POR RICARDO GUERRA SANCHO, CRONISTA OFICIAL DE LA CIUDAD DE ARÉVALO (ÁVILA)
Permítanme que a modo de continuación hoy traiga de nuevo el tema de la Virgen de las Angustias, Patrona de Arévalo y su Tierra, amplia comarca unida en devociones compartidas. Este Diario ya ha informado puntualmente de esta fiesta grande, es la información del evento, de la fiesta religiosa más importante de esta tierra.
Pero yo, de nuevo, me quiero detener en los detalles del ambiente y en las vivencias e impresiones personales. Una fiesta que este Cronista vive desde diferentes puntos de vista. Como Cronista de la Ciudad atento a los aconteceres que el calendario nos pone en el camino, a fecha fija cada año. La vivo como cofrade de la Virgen, y también como ciudadano de esta ciudad. Es la misma celebración de un acontecimiento, en este caso la fiesta grande, pero nuevo y diferente cada año, según las circunstancias y los momentos que se conjugan en torno a la Patrona. Este año al coincidir con fin de semana, el sábado, la afluencia ha sido extraordinaria, porque muchas personas que viven fuera, o los que tienen sus vínculos en Arévalo, puede acudir a una cita obligada, siempre que el trabajo lo permita. Pero también la climatología anunciada invitaba a salir y participar. Y así fue, miles y miles de personas se dieron cita en esta fiesta.
Sin embargo, aunque estaba anunciado un gran día de temperatura y sol, amaneció nublado que nos hizo dudar de los pronósticos. Pero poco a poco y pronto, el día se despejó dejándonos una mañana radiante que nos acompañó en esa magnífica procesión de la imagen de nuestra Patrona por las calles de Arévalo, rodeada por miles de devotos de la Virgen. Mayordomos, Cofrades, autoridades civiles en gran representación, autoridades eclesiásticas, con nuestro nuevo Obispo flanqueado por los también nuevos dos párrocos, y su pueblo todo, largas filas de personas, unas participando en la procesión, otras expectantes contemplando el paso de la Señora de Arévalo… ¡Qué gran día! La imagen coronada triunfante y engalanada como corresponde, por las calles de la ciudad, como entronizada entre su pueblo y en sus corazones.
Y la especial participación de nuestra Banda Municipal de Música, armónica, florida y compacta en uno de sus mejores momentos como agrupación musical. No dejo de celebrar la magnífica versión para banda del himno de la Virgen, obra de su joven director José Miguel, una marcha de procesión preciosa de melodías que invitan a cantar…
Ya lo sabemos, cuando la fiesta cae en fin de semana se nota la mayor afluencia. Eso ya se podía advertir durante la novena, que empezó con muchos fríos, y aún así desde el primer día se notó un ambiente muy prometedor. La participación y la solemnidad han sido sus dos principales características a destacar. Que hermoso es ver a los más pequeños, los bautizados el año anterior, cuando sus padres los presentan a la Virgen en un rito lleno de ternuras y esperanzas. Y el día dedicado a los jóvenes, a los niños de catequesis, a la comarca, a los consagrados, a los mayores, los enfermos y los alejados… muchos matices de la vida de nuestra parroquia en torno a la Madre y Patrona.
Luego está la parte más lúdica, la gran animación, esos jóvenes tan arreglados, como un pincel, para celebrar la fiesta. Esa marcha cívica de las autoridades al son de la banda y después el tradicional vino español. Y la subasta de los regalos que los devotos hacen a la Virgen, una tradición bicentenaria, con frutos, dulces, bebidas y otras muchas cosas… como los gallos que popularizó nuestro periodista Emilio Romero en sus “gallitos” periodísticos y con su presencia como devoto de la Virgen que acudía cada año a la cita, hasta muy poco antes de morir… ¡y tantos recuerdos!
Un día grande, verdaderamente grande, muy grande y hermoso, como puso de manifiesto la gran participación popular en una fiesta de la Virgen entrañable y emotiva, porque todo Arévalo y su Tierra tienen una devoción y debilidad especial hacia esta Madre dolorosa que mira a sus devotos desde sus angustias, siempre a nuestro lado.