LA CRONISTA OFICIAL DE OVIEDO, CARMEN RUIZ TILVE, ASEGURÓ QUE «DEBERÍA HABER UNA SALAMANDRA RAMPANTE EN EL ESCUDO DE LA CIUDAD»
‘Los últimos dragones de Oviedo’ es el nombre de una obra audiovisual de divulgación científica sobre las poblaciones de salamandras en la ciudad. Se estrena hoy a las ocho de la tarde en el teatro Filarmónica. «Es un reportaje de veinticinco minutos extraordinario», lo definió el concejal de Cultura, Roberto Sánchez Ramos, impulsor del documental, cuyo objetivo «es sociabilizar el conocimiento sobre las salamandras».
Las concejalías de Cultura y de Educación quieren convertir el documental en una herramienta de los centros escolares «como actividad extraescolar o incluso escolar, como complemento a las asignaturas de Ciencias Naturales o Conocimiento del Medio», afirmó Sánchez Ramos durante la presentación de la obra. Una idea que también podría trasladarse al ámbito universitario. El documental ha supuesto una inversión municipal de 9.960 euros.
Cinco meses de rodaje
El rodaje de ‘Los últimos dragones de Oviedo’ se alargó durante cinco meses. Sus artífices, el biólogo David Álvarez y el realizador Jorge Chachero, se sumergieron en las 29 poblaciones de salamandra que habitan en la capital. «Existe una relación íntima entre Oviedo y la salamandra. Hay lugares insospechados donde te encuentras estos anfibios, como el convento de San Pelayo», ejemplificó Álvarez. En el interior del monasterio rodaron durante varias noches. «Pensábamos que no nos iban a dejar, al tratarse de unas monjas de clausura, pero nos lo permitieron y es de agradecer», explicó Álvarez.
El biólogo lamentó que la población de salamandra en la ciudad es más conocida en el extranjero que aquí: «Reivindico la importancia del documental como fuente de conocimiento. La salamandra de Oviedo es una subespecie. No es única, se encuentra también en el norte de España, pero sí hay una peculiaridad que la hace especial, ya que es capaz de retener en su interior las larvas y luego las paren completamente desarrolladas sin falta de estar en el agua, como el resto de salamandras».
Esto se explica por el aislamiento que sufrieron como consecuencia del crecimiento urbano. Algunas de ellas, como las del convento, pueden llevar allí recluidas desde hace más de 1.000 años. Tanto es así, que la cronista oficial de Oviedo, Carmen Ruiz Tilve, aseguró que «debería haber una salamandra rampante en el escudo de la ciudad».