POR MANUEL GONZÁLEZ RAMÍREZ, CRONISTA DE ZACATECAS (MÉXICO)
Se trata de la Epifanía de la iglesia de San Ginés de Madrid. Es una brillante muestra de un grupo de piezas que formó parte de un Belén napolitano ofrecido por el rey Carlos III a esa iglesia.
Las figuras, de tamaño casi real, son ejemplos de la calidad de la escultura barroca de finales del siglo XVIII, capaces de adaptarse a diferentes posturas y vestidas con ropas y materiales de lo que entonces era la Monarquía Hispana: plata de los Virreinatos del Perú y de Nueva España, telas y capas de la Real Fábrica de Tapices de Madrid, sedas de Filipinas, Valencia y como no, también de Toledo, de aquella fábrica de hilados de seda puesta en marcha en el Alcázar por el Cardenal Lorenzana y la Real Casa de Caridad promovida por él mismo.
Las esculturas fueron realizadas en Nápoles, Italia, proceden de la misma ciudad que la imagen de la Inmaculada Concepción que preside el altar principal de la Capilla de Nápoles, anexa al antiguo Colegio Apostólico de Propaganda Fide de Nuestra Señora de Guadalupe de Zacatecas.
La Capilla de Nápoles es uno de los tesoros arquitectónicos del norte de México, está construída con detalles en mármol, chapa de oro y una variedad de pinturas que representan la transición del estilo barroco al neoclásico.
Su nombre viene de una imagen de la Purísima Concepción de María que se encuentra en el altar mayor y que proviene de Nápoles, Italia, la cual fue donada en el siglo XVIII por Isabel Farnesio, esposa de Felipe V, rey de España.