LA CRONISTA OFICIAL DE OVIEDO, CARMEN RUIZ-TILVE, QUISO EN SU DISCURSO DEJAR A UN LADO FECHAS Y DATOS HISTÓRICOS PARA HABLAR DE SUS AÑOS DE ESTUDIANTE
No tantos años atrás, la fiesta del Desarme se celebraba de puertas para adentro. En los hogares ovetenses, las familias se reunían entorno a una mesa para degustar, como manda la tradición, callos, garbanzos con bacalao y de postre, en el mayor de los casos, arroz con leche. Pero los hosteleros de la ciudad, siempre atentos, comenzaron a ofrecer en sus mesas este menú cuyo origen se remonta al siglo XIX. Pasó a ser algo que muchas veces se compartía con los compañeros de trabajo. Esto, no hace muchos años. Porque ahora, la fiesta del Desarme se ha convertido en otra cosa, en algo más grande, en algo que ha llegado hasta a la capital nacional.
«Oviedo tiene un enorme atractivo en su cocina. Es necesario promocionarlo y publicitarlo», expresaba ayer Miguel Ángel de Dios, el cofrade mayor de la joven Cofradía del Desarme, que ayer celebraba su segundo capítulo. El ambiente festivo comenzó a las once de la mañana en la plaza de El Fontán, un lugar tan identitario de Oviedo como la propia festividad. Allí se reunieron las veinte cofradías invitadas a participar en las jornadas que ya no solo se concentran en el día 19 de octubre (hoy).
La versión más extendida sobre el origen de la fiesta coloca ese día del año 1836 como el de la celebración con un menú nada frugal de la victoria en una batalla contra las tropas carlistas. Aunque también se cuenta que el desarme se produjo en 1856, cuando se logró quitar las armas al bando contrario, concentrado en saborear los platos asturianos y su consiguiente digestión. Sea como fuere, mito o realidad, lo que tiene el Desarme es «que es una tradición única que debemos llevar por el mundo», insistió De Dios.
De momento, la promoción de la festividad ha llegado a un puñado de restaurantes de Madrid que ya ofertan los menús y mediante publicidad en toda la cornisa cantábrica. También con paquetes turísticos que van surtiendo efecto. «Yo estoy pasando el fin de semana en el balneario de Las Caldas y he venido a Oviedo, en lugar de ir a pasar el día en la playa, para degustar el menú del Desarme. Es muy importante conservar este tipo de tradiciones», comentaba María Victoria Gómez, una turista de Ávila mientras fotografiaba el desfile de las cofradías, tras la representación teatral a cargo de Margen, encabezada por la Banda de Gaitas Naranco y por los nuevos cofrades de honor.
Distinciones
Fueron ellos, el director de EL COMERCIO, Íñigo Noriega; el rector de la Universidad de Oviedo, Vicente Gotor; y el presidente de la Real Academia de Gastronomía Española, Rafael Ansón Oliart -éste último ausente por un problema de conexión aérea y que estuvo representado por Eduardo Méndez Riestra- quienes destacaron las virtudes de la fiesta «que sobre todo simboliza la amistad y la confraternización alrededor de una mesa».
«Tiene el rito del desarme, además de la recuperación de un episodio de nuestra historia, todo un compendio de saberes que resume buena parte de la historia de la gastronomía universal. Diríamos sin exagerar que recoge buena parte de los conocimientos más preciados de los hombres», expresó Íñigo Noriega, quien quiso recoger la distinción en nombre de «todos los que hacen este periódico que todos los días se pone a disposición de los asturianos, y a todos aquellos que les interese nuestra tierra, nuestras muchas bondades y, también, alguna miseria».
El rector, Vicente Gotor, relató su llegada a Oviedo en octubre del 77 tras más de 30 horas de viaje desde Alemania, «de donde con orgullo traíamos una televisión a color y unos cuantos electrodomésticos», y como tras ese largo trayecto, a los pocos días de aterrizar en la ciudad le tocó degustar el menú del Desarme. Descubrió ese día lo que significaba el arroz con leche y «no la sopa de leche con arroz que hacía mi madre», bromeó durante su intervención. Este año, además, su casa, el Edificio Histórico de la Universidad, fue la sede central de los actos de la Cofradía del Desarme. «Porque la Universidad tiene que estar siempre al servicio de la sociedad».
No en vano, la cronista oficial de Oviedo, Carmen Ruiz-Tilve, quiso en su discurso dejar a un lado fechas y datos históricos para hablar de sus años de estudiante, «cuando todos los alrededores de la Universidad eran bares y fondas», donde a buen seguro cada 19 de octubre celebraban el Desarme.
El último cofrade de honor, Rafael Ansón Oliart, dejó en labios de su homólogo a nivel regional, Eduardo Méndez Riestra, unas agradecidas palabras por dicha distinción: «Los grandes festejos no son tales si no se celebran al rededor de una mesa», subrayó. «Sea mito o realidad, dejémonos llevar por los aromas de la comida y disfrutemos de la compañía», recomendó Noriega. Y eso fue lo que sucedió ayer.
Fuente: http://www.elcomercio.es/ – Idoya Rey