POR JOAQUÍN CARRILLO ESPINOSA, CRONISTA OFICIAL DE ULEA (MURCIA)
Este mes de mayo, florido e iluminado del Valle de Ricote de Murcia, ha atraído a personas mayores de Alicante, en un número importante, qué, precisaron de dos autocares grandes para transportarles.
Uno de los promotores de dicho periplo, me pidió que le informara de cuanto tuvieran de interés turístico, los pueblos de Ulea, Villanueva del Río Segura, Ojós y Ricote.
Él conocía mis escritos y me pidió consejo. Se los enumeré y, no obstante, se lo agradecí y me ofrecí a asesorarles si lo creía oportuno. Al decirme que llevaban un guía turístico oficial, desistí.
De todas formas, me acerqué a Ulea y cuando se detuvieron en el pueblo, en el paraje de «Los Árboles grandes», les saludé y hablé un rato con ellos; en especial con el alicantino que es familia mía.
Durante su trayecto, me iba informando por teléfono a nivel personal, de cuanto veían y les explicaba su guía y comentarista, ya que, como solo disponían de un día, no podían detenerse en ninguno de los pueblos, salvo unos momentos de descanso para saciar sus necesidades más perentorias.
De hecho, me informaron que la visita sería panorámica. En dicho momento me ofrecí para que hicieran una nueva excursión a mi pueblo en otra ocasión. Allí desayunaríamos, comeríamos y les daría todos los detalles históricos que atesora nuestro pueblo. Tomaron nota y prosiguieron su peregrinaje.
El interlocutor y familiar mío, alicantino, que no conocía el pueblo, me iba informando por teléfono de cuanto veían; lo que quedaba por visitar y, sobre todo, los comentarios que les iba haciendo dicho guía turístico; o encargado de la expedición.
Desde los árboles grandes de mi localidad, siguieron rumbo a Villanueva del Río Segura. Allí, les explicó detalles del pueblo y Villanueva y, circunvalando el pueblo, se dirigieron a Ojós y Ricote.
En Ojós se detuvieron media hora para descansar; tiempo que aprovecharon para proveerse de los célebres bizcochos borrachos.
Sin más dilación, el tiempo apremiaba, reemprendieron viaje hacia Ricote, sede de la Encomienda del Valle que lleva su nombre y, ya, atardeciendo, regresaron hacia su punto de partida: Alicante.
No obstante, al regresar para Villanueva, se detuvieron en el paraje del «Salto de la Novia», desde donde divisaban el monte «El Castillo» y el emplazamiento del poblado que ocuparon nuestros antepasados. Allí les describió la historia o leyenda del Salto de la Novia y «La Pila de la Reina Mora».
Después, siguiendo con la vista el cauce del río Segura, se centró en el puente sobre el río, que une a Ulea con Villanueva. De dicho puente, solamente les explicó qué, antaño, era el lugar desde donde se apedreaban los niños de ambos pueblos.
Tras esa «elocuente alocución» mi familiar que viajaba con ellos, mi consuegro, me llamó por teléfono y, comentando en plan jocoso dicha anécdota, me dijo que muchos de los viajeros quedaron sorprendidos y otros esbozaron una leve sonrisa.. Al hilo de la llamada telefónica, de forma seria y contundente le contesté:
Es una lástima que se detenga a comentar anécdotas de hace un siglo, en vez de explicar la verdadera historia del puente que nos une con Villanueva.
Servíamos desde aqui unas barcas para cruzar el río, mientras hacían las gestiones para construir dicho puente y, en el año 1925, se inauguró; tras un sin fin de peripecias. Allí, por la margen izquierda del río, pasaba una calzada tardo-romana, que unía dicho poblado, desde el límite con Ojos hasta la Aduana del Puerto de La Losilla.
De ella quedan sus vestigios a poca profundidad, pendientes de que un día no muy lejano, sean descubiertos; para deleite de cuantos valoramos la historia de nuestro pueblo. Sí, dicho puente tiene una rica historia que enaltece a ambos pueblos. Ha sufrido varias reparaciones y, en la actualidad está aprobado un proyecto para hacerlo viable, en doble sentido, con dos pasarelas peatonales en los laterales.
Sin embargo, para este guía, la única historia era la de «los niños que se tiraban piedras, desde ambos márgenes». ¡¡Una lástima!