POR MANUEL GARCÍA CIENFUEGOS, CRONISTA OFICIAL DE MONTIJO Y LOBÓN (BADAJOZ)
Sucedió el 21 de junio de 1924, en un corral de la calle Senador Piñero, ahora de Arcos, a las nueve de la mañana. Las aves fallecieron por algunos gases desprendidos del pequeño aerolito (meteorito compuesto de silicatos de hierro y magnesio). El tema del día fue la marcha del meteorito que corría vertiginosamente, pesaba cerca de 200 kilos. Los más temerosos pensaron que llegaba el final de los tiempos, el Juicio Final. ¿De quién era la casa donde fallecieron las aves y dónde cayó el meteorito? Próximamente lo sabrán.