UN EXTRAÑO MES DE MARZO
Abr 10 2020

POR LEOCADIO REDONDO ESPINA, CRONISTA OFICIAL DE NAVA (ASTURIAS)

En las circunstancias excepcionales en las que nos encontramos, recluidos en nuestros domicilios desde mediados de mes, tenemos constancia de que, de puertas afuera, multitud de cosas se han suspendido, o aplazado, pero también sabemos que hay otras que, por encima de los condicionantes, se siguen produciendo de manera inevitable, como es la llegada de la primavera o lo concerniente a las defunciones. En este caso, de modo sucinto, se relacionan las ocurridas en el concejo en los últimos días de marzo.

Así, el día 20 fallecía, en la Residencia ERA-Valentín Palacio, de Pola de Siero, Severina Montes Llamedo, a los 84 años. Natural de Buruyosa, Priandi, Severina era viuda de Silvino García Villa, con el que tuvo la siguiente descendencia; María del Carmen, Ana Belén y José Luis.

Mientras que el 22 lo hacía, en Buruyosa, Priandi, Argelia Torga Corte, a los 90 años. Argelia era viuda de Félix Ovín García, con el que tuvo una hija, Encarnita.

Luego el 23, era César Peón Suárez el que faltaba en la villa naveta. Vecino de Priandi, César, que contaba 84 años, era viudo de Dulce María Arboleya Corte, con la que tuvo la siguiente familia; Severino, Julio César, José Rubén y Dulce María.

Después, en la noche del 26 al 27, en el HUCA, nos dejaba Monseñor José Luis González Novalín, a los 91 años. Como es sabido, pues los medios han comentado ampliamente la noticia y su trayectoria, Monseñor González Novalín, que nació en Tresali en 1929 y residió en Roma por espacio de 36 años, estaba actualmente avecindado en Gijón.

Y, finalmente, el 31 finaba en el HUCA Enrique Mañana Lafuente, a los 77 años. Enrique, que residía en Piloñeta, Nava, estaba casado con Elvira González Viado, de cuya unión nacieron María Salomé, Alejandro y Consuelo.

Vivimos tiempos en los que, por causa de fuerza mayor, la normalidad está suspendida, y entendemos que las medidas de seguridad sanitaria dispuestas tienen por objeto fundamental evitar riesgos y salvar vidas, eso por supuesto. Como entendemos que las establecidas para regular el último tránsito, lógicas y justificadas, afectan en especial a las familias de los finados.

Dijimos arriba que había entrado la primavera. Esperemos que, con abril, además del cuquiellu y les golondrines, nos lleguen, también, motivos para la esperanza.

Publicado en La Nueva España Viernes, 10 de abril 2020, página 30

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