UN VIAJE A LA ASTURIAS DEL SIGLO XIX A TRAVÉS DE LAS VOCES DE SUS PROTAGONISTAS
Oct 06 2019

FLORENCIO FLÓREZ SUÁREZ, CRONISTA OFICIAL DE SARIEGO, HA DEDICADO LOS ÚLTIMOS DIEZ AÑOS, DESDE SU JUBILACIÓN COMO DOCENTE EN LA UNIVERSIDAD, A LA EDICIÓN DE TODO EL MATERIAL QUE EL CANÓNIGO FRANCISCO MARTÍNEZ MARINA RECOPILÓ

Florencio Friera Suárez hojea el tercer y último tomo de «Papeles para el Diccionario geográfico-histórico de Asturias». / IRMA COLLÍN

Todo lo que usted quiera saber sobre cómo era Asturias hace doscientos años, en los tiempos de la Ilustración y la ocupación napoleónica de España, está en los papeles que el canónigo Francisco Martínez Marina recopiló para su Diccionario geográfico-histórico, miles de textos, en legajos, y decenas de mapas que describen pormenorizadamente todos y cada uno de los concejos, con datos sobre su orografía, su clima, sus gentes, su economía, su patrimonio cultural, usos y costumbres.

Martínez Marina, ovetense, canónigo y miembro de la Real Academia de la Historia, recogió el testigo de otro asturiano, Pedro Rodríguez de Campomanes, que fue director de la institución y que, para fundamentar las ideas centralistas afrancesadas con un constructo histórico, había planeado editar un gran diccionario de España. El proyecto se frustró, sólo algunos capítulos llegaron a ver la luz y en el caso de Asturias, por visicitudes personales de Martínez Marina, la ingente documentación que reunió durante aquellos años fue a parar a la Biblioteca Nacional.

Hasta allí tenían que trasladarse los investigadores para consultarla, hasta que, dos siglos más tarde, el Real Instituto de Estudios Asturianos (RIDEA) lo digitalizara y otro historiador retomara la empresa. Florencio Flórez Suárez, cronista oficial de Sariego, ha dedicado los últimos diez años, desde su jubilación como docente en la Universidad de Oviedo, a la edición de todo ese material. No ha intervenido en los textos, no los ha reescrito, solo los ha reunido, ordenado y facilitado su lectura y su manejo. El resultado son tres voluminosos tomos, el último con un amplio apartado de cartografía, en el que no falta detalle de la Asturias de principios del XIX, un mundo que, visto con los ojos de hoy, resulta a ratos salvaje o candoroso, y en el que la mina y la industria empiezan a empañar su esencia rural.

Anotaciones botánicas y reproducciones a mano de inscripciones en monumentos y lápidas antiguas, el cauce de los ríos y regatos, los picos más altos y los montes, los medios de subsistencia de los vecinos, sus celebraciones y sus tradiciones. Florencio Friera Suárez ha accedido a todo ese conocimiento a través de los informantes, clérigos e hidalgos que, por encargo de Martínez Marina y sin retribución económica que se sepa, mapearon Asturias de una manera excepcional. Lo hicieron describiéndola y dibujándola, y en muchos casos dejando para la posteridad excepcionales retazos de historia y etnografía. Friera, que se declara «enamorado» de algunos de aquellos narradores de la Asturias del XIX por su extraordinaria cultura y la sensibilidad que traslucen las palabras que dedican a sus concejos, ha seleccionado algunos de sus pasajes preferidos para LA NUEVA ESPAÑA, reproducidos, a continuación, íntegramente y con su ortografía original, tal y como pueden leerse en «Francisco Martínez Marina. Papeles para el Diccionario geográfico-histórico de Asturias» (KRK).

Morcín: los usos matrimoniales

Texto de Francisco Martínez Marina: «Son dignos de memoria, muy loable y de buen ejemplo, lo que los mismos vecinos practican en los conciertos matrimoniales. La noche de un sábado concurre el novio acompañado de tres o cuatro de los principales de su familia a casa de la novia, donde también se juntan algunos de la suya. Allí delante de todos hacen los novios su promesa de matrimonio, y los demás ajustan la dote de uno y otro. Al siguiente día se da parte al cura por parte del novio para que los proclame. Estos conciertos se celebran con una cena frugal, y proporcionada a las facultades de las familias.

Después de celebrado el matrimonio, la novia hace un pedido acudiendo personalmente a las casas de la parroquia o parroquias inmediatas y suele conseguir suficiente auxilio para poner su casa y sostenerla en aquel primer año».

José Antonio Palacio Cabeza, arcediano de Gordón y canónigo de la Catedral de Oviedo: «En la parroquia de Santa Eulalia hay la inmemorial y loable costumbre de que los vecinos, cada uno en el día de domingo que le toca a calle hita lleva un pan que ofrece al ofertorio de la misa parroquial, y al fin de ella se reparte un bocado a cada concurrente. Llaman pan de caridad, con cuio nombre y otros es bien conocido en la disciplina de la yglesia. La misma costumbre observan las demás iglesias del concejo, aunque en algunas se notan omisiones, porque no hay quien obligue ni acción para ello, según creen.

También merece hacer memoria de los conciertos y las vistas, dos usos que hay en los matrimonios, los quales son de buen ejemplo y ojalá se imitasen y diesen más a conocer. Los conciertos son una especie de esponsales que se hacen en la forma siguiente, la noche de un sábado concurre el novio acompañado de tres o 4 de los principales de su familia a casa de la novia, donde también concurren algunos de la suia. Allí delante de todos hacen los novios su promesa de matrimonio y los demás ajustan la dote de uno y otro. A otro día se da parte al cura por parte del novio para que los proclame, y mui pocos matrimonios hay que no principien por estos conciertos que se celebran con una cena a su modo.

Las vistas son un petitorio que la novia, después de casada, hace por la parroquia o parroquias inmediatas para ayuda de poner su casa y sostenerla aquel primer año, lo qual produce a las novias mas o menos según sus madres fueren liberales con las que les pidieron a ellas las vistas».

Santo Adriano: la mina de hierro de Castañedo del Monte

Texto de Francisco Martínez Marina: «He aquí la idea que ofrece la preciosa mina de hierro de Castañedo. No hay en Europa mina alguna conocida que tenga la riqueza, las excelentes cualidades, la situación, las proporciones para explotar a cielo descubierto como una gran cantera a muy poca costa, ni que ofrezca tantas utilidades como la de Castañedo. Ocho años hace que la usa Trubia en sus hornos altos, y la produce de un cincuenta y dos a cincuenta y cinco por ciento de hierro colado de excelente calidad, y cuyas municiones huecas a más de gastar poca pólvora para hacer buen efecto, no dejarán jamás de rebentar y menos servirán al enemigo, como sucedió en el último bombardeo de Bellegarde con las de otras fábricas de igual clase. Para su perfecta fusión, usan de fundente cuarzoso con el carbón vegetal, y habrá de ser castina o fundente calizo si llegan a fundir con el carbón mineral por los diferentes residuos de estos combustibles».

Cabrales, Bulnes (San Martín): la hijuela de Camarmeña

Juan Bernando de Mier, cura de la parroquia de Arenas: «Bulnes, parroquia del concejo y arciprestadgo de Cabrales, arcedianato de Villaviciosa. Comprende un solo lugar de su nombre donde reside poco más hace de un siglo el cura de Camarmeña. Está situado al sur sureste de la capital del concejo a distancia de dos leguas y quarto, aunque por el ayre no habrá más que legua y media o poco más. Los lugares más inmediatos son Camarmeña, que le cae a norte y a distancia de poco más de media legua, y el de Tielbe acia este separado como media legua. Está colocado en altura y pasa por él el río de su nombre, el qual baja del puerto de Moñas y pico de Urriel, corriendo de sur a norte a desembocar en el río Cares, muy cerca de Camarmeña; las aguas son tan frías como la misma nieve y en ellas hay quatro o cinco molinos. Está rodeado el pueblo de enriscados peñascos y elevadísimos puertos, por la vanda de este el que llaman Maín, por la del oeste el Amuesa, por sur y suroeste los de Moñas, Urriel, Acebuco, cuyos picachos más elevados tendrán de altura 3.000 pies sobre el nivel de las aguas del mar’. Los vecinos, en número 45 y 226 almas, viven en continuo sobresalto, pues ni en las casas ni en la iglesia ni en el campo tienen seguridad. No se da paso sin peligro, es inminente el de precipitarse en todas partes. La naturaleza se arma y embravece aquí contra los vivientes, los peñascos se desgajan de las más altas cumbres y arrollan quanto encuentran, los vientos azotan con orgulloso furor, las nieves que duran casi todo el año formando a las veces montañas de polvo y agitadas violentamente arrancan los árboles y destruyen quanto encuentran. La suma desigualdad y aspereza del sitio ofrece nuevas causas de precipicios y ruinas. Sobre una peña immediata a las casas hay un castillo redondo sin techo, sus paredes fuertes y gruesas y ya petrificadas. La iglesia parroquial está dedicada a San Martín Obispo y servida por el cura de Camarmeña, de la qual es hijuela o anexo esta de Bulnes. Hay además en este pueblo dos capillas, la de Nuestra Señora de las Nieves y la de San José».

Tineo: la caza del lobo

Eugenio Antonio del Riego Núñez, padre del general Rafael de Riego: «No se puede menos de hacer aquí mención de la multitud de lobos, que en todos tiempos y mucho más de algunos años a esta parte causan un terrible destrozo. No es ponderación el decir que cada lobo hace daño en más de mil pesos. El Principado fomenta su exterminio pagando por cada piel que se le presenta un premio decente, pero parece que no basta este estímulo, y que se debe pensar en acumular otros.

Entre estos, no es de poca consideración el que ya está en uso de andar el cazador por los lugares con la piel del lobo muerto, recibiendo gracias, aplausos y donativos proporcionados a las facultades de los vecinos, con dinero y carne salada. Si a esto le añadiera la excepción de todas las cargas de vecindario al que matase cierto número de lobos, pudiera ser mayor el estímulo para que se les persiguiese de veras.

Viniendo también a lo dicho el multiplicar los calellos (sitios en que se cogen vivos) y que estos si pudiese ser tuviesen el reclamo o añagaza de lobas domesticadas. Para uno de estos calellos es un lugar muy proporcionado donde dicen La Fanal, sitio elevado y de travesía, entre los términos de Mieldes y de Genestaza».

Fuente: https://www.lne.es/ – Elena Fernández-Pello

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