POR FERNANDO JIMÉNEZ BERROCAL, CRONISTA OFICIAL DE CÁCERES

El 26 de noviembre de 1869 se inaugura el inmueble que, desde entonces, es sede del gobierno municipal de Cáceres. El actual edificio, diseñado por el arquitecto guipuzcoano Ignacio M de Michelena, suponía un importante avance en cuanto a la imagen que el consistorio local pretendía proyectar, en consonancia con los nuevos tiempos históricos que se anunciaban. Aunque hay que matizar que el camino recorrido hasta la construcción del nuevo edificio no había sido fácil, incluso se había contado con una importante corriente de opinión contraria a la nueva obra. Esta cuestión no es nueva en los anales de la villa, solo hay que hacer un poco de memoria para corroborar que el anuncio de nuevas obras de carácter público nunca estuvo exento de crítica.

En 1856 el ayuntamiento cacereño debe abandonar su antigua sede, que amenazaba ruina desde hacia medio siglo, para trasladarse al Palacio de la Generala en régimen de alquiler. Algo insólito en un organismo que vivía en bancarrota permanente. El viejo ayuntamiento, reedificado en el siglo XVII sobre un anterior del siglo XVI que se había construido en el solar donde estuvo el primitivo concejo desde el medievo, ocupaba un rectángulo adosado a la muralla protegido de la Plaza Mayor por un muro semicircular conocido por «el arandel». El solar es el que actualmente se conoce como Foro de los Balbos. En 1860 se inicia un debate sobre si se derriba el viejo edificio y se reconstruye sobre él o se levanta uno nuevo que haga honor a las aspiraciones locales.

Los vecinos que se muestran en contra de construir un nuevo inmueble justifican su posición en aspectos como que se arrebataría espacio a la plaza pública, ya que el solar elegido para el nuevo ayuntamiento se encuentra en un espacio que alteraría su aspecto. También se necesitaría de una fuerte inversión que no se cree viable en esos momentos, debido a la situación económica del consistorio, lo que obligaría a subir impuestos. En este sentido, se reprocha que se quiera invertir en un nuevo edificio en una ciudad de «ríos sin puentes y caminos intransitables». Otro aspecto es que se pretende hacer una calle entre el viejo solar y los adarves, que pasaría justo por el lugar donde se encuentra el asiento en piedra que utilizó la reina Isabel en su visita a la villa en 1477, asiento que había que demoler. Los que se declaran a favor de la nueva construcción invocan a la ciencia, al mismísimo Hegel y al mal estado del antiguo edificio, «en ruina permanente, arrinconado en la plaza pública en un oscuro lugar y acorralado de casas que hacen pase desapercibido». Sobre el asiento de la reina católica, que se encontraba en el almacén del aceite, indican su mal estado y que mejor será desmantelarlo que mantenerlo en su lugar. Según palabras del arquitecto municipal, León de Mora, el asiento es un «monumento bien pobre que la reina no gustaría ver en el lugar donde se encuentra». En el apartado estético se aboga por una nueva casa consistorial en un sitio preferente de la plaza pública, frente a su paseo central.

Al final el consistorio consigue autorización del Estado para invertir el 80% del producto de sus bienes en la construcción de un nuevo edifico que desde 1869 preside la Plaza Mayor cacereña.

Fuente: http://www.elperiodicoextremadura.com/