UN PANTEÓN PARA EL MINISTRO DE LA GOBERNACIÓN, RUIZ CAPDEPÓN
Mar 29 2020

POR FRANCISCO SALA ANIORTE, CRONISTA OFICIAL DE LA CIUDAD DE TORREVIEJA

Cementerio de Torrevieja. Mausoleo de Ramón Ruiz Lozano y Ramón Ruiz Capdepón./ Foto: Fco. Sala

Un recuerdo a uno de los primeros mausoleos que se hicieron en nuestro Cementerio Municipal: donde se conservan los restos mortales de Ramón Ruiz Lozano y Ramón Ruiz Capdepón, padre y hermano del que más tarde fuera ministro de la Gobernación, Trinitario Ruiz Capdepón.

Trinitario Ruiz Capdepón, ministro de la Gobernación.

Padre, de 60 años, e hijo, con tan sólo 19 años, habían muerto ahogados en la playa de Torrevieja el 9 de agosto de 1860, a consecuencia de un accidente de mar, y enterrados en el cementerio municipal de Torrevieja, localizado entonces en lo que hoy es la calle Portalicos, junto al camino que conduce a las salinas.

La familia Ruiz Lozano aunque hijo de un hacendado de Granja de Rocamora, no tenía una gran fortuna, sin servicio de criadas, ni grandes rentas. Ramón estudió leyes en Orihuela, instalando en aquella ciudad un bufete de abogado, contrayendo matrimonio con Josefa Capdepón y Cascales, pasando los todos los veranos con la familia en Torrevieja, en una casa de su propiedad que tenía en la calle Hidalgo, hoy llamada Pedro Lorca, hasta aquel día en que infortunadamente perdió la vida junto a hijo primogénito.

Manuel Ballester Albentosa, alcalde de Torrevieja. / Foto: A. Darblade

Construcción del nuevo cementerio

Veintinueve años después de esta tragedia, a comienzos de 1889, empezaban las obras de construcción de un nuevo cementerio en Torrevieja, el que, hasta el día de hoy, sigue en funcionamiento. En febrero de 1889, estaban casi terminado y, por iniciativa del alcalde Manuel Ballester Albentosa, el Ayuntamiento acordó levantar en él un monumento dedicado a la memoria del padre y hermano de Trinitario Ruiz Capdepón, ministro de la Gobernación, como prueba de gratitud que la villa le debía a su familia que en distintas ocasiones había prestado eminentes servicios a la Torrevieja. Este acuerdo del Ayuntamiento fue calurosamente aplaudido por toda la población y por la prensa torrevejense de aquella época, que dedicó frases de elogio y entusiasmo.

En agosto, ya se encontraba bastante adelantado el panteón en el nuevo cementerio. El monumento, según describe un periódico de Alicante, “es elegantísimo y honra al artista encargado de su ejecución, el cual ha cumplido su misión de un modo notable, pues ha sabido unir a la riqueza y magnificencia el arte y buen gusto más recomendables”.

Al frente del panteón, en letras de elegante forma y de saliente relieve, aparecía la siguiente inscripción: “El Ayuntamiento de Torrevieja, en sesión de 15 de abril de 1889, por iniciativa de su presidente D. Manuel Ballester dedica este recuerdo”. Y dividiéndose para encajar dos bonitos óvalos “A la memoria de D. Ramón Ruiz Lozano y D. Ramón Ruiz Capdepón”, y en el otro las iniciales “T. R. C.”.

En el mes de septiembre, ya terminadas las obras de la nueva necrópolis, se dio autorización para trasladar, desde el cementerio viejo al mausoleo que el Ayuntamiento había levantado en el nuevo, los restos de Ramón Ruiz Lozano, y de Ramón Ruiz Capdepón, fallecido con tan sólo 24 años.

Viaje del ministro de la Gobernación a Torrevieja

Trinitario Ruiz Capdepón, ministro de la Gobernación, salió de Madrid en la noche de 30 de septiembre, con dirección a Torrevieja, para asistir a la triste misión y presenciar la ceremonia del traslado al nuevo panteón de los restos mortales de su padre y hermano. Llegó el miércoles 2 de octubre por la tarde, en el último tren correo que salía de la corte hacía Alicante, acompañado de su hijo Trinitario Ruiz Valarino, diputado por Villena. En la estación de Atocha fue despedido por las autoridades civiles y militares, corporación y amigos.

A su llegada a Alicante, respetando el dolor que motivó su viaje, no se celebró ninguna clase de festejos públicos, saliendo sólo a recibirlo a la estación lucentina sus amigos particulares y políticos, partiendo a continuación para Torrevieja en el tren correo de la línea de Murcia, yendo acompañado de Comisiones de la Diputación, del Ayuntamiento de Alicante, jefes de la Guardia Civil, y amigos particulares.

El trayecto desde Alicante a Torrevieja era corto pero sumamente pintoresco, resultando todavía más agradable por el espectáculo lleno de vida, animación y movimiento que ofrecían todas las estaciones del tránsito. En las de Elche, Crevillente, Albatera, Catral, Almoradí, así como en todas las demás de la línea, acudieron a cumplimentar al ministro los ayuntamientos de los pueblos respectivos, así como una concurrencia numerosísima ávida de ofrecer a Trinitario Ruiz Capdepón el testimonio de su agradecimiento por los beneficios obtenidos por las gestiones que había llevado a término.

En la estación de Albatera-Catral, donde comenzaba el ramal de Torrevieja, se incorporó a la comitiva nombrada por el Ayuntamiento de nuestra villa, compuesta por el teniente alcalde Francisco Bianqui, y los concejales Pedro Sáez y Nicolás Blanco, además del cura párroco de la Inmaculada Concepción, Antonio Gómez Cánovas.

En la estación de Almoradí ofreció sus respetos al ministro el diputado a Cortes por esa circunscripción el marqués de Río-Florido.

Poco después, ya de noche, hizo el tren su entrada en la estación de Torrevieja. Ocupaban el andén miembros del Ayuntamiento, una comisión del municipio de Orihuela, otras muchas procedentes de todos los pueblos limítrofes, el personal de Sanidad Marítima y de Aduanas, el cuerpo consular, oficialidad de carabineros y de marina, varios jefes militares y otras muchas personas distinguidas que apenas podían abrirse paso en las filas de la compacta muchedumbre formada por el pueblo de Torrevieja en masa, impaciente por saludar, aclamando con tanto entusiasmo como cariño al ministro de la Gobernación.

Cambiados los primeros saludos Ruiz Capdepón hizo su entrada en el pueblo a pie, aclamado por una muchedumbre entusiasta que no cesaba un momento de prodigar las mayores demostraciones de afecto y de cariño a su distinguido huésped. Éste se dirigió inmediatamente a la Casa Ayuntamiento, en donde recibió a todas las comisiones y a cuantas personas, que fueron muchas y muy distinguidas, acudieron a ofrecerle sus respetos.

Terminado aquel acto, que no pudo ser más brillante ni más concurrido, Trinitario Ruiz Capdepón, acompañado por el alcalde Manuel Ballester Albentosa y por algunos amigos de su más íntima confianza, se trasladó al domicilio del referido Ballester, en donde le había sido preparado un confortable alojamiento.

En el trayecto que separaba la Casa Ayuntamiento de la de Ballester, el pueblo formó, como antes, un lucido acompañamiento, sustituyendo la oscuridad de la noche por la luz alegre y chisporroteante de gran número de hachas de viento.

El ministro en casa del alcalde de Torrevieja

Ya en casa de Manuel Ballester, el ministro recibió un telegrama del director de Propiedades participando haberse concedido consignación para la extracción de doscientos mil quintales de sal. La noticia produjo excelente entusiasmo, puesto que beneficiaba a muchos jornaleros que obtenían puestos de trabajo en las salinas y que repercutía en el bienestar general de toda la población.

Francisco Ballesteros Villanueva, presidente de la Diputación Provincial de Alicante.

El señor Ruiz Capdepón y las personas que le acompañaban pasaron al comedor, espléndidamente adornado, y en cuya elegantísima mesa tomaron asiento los comensales que fueron los siguientes: la esposa del alcalde, Dolores Carcaño Andreu; la señora de Ruiz Cadepón, Concepción Valarino Torreaguilar, y su hermana; su hijo Trinitario Ruiz Valarino; Ballester, comerciante; José Giménez, hermano político de Ruiz Capdepón; Federico Linares, rico propietario de Valencia y dueño de la finca ‘Los Balcones’; Francisco Ballesteros Villanueva, presidente de la Diputación Provincial de Alicante; Sánchez Almódovar; Antonio Ballester Carcaño (hijo del alcalde); Tomás Gutiérrez, Juez de Orihuela; Luis Martínez, notario de Alicante; José Carcaño, Ayudante de Marina; Ceferino Talavera; Francisco García; Julián de Torres, diputado; Rafael Sala Satorres, diputado provincial; Rafael Terol, alcalde de Alicante; Carlos Barrera, diputado; y Alberto Ganga.

Rafael Sala Satorres, diputado provincial. Foto: A. Darblede

El banquete, que se puede calificar de soberbio, fue preparado con verdadera esplendidez, estando a cargo de uno de los más acreditados cocineros de Alicante.

Terminada la comida, durante la cual reinó la mayor cordialidad, Ruiz Capdepón dio las gracias por las muestras de cortesía y se retiro a descansar al igual que el resto de invitados a sus respectivos alojamientos, pasando la noche el ministro en casa de Manuel Ballester, situada en la esquina de las calles Ramón Gallud, entonces Quiroga, con la calle Concepción, frente a la plaza de la Constitución.

Funeral en el templo parroquial de la Inmaculada

A las 10 de la mañana del jueves, 3 de octubre de 1889, se verificó el solemne funeral en el templo de la Inmaculada Concepción de Torrevieja, por el eterno descanso de los que veintinueve años antes, en 1860, habían perecido víctimas de los furores del mar: Ramón Ruiz Lozano y Ramón Ruiz Capdepón.

Los restos, encerrados en una pequeña y preciosa caja de ébano, estaban colocados en un artístico catafalco, en cuyo frente había una preciosa corona que decía: “A mi inolvidable esposo”.

Una comisión del Ayuntamiento de Orihuela, compuesta por los concejales Francisco Román y Sixto Balaguer, depositó sobre el féretro una corona de muy buen gusto, en cuyas caídas se leía la siguiente inscripción: “A D. Ramón Ruiz Lozano y D. Ramón Ruiz Capdepón, el Ayuntamiento de Orihuela”.

Otra comisión compuesta por los señores Francisco Megías, José María Garriga y Rafael Payá, juez de la ciudad de Orihuela, depositó otra corona muy artística que contenía la siguiente dedicatoria: “El Colegio de Abogados de Orihuela, a D. Ramón Ruiz Lozano”. Además habían otras coronas cuyas dedicatorias de otras personas y comisiones.

La iglesia estaba completamente llena con las comisiones de todos los ayuntamientos de la región, el Ayuntamiento de Torrevieja, gran número de diputados provinciales, autoridades y corporaciones de nuestra población, y el ministro y su familia. La misa la cantó el arcediano de la catedral de Orihuela y secretario del obispo, Rafael Tous.

Torrevieja, 3 de octubre de 1889. Cortejo fúnebre con los restos de Ramón Ruiz Lozano y Ramón Ruiz Capdepón camino del panteón construido en el nuevo cementerio municipal. / FOTO: Darblade

Traslado de los restos al nuevo cementerio de Torrevieja

Después del funeral se verificó la traslación de los restos que fueron colocados en una preciosa carroza fúnebre, desde la iglesia al mausoleo construido en el nuevo cementerio.

Presidía el ministro a quien acompañaban todas las personas que antes hemos citado, siguiendo detrás todo el pueblo de Torrevieja.

Llevaban las cintas el presidente de la Diputación, el diputado Rafael Sala Satorres, el alcalde y juez municipal de Torrevieja Manuel Ballester Albentosa, Francisco Megías y Rafael Payá, una representación del Colegio de Abogados de Orihuela, y el Ayudante de Marina, y el Teniente Coronel de Carabineros.

En el cementerio se hallaba congregada toda Torrevieja en masa, deseosa de dar muestras de gratitud al ministro Ruiz Capdepón.

Mausoleo de Ramón Ruiz Lozano y Ramón Ruiz Capdepón. / Foto: Fco. Sala

Al llegar la comitiva al pie del mausoleo y en el momento de ir a depositar la caja en la fosa, Francisco Bianqui, teniente alcalde del Ayuntamiento de Torrevieja, leyó unos inspiradísimos versos alusivos al acto, originales del abogado del Estado, músico y poeta Luis Cánovas Martínez:

El abogado del Estado, músico, escritor y poeta Luis Cánovas Martínez. / FOTO: A. Darblade

Juguete de una ola irritada hacia el fondo del mar va arrastrando a la presa codiciada.

Veáse un hombre en tomar, en vano gime, se revuelve y lucha con el mar bramador.

Su voz suena apagada, nadie escucha, su ayes de dolor.

Le oye su padre al fin, y, de congojas sintiéndose expirar, al insondable prólogo se arroja su vida a rescatar.

Llega, le estrecha, pero el mar envía una ola de otra en pos y en un supremo abrazo de agonía desaparecen los dos.

Después de su victoria, satisfecho el iracundo mar de algas marinas el mullido lecho, les arroja al azar.

Más ¡oh mar! tu triunfo de un momento recuerdas con dolor y ves ante tí alzarse un monumento, tu eterno acusador.

El mar, sin cesar a tu memoria de aquel día fatal, la triste, breve y luctuosa historia de un amor fraternal.

El te dice que aquellos que en tus brazos hicistes sucumbir rompieran sólo en tus terrenos lazos y tú, tú has de morir.

Cuando suene la fúnebre trompeta en el juicio final y desaparezca roto este planeta del mundo sideral, tú mar soberbio, al caos, a la nada, de donde te sacó el Dios que con la luz de su mirada los soles encendió, volverás y, entre tanto, los que un día tu presa hiciste ya vivirán vida eterna de alegría al lado de Jehová.

¿Sientes inquieta y angustiada el alma tu culpa al conocer?

¿Quieres que vuelva la perdida calma al fondo de tu ser?

Recuerda tu delito y su agonía y eleva en su loor perdurable y patética herejía al trono del Señor.

Trinitario Ruiz Capdepón, profundamente emocionado y vertiendo abundantes lágrimas junto a los restos de su padre y hermano, contestó con una brillante y sencilla improvisación, haciendo derramar lágrimas a todos los allí presentes.

Despedida del ministro Ruiz Capdepón

Una vez terminada la triste ceremonia, impresionados por el acto que se acababa de presenciar, regresó toda la comitiva a Torrevieja acompañando al señor ministro hasta casa del alcalde Manuel Ballester, donde se hospedaba, siendo obsequiado con un banquete de despedida al que asistieron los mismos comensales que en el de la noche anterior.

Terminado el almuerzo, el Ruiz Capdepón, acompañado por las personas que ya dejamos citadas y en los carruajes preparados al efecto, se dirigió a la estación del ferrocarril donde fue obsequiado por el profesor de dibujo y redactor del ‘Diario de Torrevieja’, Agustín González, con un magnífico cuadro titulado “Una lucha en el desierto”, a la vez que nuevamente era aclamado y vitoreado por la multitud que lamentaba no poder retener por más tiempo al ilustre huésped.

En el momento de arrancar el tren de la estación de Torrevieja, a las cuatro de la tarde, y cuando el ministro de Gobernación era vitoreado por pueblo, Rafael Terol, alcalde de Alicante, contestó con otros tres vivas, uno al rey, otro a la reina, y otro al pueblo de Torrevieja, siendo contestados todos con verdadero entusiasmo por la inmensa concurrencia.

En la estación de Albatera-Catral se separó parte de la comitiva, dirigiéndose el ministro, acompañado de su hermana y de su hijo, de Ballesteros y de algunos otros señores a Orihuela, donde permaneció al lado de su anciana madre, Josefa Capdepón y Cascales, hasta el sábado, que salió en tren con dirección a Madrid, vía Murcia, para llegar a su domicilio capitalino el domingo.

Fuente: https://torreviejaresiliente.es/

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