POR RICARDO GUERRA SANCHO, CRONISTA OFICIAL DE ARÉVALO (ÁVILA)
Y así, sin casi darnos cuenta, estamos ya muy cerca de las navidades, en este enorme puente que parece un acueducto, de esos que casi se nos hacen largos… de esos que llenan nuestras calles, plazas, bares y restaurantes, también las plazas hoteleras, incluidas esas casas de turismo que ya han surgido por nuestro casco urbano, algunas en las zonas de turismo monumental. Y es que, el tiempo también ha acompañado, no hace demasiado frío, para las fechas que corren, alguna helada suave que no hace mucha mella en las plantas, fíjense que aún hay nícalos y los pinares se llenan de buscadores y paseantes. Recuerdo un año, hace ya unos cuantos, que por navidades seguíamos saliendo a pasear por nuestros pinares y también recolectar esos frutos del pinar tan apetitosos. Y es que, mientras no hiele y tengamos humedad, el hongo tiende a salir. Por eso seguimos disfrutando de ese apetitoso pincho que en la temporada podemos degustar en algunos de nuestros bares.
Mucha afluencia, un puente más, visitas que van afianzando ese turismo gastronómico y cultural. Menos grupos numerosos, autocares de grupos organizados, pero muchos visitantes en grupitos familiares que nos encontrábamos por todas partes.
También durante este fin de semana se ha producido una matanza popular en la Plaza del Arrabal, con tipismo improvisado y asombro de forasteros capitalinos que no lo han visto nunca de cerca, o quizás otros que ya lo han olvidado. Mucha expectación, y entre matanza y destazar, mucho público ha presenciado y rodeado esas faenas, bien acompañado de bebidas y música, y los toros descomunales ecológicos animando al personal. Y no eran el “Toro de San Nicolás” de Madrigal, una tradición recuperada en nuestra villa vecina que aglutina a millares y millares de personas en el último festejo taurino del año de una población muy taurina, unos bichos muy bien plantados que dicen han dado mucho juego y a juzgar por las imágenes subidas a las redes, así eran ciertamente, y bravos bravísimos e hicieron honor a su raza entre el regocijo de tantos visitantes. Los “toros del cajón” son últimamente un atractivo taurino para el numerosísimo personal aficionado, un festejo de gran atracción más que comarcal, yo diría, aún exagerando un poco, que allí estaba medio Arévalo. Pero volviendo a la matanza, una novedad que ha sido bien acogida y coreada y que duró hasta buenas horas de la noche con el sorteo de los manjares del cerdo, que se habían hecho lotes varios.
Unos días de sol acogedor que sacaron a las calles improvisadas terrazas que estuvieron muy concurridas como en un verano retardado que este año no termina de salir. Este ambiente en estas fechas tan avanzadas es aún de mayor disfrute, esperemos que el invierno fuera de fecha no nos pase factura. Pero, ya están aquí las nieblas.
También noche teatral, aquella obra que se quedó descolgada, por enfermedad, de la VII Muestra de Teatro. Una comedia en tono de vodevil que aportó muy poco a la escena del Castilla, guión manido y a vueltas con los cuernos, interpretaciones correctas y con escenografía menos que discreta. No ha dejado huella, aunque a veces el público prefiere estas obras de poco pensar y lo más divertidas posibles, como ya se ha puesto de manifiesto en otras ocasiones.
Y una nota sencilla, pero yo creo que necesaria. A pesar de los barrizales de las lluvias de estos días pasados, siguen los trabajos de limpieza de malezas, explanado del terreno afectado y compactado con esos materiales especiales que harán un firme de calidad para ese paseo fluvial del Adaja. Y al mismo tiempo esos andamios y trabajos de limpieza en el muro este del puente de Valladolid, o del cementerio, que por fin le ha llegado la hora. Y verán, algo importante, en ese desbroce y limpieza que ha rebajado algo los niveles de las arenas, están saliendo algunos detalles de su arquitectura antigua mudéjar y los arreglos posteriores que ahora se ven más claros y nítidos.