POR JOSÉ ANTONIO FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
Fue don Mario Raimundo Antonio Roso de Luna (1872-1931) un intelectual extremeño, natural de Logrosán (Cáceres), astrónomo, escritor, estudioso del costumbrismo extremeño manifestado en tradiciones y romances y seguidor de las teorías teosóficas que intentó aplicar a todos los campos de la cultura (Literatura, Música, Historia, Arqueología…).
Su «obra asturiana», escrita siempre bajo un prisma teosófico, abarca tres títulos: EL TESORO DE LOS LAGOS DE SOMIEDO (1916); «Don Roberto Frasinelli»; y «El Libro de bitácora de mis viajes a Asturias».
De la primera de estas obras espigamos un texto como «pie de foto» a la espectacular fotografía de Fidi Fidalgo, realizada el pasado sábado, en compañía de Glendor Díaz y Vane Robles, por tierras somedanas:
«¡El Valle del Ajo!, interrumpió el guía mostrándonos alineadas en una sola calle, aunque separadas unas de otras, hasta dos docenas de casas con sólidos sillares construidas, y con teitos, o sean tejados, extremadamente pendientes, formados por piorno, urce y escoba; teitos que se aumentan año tras año con nuevos haces para reparar los estragos de nevadas y ventiscas, que llegan a sepultar los edificios bajo seis u ocho varas de nieve.
Ved los hornos donde se cuece el pan, las corradas y las ventanucas estrechas y con dobles cristales que el temporal rompe a veces, derribando dentro las herradas de la leche y los secaderos de quesos… Así, como este valle, están los campos de Extremadura en invierno, dije maravillado de tanta fertilidad y tan inesperada como inexplicable belleza».
Ponemos punto final con este cantar vaqueiro:
«Vaqueirina, las túas vacas
son de bona condición:
beben mirando a la luna
y se acuestan cara al sol.»