POR ANTONIO PÉREZ CRESPO CRONISTA OFICIAL DE LA REGIÓN DE MURCIA
Tras los desastres ocurridos en Europa como consecuencia de la Primera Guerra Mundial -1914-1918-, con un resultado de ocho a diez millones de muertos; y en la Segunda -1939-1945-, de cuarenta a sesenta millones, diversos países europeos iniciaron contactos para establecer unos vínculos lo suficientemente fuertes para evitar una tercera guerra mundial ante los efectos devastadores que produjeron dos bombas atómicas arrojadas sobre Hiroshima y Nagasaki.
Una nueva guerra -esta vez fría- entre los dos bloques europeos que como aliados o adversarios se enfrentaron entre sí en la II Guerra Mundial alertó a los líderes europeos y a EE UU. Se inició un periodo de reflexión que en 1949 se concretó en la creación del Consejo de Europa en el que integraron varias naciones de la Europa occidental.
Robert Schumman, ministro francés de Asuntos Exteriores, presentó el 9 de mayo de 1950 un plan para incrementar la cooperación entre seis países europeos. A partir de ese fecha, el 9 de mayo se denominó Día de Europa.
Como artífices principales de este primer acuerdo destaca un grupo de políticos pertenecientes a distintas opciones políticas claramente diferenciadas, y distintos países que tomaron como referencia y punto de partida, la amarga experiencia que habían vivido durante la II Guerra Mundial. Los seis países dieron un paso adelante, y son conocidos como los “padres fundadores” de la nueva Europa.
Konrad Adenauer (1876-1967), primer canciller del nuevo Estado de la República Federal de Alemania -1949 a 1963-, impulsó de forma decisiva el desarrollo de Alemania, efectuando un profundo cambio en la política alemana que facilitó la creación de la nueva Europa.
La sola enumeración de los resultados obtenidos por Adenauer en muy pocos años pone de manifiesto la importancia de su decisión de incorporar su país a la nueva Europa que emergía. En 1951 Alemania se incorporó al Consejo de Europa; en 1952, se integró en la Comunidad Europea del Carbón y el Acero; y en 1955 entró definitivamente en la OTAN. Parece una quimera: la reconciliación de Alemania, representada por Adenauer, con la decidida actuación de Francia, su implacable e histórico enemigo, representada por su presidente Charles de Gaulle y la firma de un tratado de amistad entre ambos países abrió un camino lo bastante amplio y sólido, de difícil retorno. La integración de Europa, o al menos de una gran parte de Europa, se inició a continuación.
El tercer fundador de la Nueva Europa fue Winston Churchill (1874-1965). Primer ministro británico -1950-1945-, desde el primer momento gran defensor de la creación de “los Estado Unidos de Europa”, puso en práctica un viejo principio, que mantuvo de forma inexorable: «La garantía de la paz en Europa exigía eliminar de una vez por todas las lacras europeas del nacionalismo y del belicismo», tesis de su discurso en Zurich en 1946, con el título Discurso para la juventud académica.
Otro estadista de esta primera etapa fue el italiano Alcide de Gasperi (1881-1954). Presidente del Gobierno, ministro de Asuntos Exteriores -1945 a 1953-, participó activamente en la campaña a favor de la unidad europea. Como experiencia personal conoció el fascismo y la Segunda Guerra Mundial y, como sus compañeros, llegó a la conclusión de que únicamente la unión de Europa podría evitar una guerra atómica. Promovió diversas iniciativas a favor de la unidad de la Europa Occidental y la realización del Plan Marshall, facilitando el establecimiento de estrechos lazos económicos con diversos países, especialmente con Francia. Defendió el Plan Schuman como base de la Comunidad Europea del Carbón y el Acero. En paralelo, apoyó una política de defensa de la Comunidad Europea.
Walter Hallstein (1901-1982). Europeísta convencido, primer presidente de la Comisión Europea -1958-1969-, consideró esencial para la integración política de Europa la creación de instituciones económicas comunes, promoviendo la creación del Mercado Común, idea que fue aceptada con gran rapidez.
Jean Monnet (1888-1979). Consejero económico y político francés, inspirador del Plan Schuman dirigido a fusionar la industria pesada de Europa Occidental del que fue primer presidente ejecutivo -1952 y 1955-, puso en práctica una idea muy concreta: «No coaligamos Estados; unimos hombres». Impulsó un programa de intercambio cultural y educativo de la Unión Europea, del que era autor.
Robert Schuman (1886-1963). Considerado como uno de los padres de la Unión Europea, defensor a ultranza de que únicamente la reconciliación permanente y duradera entre Alemania y Francia, sentaría la base sólida de una Europa unida.
Deportado a Alemania en 1940, huyó a los dos años, incorporándose a la resistencia francesa, sin ningún resentimiento. Al finalizar la guerra fue ministro de Asuntos Exteriores en cooperación con Jean Monnet, participando en la elaboración del Plan Schuman. Consideró básico el control conjunto de la producción de Carbón y Acero, materias primas básicas de la industria armamentística, afirmando que si la producción de ambos productos estaba controlada por un conjunto de países ninguno de ellos podría iniciar una nueva guerra. Schuman expuso sus ideas a Adenauer, que de inmediato apoyó la creación de una Europa pacífica. Su apoyo al plan facilitó que los Gobiernos de Italia, Bélgica, Luxemburgo y Países Bajos ratificaran la iniciativa. En abril de 1951 los seis países firmaron en París el acuerdo de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero, naciendo una nueva Europa que compartía intereses comunes en defensa. Desde 1958 a 1960 Schuman fue presidente del Parlamento Europeo.
Paul Henri Spaak (1899-1972). Su amplia carrera política lo sitúa entre los grandes estadistas europeos. Durante la Segunda Guerra Mundial defendió la unión de los países del Benelux a favor de la unificación de Europa, declarándose partidario de una Comunidad Europea del Carbón y el Acero, y otra Comunidad de Defensa, como garantes de la paz y la estabilidad. Presidió la primera sesión de las Naciones Unidas, y fue secretario general de al OTAN -1957-1961-, y uno de los redactores del Tratado de Roma. En la Conferencia de Mesina de 1955 fue elegido presidente del Comité de Trabajo.
Altiero Spinelli (1907-1986). Autor del Plan Spinelli que complementó al Parlamento Europeo con un tratado para la Unión Europea aprobado por el Parlamento en 1984 con una mayoría abrumadora. Consolidó los tratados firmados entre 1980 y 1990.
Al finalizar la guerra fundó el movimiento federalista europeo en Italia, trabajando como consejero de Gasperi, Spaak y Monnet. Fundador del Instituto de Asuntos Internacionales en Roma. Desde 1970 a 1976 fue comisario europeo de política industrial e investigación; durante tres años fue diputado del Parlamento Italiano por el Partido Comunista.
El 18 de abril de 1951, sobre la base del Plan Schuman, los seis Estados miembros originarios firmaron un tratado para gestionar sus industrias pesadas del carbón y del acero, acordando que ninguno de los seis podía individualmente fabricar armas de guerra para utilizarlas contra alguno de los otros. El 21 de marzo de 1957 estos seis países ampliaron su cooperación a otros sectores económicos, firmando el Tratado de Roma y creando la Comunidad Económica Europea o Mercado Común.
El tratado firmado el 18 de abril de 1951 sobre el Carbón y el Acero -CECA-, entró en vigor el 23 de julio de 1952, terminando su vigencia el 23 de julio del 2002.
Durante este periodo ingresaron como países miembros: en 1973, Dinamarca, Irlanda y Reino Unido; en 1981, Grecia; en 1986, España y Portugal; en 1995, Austria, Islandia y Suecia; en 2004, Chipre, Eslovaquia, Eslovenia, Estonia, Hungría, Letonia, Lituania, Malta, Polonia y República Checa; y en el 2007, Bulgaria y Rumanía.
En agosto de 1961, las autoridades comunistas de Alemania del Este contruyeron el Muro de Berlín para impedir que la población huyera hacia el Oeste. En octubre de 1990 Alemania del Oeste y la antigua Alemania Oriental se unificaron, integrándose en la UE, tras la caída del muro del Berlín.
Documentalista: Soledad Belmonte