POR PEPE MONTESERÍN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
Marcos Morilla, mientras caminábamos por Vegarada, me contó esta conversación de unas parientes suyas: “-Esta mañana compré un pisín de lujo. -¿Dónde? –En el Fontán. –Un poco lejos de tu zona, ¿no? –Me entró por los ojos; los jueves suelo coger el bus en la Pixarra y bajo al centro, luego regreso a casa con Goyo. -¿Un pisín pequeño? –Mediano. -¿Cuánto mide? –Calcula que para seis u ocho personas, aprovechándolo bien. -¿Por qué tan grande? Tenéis fuera a las hijas…, para Goyo y para ti os sobra. –Pero invitaremos a los amigos; díselo a Tino y venís el sábado. –Por supuesto; llevaremos sidra achampanada para celebrarlo. –Mejor vino blanco; Goyo goza con estas pequeñas cosas. –Oye, guapa, de pequeñas nada; aunque reconozco que es época de chollos. –No te creas, con este tiempo tan revuelto me salió carillo. -¿Lo compraste como inversión? -No, santa, compré el pisín, ¡el pixín!, para comerlo”.
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