto de dejarlos en el más eterno olvido. Son personas que durante su vida pusieron toda su capacidad, incluso artística, en el trabajo que, a veces, había heredado su profesión de su progenitor, y cuya remuneración le aliviaba en el sustento familiar.
En este caso nos vamos a referir a un cantero, nombre éste que no tiene nada con otros que lo llevan como apellido, como es el caso del fotógrafo Leonardo Cantero, o el ingeniero Federico Cantero Villamil, o el cantante de la copla José Luis Cantero, más conocido como «El Fary», aquel que llenaba las ondas radiofónicas con «El torito guapo».
Pero, al hablar del cantero como oficio y de la cantería como técnica e incluso arte de las piedras que eran destinadas a la construcción, debemos recordar a la familia de los Sánchez, de la que Cristóbal dejó su impronta en el siglo XVIII en algunos edificios históricos, como la catedral y las iglesias de Santiago y de las Santas Justa y Rufina. Éste, tal vez fuera el padre de otro cantero del mismo nombre del que vamos a tratar que vivió en el siguiente siglo.
Así, de Cristóbal Sánchez y Sánchez sabemos que falleció en nuestra ciudad el 31 de mayo de 1882. Gracias a la nota necrológica publicada tres días después en «La Voz de Orihuela», alcanzamos a tener noticia de algunos de sus obras dentro y fuera de su tierra natal.
Sabemos que a los trece años quedó huérfano de padre, y apenas siendo un adolescente realizó los trabajos de cantería del monasterio e iglesia de la Visitación que se construía bajo la dirección de fray Antonio de Benimasot (en el siglo Francisco Canet).
En 1842, fue públicamente felicitado por el ingeniero provincial Elías Aquino por el trabajo en piedra realizado para la construcción de los puentes sobre el río Segura. Entre sus obras destaca el arco que soporta el coro del Santuario de Nuestra Señora de Monserrate que fue diseñado y construido por él mismo.
Pero, su pericia rebasó las fronteras de la ciudad y se dio a conocer en Alicante ejecutando los pedestales que sustentan los leones del jardín de Buenavista, propiedad del conde de Pinohermoso.
Obra ésta fue ensalzada por Isabel II en una de sus visitas. Asimismo, probablemente uno de los trabajos que más éxito le facilitó, fue el pavimento del Salón de Sesiones del Congreso de los Diputados. Para ello, preparaba las piezas en su taller oriolano y desde allí las enviaba a la Corte para su ensamblaje.
Otra de las tareas también realizadas por nuestro personaje, y que lo dio a conocer fuera de Orihuela, son las soberbias y esbeltas columnas del pórtico del Ayuntamiento de Murcia, cuya piedra fue extraída en la cantera por él, y después cinceladas en la capital del Segura.
También era reconocido por los trabajos funerarios, en lo que años después al hacerse referencia a Adolfo Pérez León como lapidario, se decía en 1936: «creador del arte vivo por la muerte». De Cristóbal Sánchez tenemos noticia de la construcción del panteón de la familia Vera en el cementerio de Cartagena.
Aunque la nota necrológica reconocía que el maestro Sánchez carecía de «esa educación clásica ordenada que eleva al individuo al templo del arte», destacaba que su pericia le ayudó en sus trabajos para elevarlo al «arte y perfección de que la piedra es susceptible» y supo dejar una estela de discípulos que, con el tiempo fueron también maestros de la cantería.
Después de veintisiete lustros y un año, es buen momento para rescatar para la Historia a este cantero oriolano que dejó su huella, tanto en Orihuela como en otras poblaciones.