EL CRONISTA OFICIAL DE IZNÁJAR (CÓRDOBA), ÁNGEL AROCA LARA, APUNTÓ QUE LA IMAGEN PERTENECÍA AL TALLER DE FELIPE DE RIBAS
Aunque no se conserva la documentación que acredite su autoría, la imagen del Ecce Homo, conservada en la capilla del Cristo de la Buena Muerte de la Real Colegiata de San Hipólito, es una notable pieza que apunta a la autoría del taller de Felipe de Ribas.
Una atribución que planteó Ángel Aroca, descartando otras hipótesis anteriormente planteadas que apuntaban a Pedro de Mena o a Alonso Cano.
Se basó para ello en el análisis estilístico de la imagen de un Ecce Homo tallado a modo de busto, con unas medidas de 70 x 50 x 40 cm, mostrando las manos entrecruzadas y marcada mirada hacia arriba, con rasgos propios de Ribas como el tratamiento del cabello con la raya al medio, los bucles en la zona media del cabello y las habituales guedejas que enmarcan el rostro, casi una firma repetida en muchas obras de Ribas.
También coinciden con este maestro las facciones de Cristo, la boca entreabierta, la nariz de caballete plano y los arcos superiores de las cejas marcados en la zona del entrecejo, pero sin llegar a la ondulación en “ese” de Juan de Mesa.
Recuerda también a Ribas en las proporciones reducidas de los brazos, así como en la forzada flexión de los dedos de sus estilizadas manos, un rasgo que se puede comprobar en otras obras documentadas del artista como el relieve del Bautismo o el curioso Descenso de Cristo al Limbo, obras documentadas de Ribas que se conservan en el retablo del Bautista del monasterio de Santa Paula de Sevilla.
El rostro de Cristo en el ático de este retablo, o los brazos de los ángeles pasionistas que lo flanquean también mantienen grandes paralelismos con el Ecce Homo de san Hipólito. Otro rasgo que incide en estos paralelismos es el tratamiento que presentan los pabellones auditivos de la imagen, tratados con gran detalle, y con la habitual presencia adelantada en el conjunto de la cabeza por la que los autores de la época buscaban su mejor visión desde una perspectiva frontal.
La presencia cercana de la imagen en la exposición cordobesa permite contemplar el verismo del tratamiento de la boca, con dientes y lengua minuciosamente tallados, así como el realismo de las gotas de sangre del cuello, provenientes de una corona de espinas que la talla no conserva en la actualidad.
La representación del Ecce Homo, “Este es el Hombre”, muestra el momento en el que Poncio Pilato mostró a Cristo desde el balcón del Pretorio, una escena que conlleva la habitual iconografía del manto púrpura que se le colocó a Jesús, de la caña colocada a modo de cetro de mofa y de la corona de espinas con la que fue martirizado y ridiculizado. La imagen ha perdido los dos últimos elementos, quedan restos de la corona de espinas en las marcas de la policromía y la caña pudo existir como un elemento añadido.
La iconografía del Ecce Homo fue muy habitual en la piedad de la Compañía de Jesús, siendo frecuente su presencia en oratorios de sus congregaciones. De hecho, una de las representaciones más devotas de esta advocación en Sevilla, la imagen del Cristo del buen Viaje de la hermandad de san Esteban, podría provenir de una congregación jesuita que tenía su sede en la iglesia de san Hermenegildo, una de las sedes de la Compañía en Sevilla.
Es una iconografía que entronca con las recomendaciones de san Ignacio como forma de contemplación del dolor, y que sigue las directrices de Trento sobre la cercanía de las imágenes. Así queda recogido en los Ejercicios Espirituales del propio fundador: “Considerar lo que Cristo Nuestro Señor padece en la humanidad o quiere padecer, según el paso que se contempla; y aquí comenzar con mucha fuerza y esforzarme a doler, tristar y llorar…”.
La presencia de este Ecce Homo en la muestra patrocinada por la Universidad Loyola de Andalucía en la mezquita de Córdoba es un aliciente más para su visita y para poder contemplar de cerca una obra habitualmente ubicada en un retablo.