POR ANTONIO LUIS GALIANO, CRONISTA OFICIAL DE ORIHUELA
Corría el año del Señor de 1751, concretamente el mes de febrero, en que el fraile dominico Joseph Esplugues se trasladó a València para representar los intereses del Colegio de Muestra Señora del Socorro y San José de la Orden de Predicadores de la Ciudad de Orihuela. En la documentación aparece indistintamente como provisor o como procurador, es decir, indistintamente con cargo para proveer de aquellas cosas necesarias para su Colegio, o con poderes poder ejecutar diligencias en nombre del mismo.
Lo cierto es que dicho fraile estuvo residiendo en València desde el citado año hasta el 23 de abril de 1762, es decir poco más de once años, en los que su salud se vio resentida en bastantes ocasiones, tal como veremos.
Este eclesiástico, del que nos da noticia Josef Montesinos Perez Martínez de Orumbella, el cual lo califica de «sabio escritor», era natural de la villa de Onteniente, habiendo nacido en una familia de clase noble, en 1692 ó 1693, y falleció en Orihuela, el 14 de marzo de 1771, a los 78 años. En el siglo fue escribano «muy hábil en el manejo de papeles y escrituras». En el Colegio oriolano durante años fue procurador y archivero, comisionado en la Corte de Madrid y en València, en la que los dominicos de Orihuela tenían varios pleitos pendientes.
El citado Montesinos, dice de él que era «muy hábil en el manejo de papeles en la Historia y en las Matemáticas», siendo uno de los autores «innumerables veces citados» en el «Compendio Histórico Oriolano». De él, nos vamos a centrar en su estancia valenciana, sobre todo en aspectos que podríamos considerar dentro de la vida cotidiana, y haremos referencia a ciertos negocios para proveer al Colegio de los dominicos oriolanos de algunas necesidades, como fue, la adquisición de la azulejería del refectorio en los años 1754 y 1755, de lo que, en su momento, dio cuenta Sánchez Portas.
En los gastos que abonaba por cuenta del Colegio oriolano, además de papel sellado, asuntos referentes a pleitos, abogados, memoriales, imprenta y encuadernaciones, localizamos algunos años la adquisición de pañuelos de «filadis» y seda para el rector, algunas comidas extraordinarias celebradas por el rector y otros religiosos, regalos que el citado Colegio efectuaba a personajes por trabajos prestados o favores como ocurrió en 1753, en que se pagó una libra doce sueldos a un platero que puso los goznes de plata a dos cajas de tabaco que se regaló al Dr. Joaquín Esteve, relator,
Pero, centrándonos en la vida del cada día regresemos a su partida hacia Valencia, en la que invirtió poco más de 6 libras, en el carruaje para el viaje, dos baúles, comida y estancia en los mesones.
Durante el año, solía tener una serie de gastos fijos con cargo al Colegio, como su manutención a 5 sueldos por día y 6 sueldos a partir de 1754; el barbero por rasurarlo al que le abonaba 3 sueldos 6 dineros por semana; el lavado y remendado de su ropa blanca a 3 sueldos semanalmente; el lavado de sus hábitos anualmente; la nieve de todo el año a 8 dineros por día; un jornal anual de chocolate por 16 libras 14 sueldos 8 dineros; el aceite para «tener luz» todo el año.
Pero lo que más nos llama la atención, tal como el fraile relata, eran las veces que estuvo enfermo. Así, desde 1753 a 1762, se contabilizan doce episodios, en algunos casos dos veces en un año. De esta forma su cuerpo sufrió calenturas, dolor de oído, inapetencia, «constipación», erisipela en un pie, tos y un tumor en un muslo. Pero, al final todo se solucionaba con el médico, el cirujano y los productos de la botica, así como a base de sangrías, purgas, jarabes, refrescos, ungüentos, hierbas para baños, leche de almendra, pucheros de gallina, y hasta carne de víbora, muy medicinal y recomendada para los enfermos, tal como, en 1751, mercó docena y media de estos reptiles que importaron 2 libras 9 sueldos 6 dineros.
Al parecer, su estancia valenciana no fue muy óptima para su salud, ni tampoco lo fue en otros aspectos de los que ya trataremos en otra ocasión.