POR FRANCISCO PUCH JUÁREZ, CRONISTA OFICIAL DE VALDESIMONTE (SEGOVIA)
En general no me gusta escribir sobre temas o asuntos de los que todo el mundo escribe y se llenan páginas y páginas de periódicos y otros medios, porque parece que aprovecha uno el oportunismo de la noticia, o que no tiene imaginación para escribir sobre otra cosa.
Pero en esta ocasión ante la barbaridad de ese acto terrorista cometido por esos fanáticos yihadistas en aras de su religión, no puede uno permanecer callado, es más, deberían alzarse con las más enérgicas protestas y rechazo ante el salvajismo el clamor de todas las gargantas unidas del universo entero.
Ante ese acto vandálico cometido en París que ha venido a causar la muerte de 139 inocentes que nada tienen que ver con el fanatismo de esos bárbaros que no se merecen haber nacido, el mundo civilizado tiene que reaccionar de la manera más enérgica.
Pero ¿de qué forma?. Habrá muchos que piensen, asesinando a los asesinos, y entonces nos convertiríamos en gente de la misma calaña que ellos.
¿Y qué hacer?. ¿Cómo reaccionar ante el terrorismo?. No sólo para castigar, que es preciso, porque ningún crimen debe quedar impune, sino para erradicar semejante lacra y que no vuelvan a producirse actos como ese. Los más violentos pensarán, arrasando a su pueblo entero pero, ¿Cuántas gentes de su pueblo son pacíficas y no tienen culpa alguna de que entre ellos convivan los exaltado asesinos?.
Pero, contra las alimañas no hay más que una solución, aplastarles la cabeza por muy bárbaro que sea hacerlo. La doctrina del Corán es muy explícita: “cuando encuentres al infiel, mátalo y haz con él una carnicería” ¿Hay que responder igual?
Hoy cabe preguntarse: ¿con tantos miles de millones como se gastan los países del mundo, en muchos casos en cosas inútiles, no podrían dedicar alguna partida de sus presupuestos en la creación a nivel mundial, de un cuerpo especial destinado a investigar, sitio por sitio, lugar por lugar, dónde se encuentra el terrorismo, sea del origen que sea, y prevenir ataques como el ocurrido en París, o el de las Torres de Nueva York, o el de los trenes de Atocha en Madrid?. ¿Cómo se puede dar el caso de que tres de esos terroristas hayan sido identificados como habitantes en España y que el Ministerio del Interior no tuviera ni la más remota idea de ello?
Todos esos crímenes, todas esas muertes ocurrieron, y sus autores, los auténticos autores han quedado impunes.
Hoy los periódicos en sus portadas hablan de guerra, ES LA GUERRA. Los grandes periodistas o al menos los más conocidos, y otros personajes del mundo literario y lingüístico publican sus escritos, sus artículos, sus opiniones, para lucirse ante sus lectores, pero ni ellos ni los más publicitados políticos del momento, ofrecen o proponen soluciones de una persecución con éxito. Lo que escribimos los mediocres aunque digamos lo mismo, no se tiene en consideración, la diferencia estriba en que aquéllos tienen mayor audiencia, mayor número de lectores, aunque no siempre sean sus opiniones las mejores. Palabras, palabras, palabras, de los Rajoy, los Sánchez, los Rivera y no quiero citar a los Iglesias a pesar de su apellido, porque no hacen más que hablar, hablar sin sentido y sin ofrecer soluciones. Alerta 4 en España, dice el ministro de Interior cuando habría que sacar los tanques a la calle.
Han pasado setenta años desde aquella bárbara solución que terminó con la segunda guerra mundial en Hiroshima y Nagasaki, murieron 262.000 inocentes. Hoy el mundo está más civilizado, a nadie se le ocurriría soltar una bomba atómica sobre ningún pueblo del mundo, sería algo tan atroz como el propio terrorismo, pero tal vez sería lo más eficaz. O los destruimos o nos destruyen
Aquello fue una barbaridad pero, al menos hace 70 años, aquella barbaridad terminó con una guerra, ¿cuántos más muertos hubiera habido si no se hace?