UN REPIQUE QUE NOS ALEGRA LA VIDA.
POR MANUEL GARCÍA CIENFUEGOS, CRONISTA OFICIAL DE MONTIJO Y LOBÓN (BADAJOZ)
Los almendros en su íntima primavera particular se han colocado sus prendas vistiéndose de blanco, engalanando las faldas de los cerros. Los aires empujan a las yemas y los brotes para que salga cuanto antes la flor que resucita. Las mañanas frías lavan la huella de los días azules.
La tibieza pasa y los días cansinos despiden la melancolía que acarrean siempre las ausencias. Las flores de los almendros, en su repique, han vuelto alegrándonos con ello la vida.