UNA EXPOSICIÓN HOMENAJE REIVINDICARÁ LA HUELLA DE PÍO MURIEDAS • LA BIBLIOTECA CENTRAL DE CANTABRIA REUNIRÁ PINTURA, LIBROS, POESÍA Y CORRESPONDENCIA DEL RECITADOR Y ACTIVISTA CULTURAL LIGADO A LA GENERACIÓN DEL 27
Abr 16 2019

COMO SUBRAYÓ EL ESTUDIOSO Y CRONISTA OFICIAL DE SANTANDER, BENITO MADARIAGA, «IR POR LOS PUEBLOS Y MOSTRAR LA POESÍA EN ESCUELAS, CONVENTOS, FÁBRICAS Y ATENEOS PUEBLERINOS, PARA PODER COMER TODOS LOS DÍAS, ES ALGO INAUDITO»

Pío Muriedas, en Santander, en 1989. / SE QUINTANA

Los versos de Vicente Aleixandre, «Oh, voz de las voces/ sobre el haz de España!», presiden la farola en la Plaza Numancia dedicada al poeta y rapsoda Pío Fernández Muriedas. En su figura se simboliza el rastro de una memoria dedicada a la poesía y al teatro; todas las voces vivas de la palabra fundacional de los poetas, que encontraron en la propia voz y en el gesto de Muriedas la libre y solidaria encarnadura de sus versos. La farola con la dedicatoria al rapsoda se interpretó, en palabras de Antonio Montesino, como «una metáfora en el espacio cívico de una solidaridad bohemia, que ha dejado su huella en el patrimonio cultural y urbano de la ciudad».

Esta primavera, el rapsoda, poeta y actor Pío Fernández Muriedas será el epicentro de una exposición homenaje en Santander dedicada a su figura y huella» como recitador de poesía del siglo XX y reconocido por pintores, poetas, escritores e intelectuales durante gran parte de la pasada centuria».

La Biblioteca Central, Los Arenales, acogerá desde el próximo mes de mayo y hasta la entrada del verano esta convocatoria que reivindica el legado del juglar y símbolo de la palabra poética ligada al 27 y a su divulgación durante el siglo XX.

Personaje singular, «insólito e irrepetible», hombre libre, Pío Fernández Muriedas, que durante su vida se dedicó a recitar poesía, contar cuentos y a representar piezas cortas y monólogos teatrales», era un «sorprendente recitador».

Mantuvo correspondencia con personajes destacados e incluso con dos Nobel: Vicente Aleixandre y Miguel Ángel Asturias. Uno le llamó «voz de las voces sobre el haz de España», y el segundo, «señor del verso». Pero Pío Muriedas, «hombre inusual y asombroso», también trató a escritores y artistas como Valle-Inclán, Pío Baroja, Ramón Menéndez Pidal, Camilo José Cela, Dámaso Alonso, Joan Miró, Antonio Quirós, Antonio Buero Vallejo, José María Pemán, Gerardo Diego y Miguel Labordeta, entre otros muchos.

Solo o con su compañera, María Luisa Gochi, el rapsoda recorrió toda España difundiendo la poesía y dando a conocer a los principales escritores del pasado y del momento que le tocó vivir.

Un artista así tenía que ser «un hombre curioso y controvertido». Para unos fue un «excéntrico, trotamundos, bohemio y pícaro». Para otros, «un don Quijote, un Max Estrella, como le comparó el dramaturgo Buero Vallejo» del que se incluye un prólogo en el catálogo de esta próxima muestra.

Muchos practicaron antes que él el arte de recitar en teatros y universidades, pero como subrayó el estudioso y cronista oficial de Santander, Benito Madariaga, «ir por los pueblos y mostrar la poesía en escuelas, conventos, fábricas y ateneos pueblerinos, para poder comer todos los días, es algo inaudito».

Una forma de vida arriesgada y difícil de un «actor, propagandista político con la República, recitador poético, narrador y pintor naif por necesidad».

La muestra que acercará al juglar comprometido con el hombre, personalidad inclasificable, está comisariada por su hijo Manuel M. Fernández Gochi. La muestra estará configurada por cuadros del propio Pío, los retratos del homenajeado realizados por pintores de la época, más volúmenes de poesía, documentos, libros, correspondencia con los intelectuales de su generación y una audición grabada de poesía recitada por Pío, que caracterizó su personalidad pública.

El consejero de Cultura, Francisco Fernández Mañanes considera que este proyecto «es necesario para reivindicar y proyectar la figura de este genial creador. Y relatar su singular viaje por toda España dejando constancia de su maestría y talento recitador».

El testimonio de artistas e intelectuales, y los documentos y obras aportados configuran la iconografía de esta muestra homenaje.

El homenaje popular santanderino de la Farola fue una iniciativa de un grupo de escritores, artistas e intelectuales, encabezados por Isaac Cuende y Montesino, entre los que figuraban Manolo Maleras, Rafael G. Colomer, Luis M. Macaya, Juan G. Bedoya, Román Calleja, Antonio Quirós y el pintor Enrique Gran, en 1982, tras solicitar del Ayuntamiento de Santander la original propuesta.

La presentación del libro de Pío Muriedas ¡’Aquí queda esto’; un recital de poetas; la proyección de un vídeo sobre la vida del poeta; y la representación, durante la cena-homenaje de la farsa de Isaac Cuende, ‘Un supuesto difunto que al final ocupa su puesto y dice punto final’ acompañaron el acto.

En presencia del rapsoda se inauguró la farola con el recitado de unos versos satírico-burlescos. Entre las adhesiones al citado homenaje figuraron personalidades como el Nobel Camilo José Cela, Carlos Castilla del Pino, Buero Vallejo y Francisco Induráin.

Libro de Madariaga

Hace unos años Cultura publicaba el retrato vital de Pío Muriedas trazado por Benito Madariaga. En el libro, ‘Aventuras y desventuras de un trotamundos de la poesía’, el cronista e investigador santanderino recorría las huellas del recitador, poeta y actor en una publicación que aglutinaba por primera vez datos copiosos, testimonios y voces de un itinerario, a modo de inventario documental y gráfico.

Retrato de María Luisa Gochi por Pío Muriedas.

Pío fue un «personaje insólito e irrepetible», como rezaba el pórtico del libro (edición de Bedia). Ilustraciones, material bibliográfico y fotográfico integraron este paseo de vida y de muerte.

Cuatro apartados estructuraron el recorrido en el que primaban los propios escritos de Muriedas, y en el que se intentó dejar a un lado la anécdota –«la forma de proceder que le dio popularidad y la menos interesante», aseguraba Madariaga–.

«Donde Pío cuenta su vida»; «La muerte de María Luisa» («mujer, compañera inseparable, madre de dos de sus hijos que escogió con él una forma de vida insegura y severa»); «El homenaje de la farola» y «Se acaba la función» conformaron los itinerarios que vertebraban el libro. Madariaga, biógrafo de muchos personajes de Cantabria, dedicaba su escritura «a un hombre que no hubiera salido de la nebulosa del olvido».

Fuente: https://www.eldiariomontanes.es/ – GUILLERMO BALBONA

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