POR PEPE MONTESERÍN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
Desde tiempo inmemorial, en los restaurantes, pido de primer plato una ración de jamón; mis compañeros de mesa, si los hubiere, eligen sus primeros, escogemos cada quien los segundos platos y, terminada la comanda, invariablemente, el maître se dirige a mí: “Una ración de jamón va a ser mucho para el señor, mejor le sirvo media ración”. Jamás consigo zamparme una ración entera; a veces el camarero, sin el menor empacho, dice: “La ración de jamón mejor la ponemos al centro para compartir”. Soy incapaz de llevar a mí coleto una ración enterita de jamón en esta España vertebrada; a veces mis compañeros meten baza: “El jamón de Pepe tráigalo ya y picamos todos”. Estos días quiero casarme con la que lleva siendo mi compañera 35 años, pero (no le enoje al feminismo mi síndrome) me temo que el magistrado la juzgue mucha esposa para mí y haga una segregación, o que mis testigos pidan que la ponga al centro.
Fuente: https://www.lne.es/