ARTÍCULO EN EL QUE SE CITA A JOSÉ ORTIZ GARCÍA, MONTORO (CÓRDOBA).
Los baños del Arenosillo de Montoro, un rudimentario balneario rural construido hace ahora dos siglos y que en las últimas décadas había quedado sumergido bajo el pantano del Arenoso, vuelven a recibir zambullidas. Lo que comenzó como una broma particular entre un vecino buen conocedor del lugar, Bartolomé Corredor, y sus familiares y amigos ha terminado convertido en todo un movimiento social que ha recuperado la antigua estructura de piedra molinaza y la ha devuelto a la vida.
«Ahora viene mucha gente a bañarse todos los días. Llegan no solo de Montoro, sino de toda Andalucía y hasta de Madrid«, explica Corredor, que este mes de agosto protagonizó una inauguración con bañador y corbata en la que no faltó el corte de cinta. Tras la retransmisión de la ceremonia en vídeo a través de Facebook, este balneario rural al aire libre se ha convertido en la auténtica sensación del verano en Montoro, con visitantes de día y de noche y lugar de peroles y encuentros.
Tal es la demanda, con una recogida de firmas incluida para exigir a los responsables públicos que acondicionen la infraestructura, que el Ayuntamiento se ha comprometido a mediar ante las administraciones competentes. Así, tras una reunión mantenida con los vecinos implicados y en la que participó el propio Corredor, la alcaldesa, Ana María Romero (PSOE), ha remitido sendos escritos a la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG) y a la Escuela Politécnica Superior de Belmez para requerir información.
En las misivas, el Consistorio montoreño recuerda que los baños del Arenosillo se ubican en el lugar conocido como los Curanderuelos, llamado así porque en este sitio hay una serie de llanuras próximas al arroyo que era donde se curaban y blanqueaban las telas de lienzo, gracias al sol y al agua. Y la presencia de azufre en su composición generaba mayor blancura a las telas.
Viendo que las aguas tenían una serie de «destacadas» virtudes medicinales, se construyó un edificio que consta de dos habitáculos cuadrados de piedra sillar, de diez varas de longitud y seis de anchura, con poyos alrededor para descansar los enfermos en época antigua. Con la llegada de las colas del pantano, la construcción quedó sepultada por las aguas, pero este verano «ha surgido un movimiento vecinal que apuesta por su recuperación», expone el Ayuntamiento a la CHG, entidad responsable del pantano, a la que le solicita un «informe completo» sobre la titularidad, la situación, el estado y las característica del venero que surte a los antiguos baños.
También le requiere que estudie el «aprovechamiento» de las aguas y de la «posible extracción y transporte a una zona no inundable«, así como un estudio y mejora del propio edificio y una autorización para que los vecinos puedan utilizarlos. A la Escuela Politécnica Superior de Belmez, que en su momento estudió el venero, se le solicita una copia de aquellos análisis para que puedan servir de base.
Gracias a una vaca
Los baños del Arenosillo son una curiosa muestra de arquitectura popular única en la provincia, con el paisaje de las faldas de Sierra Morena como telón de fondo y que un grupo de vecinos acaba ahora de recuperar. El cronista oficial de Montoro, José Ortiz, que recientemente ha buceado en la historia del edificio, recuerda que el «descubrimiento fue casual», cuando «una res vacuna dejándose llevar por su instinto natural se curó de una erupción cutánea de la piel por el año 1817 entrando en los lodos del arroyo, mientras se apartaba de forma natural de las demás vacas».
El episodio de sanación fue observado muy de cerca por el vaquero o pastor que comandaba el rebaño, quien le transmitió el hecho Manuel Madueño Grande, religioso de la parroquia de San Bartolomé de Montoro. Este hizo la misma prueba con unos perros atacados por arestín, y su curación fue «rápida».Ante tal evidencia, los sucesos fueron puestos en oídos del Concejo de Montoro, que nombró una comisión para reconocer dichas aguas. Así que, al conocerse la existencia de estos manantiales, fueron numerosos vecinos los que solicitaron una serie de tierras para crear una pequeña comunidad en torno a estos futuros balnearios, cosa que fue tomada a bien por el Ayuntamiento en 1819, recuerda el cronista oficial.
El ayuntamiento facilitó la Plaza Mayor para la celebración de varias corridas de novillos que generaron dinero para la protección, ensanche y acomodación del lugar en que se encontraban los veneros sulfurosos. La obra se realizó entre 1820 y 1821, hace 200 años exactos.
Viendo que las aguas tenían una serie de destacadas virtudes medicinales, la propia marquesa de Benamejí facturó a su costa una cerca con dos estanques de cuatro varas y tres medios de largo, cuatro de ancho y una de altura de agua. Estos dan salida a dos pilas pequeñas para los baños locales, diferenciadas por sexos y unos chorros donde mana un poco de agua que se deposita en un receptáculo de mayor capacidad a las anteriores, edificada sobre las arenas del arroyo, que servían para atender a los enfermos contagiosos.
Los habitáculos ahora recuperados, «bastantes espaciosos y cómodos» según las crónicas de la época, mostraban en su parte central la inscripción: “BAÑOS DE ARENOSILLO MEJORADOS en beneficio de la humanidad doliente. AÑO 1838”. Con la llegada de las colas del pantano a su pantalla y temiendo que la lápida pudiera perder el texto, ya que es lo primero que se degrada de la molinaza, se decidió retirar la inscripción y depositarla en el Museo Arqueológico, donde en la actualidad se muestra tanto esta lápida como las claves de los baños de mujeres y hombres.
A partir de aquí fueron numerosas las peticiones que llegaban a estos balnearios para recibir tratamiento de muchas dolencias en especial cutáneas, los cuales dirigían sus súplicas al Ayuntamiento para que permitiese los baños, todas ellas conservadas en el Archivo Municipal de Montoro, recuerda Ortiz. Al principio, la gente que acudía a estos manantiales se construía barracas de madera para cobijarse en ellas durante su permanencia, lo que provocó a inicios de los años 30 del siglo XIX un foco de insalubridad.
Por esta razón, Bernabé Romero fundó una casa asilo muy capacitada para el alojamiento y permanencia de unos «40 pobres», que se salvaguardaban en la misma durante su estancia. En la portada dice los siguiente: “CASA DE CARIDAD A BENEFICIO DE LOS POBRES DE SOLEMNIDAD AÑO DE MDCCCXXXIX”. La lápida desapareció posiblemente con los derribos que se llevaron a cabo durante los trabajos de preparación del suelo donde más tarde extenderían las colas sepultando los baños.
FUENTE: https://www.eldiadecordoba.es/provincia/vecinos-Montoro-banos-arenosillo-pantano_0_1605439879.html