POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
No, no. Ya se que hoy «no toca» ayuno ni abstinencia; pero resulta que ayer, en la compra, vimos unas setas preciosas (lo de preciosas refiere el tamaño y la calidad de frescura, no su belleza de colorido) y unos mejillones como «d´equí allá alante» que, tanto lo uno como lo otro, invitaban a freír un sabroso revuelto «en conjunción».
Ahora viene una pregunta: ¿Qué demonios es un revuelto?
Verán ustedes. La definición más antigua que conozco refiere una fritura en aceite de huevos batidos; es decir, un a modo de tortilla francesa pero sin «moldear».
Parece ser que la iniciativa de los cocineros llevó a complementar esos huevos que se «iban a revolver» con algún ingrediente más. Así, por ejemplos, surgieron los revueltos de huevo y patatas (como tortilla de patata), los revueltos de huevo y jamón; o los que llevan chorizo; o los que se hacen con ajetes tiernos; o con espárragos…
Como ven, el «soporte base» es el huevo y «el acompañante», pues «lo que surja».
¿Qué sucedió?
Pues que sin saber cómo ni porqué (a lo mejor fue porque el cocinero no disponía de huevos) empezaron a ofrecerse en los restaurantes de «revueltos varios» sin presencia de cuajado de huevos batidos.
Pasó como con la palabra «milhojas», normalmente referida a un postre formado por láminas de hojaldre ya horneado que alternan con capas de crema pastelera, nata montada, merengue… y que actualmente se utiliza para designar un plato, dulce o salado, a base de capas superpuestas de ingredientes variados.
Pues con las setas de cultivo (Pleurotus ostreatus), los mejillones y «unos langostinos que había en casa» preparamos un primer plato (¡ya está en espera!) de lo más sabroso y baratín, dentro de lo que cabe.
Lavamos al chorro de agua fría las setas (que eran 400 g y todas de muy buen tamaño y muy frescas); las secamos con papel absorbente y freímos, pochando, en aceite de oliva junto con ajo picadín (2 dientes) y una rama de perejil picado.
Aparte, con un poco de agua, dimos un hervor a los mejillones (1 kg) y seleccionamos su carne, que reservamos.
Por su lado, seleccionamos las colas de 8 langostinos medianos.
En sartén con aceite, al guedo, doramos un diente grande ajo picado muy menudo junto con una guindillina; ya en su punto, añadimos las colas de langostinos troceadas y los mejillones. Salteamos bien esos mariscos y de inmediato los mezclamos con la fritura de setas, mezclando bien para formar un revuelto; es decir, un sistema material heterogéneo.
Les explico: heterogéneo, pero riquísimo.
Vean la foto a pantalla completa y «enagüen».