POR FRANCISCO JOSÉ ROZADA MARTÍNEZ, CRONISTA OFICIAL DE PARRES-ARRIONDAS (ASTURIAS).
Hablamos de Antonio Noriega de Bada, hombre de confianza de Manuel de Godoy y acostumbrado a despachar con los reyes Carlos IV y María Luisa de Parma, además de gran amigo de Jovellanos.
Nos centramos, hoy, en la «Real Fábrica de Hoja de Lata de Fontameña», en Prestín.
La corriente desamortizadora que venía de Francia había intentado instalar una fábrica de hoja de lata dentro del monasterio de San Pedro de Villanueva pero, el industrial, escritor y sacerdote don José Vicente Pereda, consiguió que -en 1802-, la “Real Fábrica Nacional de Hoja de Lata” fuese una realidad en la finca de Fontameña (fuente amena), siendo él mismo nombrado director; asimismo, escribió y presentó, en 1811, una “Memoria” sobre la utilidad de establecer en Asturias las fábricas de moneda de calderilla decretadas por las Cortes. Cierto es que el tesorero del primer ministro Manuel Godoy, don Antonio Noriega de Bada, influyó notablemente en esta decisión de que se levantase la fábrica de hojalata en el concejo de Parres, que le había visto nacer. Mucho se ha hablado de este personaje, cuyo nombre real era Julián Antonio Noriega de Bada y Llerandi, nacido en Castañera, Arriondas, el 7 de marzo de 1769 y bautizado al día siguiente en nuestra parroquia de San Martín. Hijo natural de doña María Manuela de Llerandi y la Iglesia -nacida en San Juan de Parres y asistenta en la casa del juez (en Castañera)- y de don Manuel Francisco Noriega Pérez de Estrada, juez de Parres en aquellas fechas. La vida de este parragués -gran amigo de Jovellanos- ha sido verdaderamente apasionante -con un trágico final, a los 39 años, linchado y cosido a puñaladas en la Puerta de Palmas, en Badajoz-. Mucho se ha escrito sobre él cuando su retrato -pintado por Francisco de Goya- estuvo en el Museo de Bellas Artes de Asturias, en Oviedo, desde mayo de 2009 hasta mayo de 2010, antes de regresar a su habitual residencia de la National Gallery of Art, en Washington. La fábrica de hojalata fue totalmente destruida por las tropas napoleónicas en la Guerra de la Independencia, -corría el año 1809 cuando los franceses entraron en Asturias- y los monjes de Villanueva huyeron a Ponga, unos, y a Abamia, otros. Un incauto lego, de nombre fray Antonio, quedó en el convento y, allí, le dieron muerte.
FUENTE: https://www.facebook.com/franciscojose.rozadamartinez