POR MANUEL GARCÍA CIENFUEGOS, CRONISTA OFICIAL DE MONTIJO Y LOBÓN (BADAJOZ)
Allí, bajo la sinfonía de la piedra antigua, revolotean los vencejos, quienes casi nunca en sus arriesgados vuelos se estrellan. Se han adueñado de la iglesia, ofreciendo todos los días, gratuitamente, un jolgorio, un chirriar escandaloso, que nos alboroza por su estridencia, atravesando así el azul intenso bajo el crepúsculo que flota y rompe en su saludable matutino y vespertino concierto.
Las tardes, aquí, son anchas y largas, animadas por el griterío de los niños correteando con sus juegos, el repique de campanas, el arrullo de palomas y la mirada controladora desde lo alto de las cigüeñas. El sol se pone aquí más lentamente que en ninguna otra parte porque dice que está enamorado de la serenidad de esta piedra vieja, antigua y hermosa. (Iglesia parroquial de San Pedro Apóstol de Montijo).