POR ANTONIO ILLANES VELASCO, CRONISTA OFICIAL DE LA VILLA DE PUENTE GENIL (CÓRDOBA).
Esta historia me fue contada por Angelita Luna, ella la conocía por relatos familiares. Sucedió en Miragenil, barrio antiguo de Puente Genil, en la confluencia de las calles Molinos y Juan Ramón Jiménez actualmente.
Hace esquina, es una casa grande, ahora de reciente construcción, igual a la anterior, fue propiedad de D Francisco Antonio Berral y cuando sucedió esta Historia era propiedad de Don Esteban Ligero.
Debia de ser por el otoño de 1.903, las tardes se van acortando y no estaba el Molino de Aceite en marcha, que estaba adjunto a la vivienda.
Una noche la casa fue asaltada por unos encapuchados , usando una especie de anchos camisones, solamente estaban en la casa Esteban Ligero , su mujer Doña Rosalía Logroño, la suegra de esta de apellido Cosano, la niña que criaron estos de apellido Lozano y una criada vieja.
En aquél tiempo se vivían momentos preocupantes, había continuos asaltos, anónimos amenazadores, los bandidos campaban a sus anchas, son los tiempos del Pernales y el niño de la Gloria. La Mano Negra actúa impunemente.
La inseguridad es total. Puente Genil es una zona muy rica y el punto de mira de los bandidos hacen de esta tierra lugar a propósito para sus fechorías. En este contexto de inseguridad es asaltada la casa citada, es un grupo de algunas personas que se hace pasar por componentes de la Asociación Criminal la Mano Negra, son maniatados los ocupantes de la casa para robar más cómodamente la casa, dinero, alhajas, plata y todo cuanto de valor encuentran.
Pero en el saqueo a uno de los asaltantes se le ven los puños de la camisa, detalle que no paso inadvertido para la madre del señor Esteban, pues para cerrar los puños llevaba gemelos de oro, algo totalmente insólito en la vestimenta de un bandido, era más propio de la vestimenta de caballeros o señoritos. La señora llego a la conclusión de que eran señoritos boyados, es decir mucho
nombre y pocos bienes o ningunos, en los tiempos antiguos se quería aparentar una situación económica que no se tenía, el hecho de ir tan cubiertos era posiblemente a que eran conocidos por la familia.
La venganza de esta señora mayor, no se hizo esperar, al día siguiente llevó al hijo al Molino, le señalo un sitio y le dijo cava aquí, comparado con lo que se encontró después lo robado era una minucia. Al poco de excavar se encontró cerca de 18 mil duros en onzas de oro, la mayor parte de las cosechas de aceitunas durante los años que estuvo viuda y su hijo era pequeño. Como tenía la certeza de que eran conocidos y para vengarse le dijo al hijo, compra la casa que este en venta en la calle de la plaza, los muebles se traerán de Córdoba, verán los ladrones la porquería que han robado, con el oro que había en la casa, los antiguos se referían al decir que tenían oro a que tenían monedas de oro, dinero contante y sonante.
La familia desde entonces alternaba las dos viviendas en época de molienda se trasladaban a Molino. La Casa fue vendida por el año 1.947 por Angelita Luna a Alejandro Reina, el cual llevaba años viviendo en la citada casa en alquiler.
En agradecimiento, a no tener que lamentar desgracias personales, la familia colocó una cruz en un lateral de la fachada como testimonio de este hecho ocurrido en 1.903.