POR ANTONIO SÁNCHEZ DEL BARRIO, CRONISTA OFICIAL DE MEDINA DEL CAMPO (VALLADOLID)
`El viaje de los libros prohibidos´, es el sugerente título de una exposición en la que se plantea un recorrido por los episodios más destacados del libro de Miguel Delibes, `El hereje´, a través de treinta y tres `secuencias´ repartidas en cuatro capítulos; de este modo, se confrontan los párrafos extraídos de la novela con un centenar de documentos, libros y obras artísticas originales del siglo XVI –y por tanto contemporáneas al relato contenido en la novela–, circunstancia que hace muy recomendable la lectura de los textos de las cartelas para comprender la estrecha relación de las piezas seleccionadas con los personajes y los hechos narrados en el libro.
El primer capítulo de la exposición evoca el trasiego de nuevas ideas, prohibidas en la España del momento, y corresponde al viaje que el protagonista de la novela, Cipriano Salcedo, hace a varias ciudades alemanas para adquirir libros de Erasmo, Lutero y Calvino que sirvan de guía a los componentes del foco herético de Valladolid sobre los diferentes aspectos de la Reforma.
Las ciudades que recorre, los personajes históricos mencionados o las propias circunstancias del viaje, son rememorados a través de vistas de ciudades u obras consideradas heréticas y, por tanto, expurgadas por el Santo Oficio –se exponen, entre otros, los Adagios y los Apotegmas de Erasmo o la Vida de Calvino–, junto con libros de gran valor bibliográfico, entre los que cabe destacar la monumental edición de Basilea de 1665 de la llamada `Biblia de Lutero´ o el original de la célebre Bula Exsurge Domine dictada en 1520 por el Papa León X como respuesta a las enseñanzas de Martín Lutero. Junto a ellos, se muestran también obras de arte como dos navetas que evocan a las embarcaciones de la época, una preciosa maleta de viaje y, presidiendo el espacio coral de la sala, el extraordinario relieve de `La quema de libros´, original de Juan de Juni, una de las obras maestras de la exposición.
El capítulo titulado `El Valladolid de El hereje´ es el dedicado al personaje central de la novela y los sucesivos escenarios de la ciudad donde se desarrollan las principales etapas de su vida. Su nacimiento y la influencia de Minervina, la nodriza que le atiende y que se convertirá en su amor imposible, quedan reflejados en la exposición en una delicada tabla de la Virgen de la Leche, de hacia 1520, atribuida a un anónimo seguidor del flamenco Joos van Cleve. Las condiciones de los partos y otros episodios de la novela relacionados con estado de la medicina se rememoran en la muestra con obras y documentos ligados a los doctores Almenara y Laguna –en ambos casos citados expresamente por Delibes–, como el inventario de la casa y pertenencias del primero (en el que se cita su biblioteca médica) y dos ediciones de la obra de Dioscórides Anarzabeo, `Materia medicinal´, traducida y editada por el segundo.
La narración continúa con las primeras ocupaciones formativas y `espirituales´ del protagonista a partir de su ingreso en el Hospital de Niños Expósitos: el aprendizaje de las primeras letras (véanse el catecismo y la cartilla de la doctrina cristiana que se exponen) y su trabajo como limosnero, explícitamente descrito con `platos limosneros´ originarios de Nuremberg, de hacia 1500, y campanillas litúrgicas de Malinas de mediados del siglo XVI, bajo una hermosa tabla de la Asunción de la Virgen en la que se recogen las mismas letanías entonadas por el pequeño Cipriano en sus labores petitorias por las calles de Valladolid.
Tras acabar la carrera de leyes y conseguida la hidalguía, el discurso expositivo se detiene en la ocupación laboral del protagonista, esto es, el mercado de la lana y la venta de manufacturas textiles.
Así, la carta de concesión de Feria a Medina de Rioseco por los Reyes Católicos y sus posteriores confirmaciones otorgadas por Doña Juana y el Emperador, en todos los casos embellecidas con ricos miniados, recrean las alusiones al mercado riosecano; el retrato de Simón Ruiz, el gran hombre de negocios de Medina del Campo (Círculo de Juan Pantoja de la Cruz, hacia 1595), nos muestra la imagen poderosa del mercader de lienzos que, tras enriquecerse gracias al comercio internacional, alcanza la condición nobiliaria y se convierte en un influyente financiero. De otra parte, varias obras artísticas de la época relacionadas con la indumentaria recuerdan el oficio del personaje y su más importante creación: el `zamarro de Cipriano´. Entre otras, cabe destacar, una tabla atribuida al Maestro de Becerril, fechada en 1533, en la que el donante, Antonio de Cuéllar, aparece cubierto con un `zamarro aforrado´ muy similar al descrito en la novela, y dos relieves de Fray Rodrigo de Holanda, de hacia 1530, que nos muestran la indumentaria masculina y femenina del momento.
Fuente: http://www.elnortedecastilla.es/