POR RICARDO GUERRA SANCHO, CRONISTA OFICIAL DE ARÉVALO (ÁVILA)
Justo cuando el mundo de la música estaba festejando en tantos lugares y con tantos actos el patronazgo de Santa Cecilia, la patrona de la música y de los músicos, qué casualidad que en torno a su día apareció un nuevo frente amenazante, de esos de las alertas amarillas, que este otoño hubo unos cuantos y claro, no se si por lista onomástica, por casualidad o intencionadamente, llegó el “Cecilia”, que no es santo y nos trajo del embravecido Atlántico un nuevo vendaval, de vientos huracanados y de enormes frentes de lluvia, para no perder la costumbre. Está visto que últimamente cuando subo a Galicia los temporales se asocian y puedo decir eso de “aguas torrenciales por fuera, sofocantes aguas termales en el cuerpo, y aguas albariñas por dentro”, con el orujo tostado incluido.
Y no hubo lugar a excursiones por el románico rural, contra el tiempo no hay quien se ponga. Aunque sí pude asistir a un acto cultural, la presentación de un libro de mi amigo el historiador de Cuntis, Héitor Picallo, en esta ocasión en la ciudad de Marín, un libro sobre las castañas de Galicia a lo largo de la historia medieval, y como todos sus trabajos, con una enorme e importante aportación documental sobre el tema. Unas castañas que fueron y son un elemento importante de su producción de frutos del bosque. Ese fruto que tanta importancia ha tenido en la alimentación de tiempos pasados. Ahora es casi una exquisitez y tiene una marca de calidad, gran riqueza. Ese producto del bosque autóctono gallego se le llegó a comparar con la “patata antes de la patata”, una clarísima metáfora de lo que ha representado la castaña en la historia de la alimentación.
El temporal que rodeó esa noche fue terrible y el regreso a nuestra querida “Villa de los Baños” fue preocupante, como una noche de brujas huracanadas y aguas para dar y tomar… pero menos mal que yo no tenía prisa. El acto fue magnífico, en un precioso salón de la Biblioteca Municipal de Marín. Conocí al presidente o responsable de esa marca de las castañas gallegas, Manuel López, que ha trabajado el tema tan bien, una persona culta y muy conocedora de ese mundo rural, y también buen conocedor de nuestro sector resinero, el de la vecina zona segoviana y nuestra zona de pinar, pinos negrales o resineros, que han vuelto a llorar gotas de olorosa resina… Ineludiblemente salió el tema de las exquisitas castañas del sur de Ávila, las nuestras, también rodeadas de esa calidad y exquisitez, como muy bien conocen y valoraron dentro de aquel coloquio.
La verdad es que, a pesar del temporal, me sentí muy a gusto junto a mi amigo el historiador, que estaba “en su salsa” como decimos por aquí, erudito y buen comunicador, lo que le da ese gran prestigio en los medios culturales de toda Galicia.
Entre tanto, poco antes de partir a las aguas, pude ver fugazmente a otro amigo, este del mundo de la naturaleza, otra persona admirada y potente en el espacio del medioambiente, me refiero a Fran Durán, que aquí está fiel a la cita de la segunda fase de su magnífico proyecto del Paseo Fluvial de los ríos de Arévalo, en este caso desde el castillo a La Isla por las márgenes del Adaja. De este camino verde, paseo fluvial, o paseo de los ríos, ya hablaremos porque es otra fase definitiva que está cambiando una anquilosada mentalidad de mi ciudad, desde todos los tiempos, ese dar la espalda a los ríos, esas “cuestas” como sinónimo de porquería, escombros e inmundicias… Esto, amigos lectores, está cambiando, desde que el río Arevalillo goza ya de su paseo fluvial, esa limpieza de las cuestas del río y ese gran disfrute de la población, porque ha pasado a ser como un parque. No urbano, desde luego, pero, tan paseado y tan importante, que nos ha puesto de manifiesto la gran obra que ha sido en su primera fase, y lo será en la segunda, esta recuperación paisajística y de naturaleza viva. A este respecto bien podríamos decir que en esto de las cuestas de los ríos hay un antes y un después, de un sueño de muchos arevalenses y de un gran proyecto, el sueño de Fran hecho realidad.
No tengo más que enhorabuenas a estos dos admirados amigos… y mi gratitud.