Siempre tuve ganas de conocer Europa. De niño, la mecenas del pueblo, doña Delfina Castorena y don José Muñoz, el de la Casa Blanca, fueron a Europa, concretamente a Roma, y la pregunta era qué dónde estarían esos lugares. La respuesta me la contestaban los mapamundis en las clases de Geografía en sexto año de primaria. Era el otro mundo. En el año 1492, América era el nuevo mundo para los europeos. Sólo los ricos van, decía la pobreza de aquellos niños desarrapados.
Pasaron los años y en un lapso estudié la especialidad de Lengua y Literatura Españolas. Revivió la ilusión de conocer la tierra de Miguel de Cervantes, de Lope de Vega, de Federico García Lorca, de Bécquer, de Pérez Galdós y otros escritores, pero mi salario apenas alcanzaba para sostener mi familia. Hablo de los años 80s del siglo XX, cuando el Presidente de la República “defendió al peso mexicano como perro” y al día siguiente lo devaluó. “Dinero maldito que nada vales” yo cantaba, bueno aullaba, en una cantina del arrabal. Pero, un día iré, juré; no, no es cierto, yo nunca he jurado sólo cuando canto “mi juramento” pero, sí me la sentencié una mañana de una resaca espantosa. Un día iré a España. Y seguí bebiéndome los años hasta que decidí llenarme de júbilo. Ya no trabajaré en la escuela y ahora voy a viajar. ¡Viajar!
Lo comencé hacer en México. Sin embargo, se me atravesó Madrid en el año 2021 y fui, con la representación de la crónica municipal de Luis Moya, Zac., a un Congreso de cronistas en Avilés, Asturias. Entonces conocí la ciudad de Madrid, Valencia, Alicante, Oviedo y Avilés; ciudades medievales con influencia romana y árabe. Mis resentimientos históricos, sembrados por un maestro frustrado, sobre la derrota de Moctezuma tenían que ser superados entendiendo que sus mitos más la acción de muchos indígenas traidores que ayudaron a Cortés, derrumbaron a un imperio y traicionaron a toda su raza.
En el año 2022, con la misma representación de la crónica Municipal, volví a España a un Congreso de la Real Asociación Española de Cronistas Oficiales (RAECO) a realizarse en la ciudad de Cuenca en la región de Castilla-La Mancha.
Tres días antes del Congreso, de la estación de Atocha de Madrid, me “entrené” (me fui en tren) a Sevilla. Llegué a la estación de Santa Justa y de ahí, en taxi, me fui a un modesto hostal. Yo soy viajero “de mochilazo” o “de pata de perro” y no rento hoteles de mil estrellas ni como en restaurantes de lujo. Para empezar, la comida es diferente y mi estómago, ya muy tequiliado, lo cuido con desayunos ligeros como tostadas con café. Las tostadas, allá, son mitades de bolillo con crema y mermelada. Algunas veces como hamburguesas o tortas de calamar. En Cuenca conocí “el morteruelo” que es una especie de tinga mexicana. El jamón ibérico o serrano no falta. Con aceite, el estómago lo acepta muy bien. En los restaurantes que asistimos los cronistas mexicanos comemos de todo. Siempre hay vino tinto, café, agua y aceite. Es buena la comida española aunque no sé los nombres de los platillos.
Del hostal de Sevilla salí al río Guadalquivir. Estoy hospedado a una cuadra de este río. Luego subí a un turibús e hice un tour por Sevilla y Triana. Nomás era “para calentar” el conocimiento del recorrido. Yo sé a los lugares que voy a ir. Luego me dirigí caminando a la Catedral y pasé por el Archivo de Indias. Me tienta entrar para ver los archivos pero antes debo conocer la ciudad. Di vuelta a la Catedral que ocupa una manzana completa, impresiona la puerta principal de estilo gótico pero la puerta del Perdón tiene un raro atractivo. Y no es por los pecadores.
Hay otras puertas, por una de ellas entré y compré el boleto, aquí le dicen billete, para entrar a la catedral. Las catedrales de Valencia, Madrid, Cuenca y Sevilla son museos que guardan y conservan al medievo y al renacimiento. ¿Va a subir a La Giralda? Claro, contesté y aumentó dos o tres euros más el costo del boleto. La catedral tiene muchos cuadros de pinturas célebres, de imágenes maravillosas y de altares imponentes. En un lugar está la tumba de Cristóbal Colón. El genovés aventurero que le dio tanto renombre a España tanto por los descubrimientos como por el comercio. Luego está el acceso a la torre La Giralda. Aquí está una placa que dice que el Papa Juan Pablo II subió esta torre de la antigua mezquita árabe. Son 35 pisos de rampa. A subirla y ver a Sevilla desde esa altura.
Se me acabó el día y regresé al hostal.
El podómetro marca diez kilómetros andados. Con un baño y un descanso, el cuerpo se recupera. Al día siguiente fui a ver La Fuente de los Faroles (pienso que Zacatecas tiene una réplica) que está cerca de catedral y luego pasé a conocer el Real Alcázar de Sevilla. Pienso que es el lugar más hermoso, hasta ahora, que hayan visto estos ojos que un día serán cuencos de gusanos. Dedicaré una página especial para contar lo que vi en este castillo medieval. Después me dirigí al río Guadalquivir. “Voces de muerte sonaron/ cerca del Guadalquivir, voces antiguas que cercan / voz de clavel varonil”….. ¿Quién te ha quitado la vida/ cerca del Guadalquivir?/ Mis cuatro primos Heredias/ hijos de Benamejí./ Lo que en otros no envidiaban,/ ya lo envidiaban en mí”. Federico García Lorca y su Romancero Gitano. Hice un tour sobre el río. Vi los puentes de San Telmo, Isabel II, El Cachorro, El de Los Remedios, Las Delicias, La Cartuja que lo atraviesan. Desde este río partieron las embarcaciones hacia América. La Torre de Oro que es un edificio circular, ubicada a la orilla del río, dicen que vio todo el oro y plata que entraron a Europa provenientes de América. Hoy este edificio es un museo náutico. No sé cómo he caminado otros diez kilómetros según mi marcador de pasos.
Al día siguiente me levanté a caminar por la ribera del río. Hoy salgo para Cuenca a medio día. Pero antes vi una exposición de cráneos gigantescos en el paseo del Marqués del Contadero, visité el palacio de San Telmo, La plaza de toros de Sevilla, la Plaza España y el edificio del Costurero de la Reina. Regresé al hostal para el duchazo, luego hice mis maletas y después fui a desayunar. Terminando me dirigí a la estación ferroviaria de Santa Justa y de ahí a Cuenca donde se celebraría el XVII Congreso de la RAECO los días 21, 22 y 23 de octubre del año en curso.
Sevilla es una ciudad de turismo. Aquí se siente la presencia de América ya sea en el río Guadalquivir, en su catedral, en la plaza de toros, en su gente y hasta en su comida. Es un lugar muy atractivo y hay opiniones que señalan que tanto París, Roma, Madrid y Sevilla son capitales del turismo internacional. Con gusto regresaría a esta región andaluza.