POR MANUEL GONZÁLEZ RAMÍREZ, CRONISTA DE ZACATECAS (MÉXICO)
En ese emblemático cerro que resguarda y hermosea la ciudad de Zacatecas se encuentra el Santuario a Nuestra Señora del Patrocinio en cuyo atrio están plasmados símbolos de la letanía lauretana, entre ellos, la “Puerta del Cielo”.
LA PUERTA: “Y asustado dijo: «¡Qué temible es este lugar! ¡Esto no es otra cosa sino la casa de Dios y la puerta del cielo!»”. Gen. 28, 17.
De esta imagen podemos sacar dos interpretaciones. Por un lado, María sería la puerta del Cielo por donde ha venido a nosotros el Salvador, a la vez que también es la puerta que nos conduce a Él.
En el profeta Ezequiel encontramos la referencia de “puerta cerrada del templo” que la patrística interpretó como símbolo de su maternidad virginal.
De hecho, San Jerónimo, en su obra Apologético a Pammaquio, afirmará de la Virgen: “Esta es la puerta oriental de Ezequiel, que oculta en sí o saca fuera al santo de los santos, por la que entra y sale el Sol de Justicia”.
Hesiquio de Jerusalén, en el siglo V, es de los primeros autores que compara a María con la imagen de la puerta:
“Otro [profeta] te llamó Puerta cerrada, pero además puerta que da hacia el Oriente. En efecto, tú hiciste que entrara el Rey de las puertas cerradas y también lo hiciste salir. Por esta razón te llamó Puerta, porque fuiste la puerta de la presente vida para el Unigénito de Dios. Puerta además situada hacia el Oriente, puesto que desde tu seno, como de un tálamo real, apareció la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene al mundo. Tú llevaste dentro de ti al Rey de las puertas cerradas y lo condujiste hacia fuera: el Rey de la gloria no abrió las puertas de tu seno ni aflojó los vínculos de tu virginidad, ni al ser concebido ni al ser dado a luz”.
También San Ambrosio, a finales del siglo IV, cita claramente esta idea: “¿Qué puerta es ésta, sino María, que permanece cerrada por ser Virgen? Por tanto esta puerta fue María, a través de la cual Cristo vino a este mundo”.
La puerta es también símbolo de lo femenino según algunos autores.
Es igualmente imagen del tránsito, del paso de un lugar a otro, de un estado a otro, de la muerte a la vida, del pecado a la virtud.
Pero no sólo es un simple acceso, sino que también evoca el espacio que esconde tras ella, por tanto, es una alusión al poder misterioso, al secreto que esconde.
Ejemplos zacatecanos encontramos en varios puntos del atrio del Cerro de La Bufa de Zacatecas.
Sobre la obra pictórica:
Tota Pulchra.
Autor: Anónimo novohispano.
Año: c. 1650–1700.
Técnica: Óleo sobre cobre (23 x 17 cm)
Estilo: Barroco novohispano
Ubicación: Jaime Eguiguren Art & Antiques, Buenos Aires, Argentina
Fuente de información: jaimeeguiguren.com
La imagen que vemos representada en este detallado aunque pequeño cobre es una Tota Pulchra, un precursor iconográfico temprano de la Inmaculada Concepción.
Esta representación apologética, concebida como una clara narrativa simbólica y visual, se generalizó en Europa a principios del siglo XVI, nacida de la necesidad de encontrar una fórmula definitiva para universalizar la pureza de la Virgen.
La representación y veneración de esta imagen mariana en el Nuevo Mundo coincidió casi exactamente con su expansión por la Península Española, ya que proporcionó al binomio altar/trono el perfecto catalizador del proyecto evangélico.
Así, y si bien su composición icónica llegó ya perfectamente definida al Virreinato, su desarrollo combinó posteriormente los elementos más tradicionales con la inclusión de aspectos nuevos o modernizadores que permitieron que la imagen iconográfica perviviera hasta bien entrado el siglo XVII, conviviendo con nuevas versiones que representan la Inmaculada Concepción que, por aquel entonces, había monopolizado el repertorio virginal en el Viejo Continente.
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