POR RICARDO GUERRA SANCHO, CRONISTA OFICIAL DE ARÉVALO (ÁVILA)
Este pasado domingo he viajado a La ciudad hermana de Arenas de San Pedro para asistir a la 24 Asamblea General de la Institución Gran Duque de Alba, la institución de la cultura abulense que cada año con convoca a sus miembros, esa gran familia cultural, en la capital o una población de la provincia, y en esta ocasión ha sido la bella perla del Tiétar, esa ciudad hermana en tantos aspectos, porque si en lo físico aquel sur es tan distinto a nuestro norte, aquello es la comarca que llamamos “la Andalucía de Ávila”, de montañas espectaculares muchas veces coronadas de blanco, y verdes exultantes, de clima mucho más benigno de tal modo que allí encontramos una flora de tierras calidad. Siempre es agradable volver al sur.
Verán amigos lectores, como otros muchos abulenses, hace años, cuando los medios de transporte eran muy distintos a los actuales y también las carreteras, poco después de ser abiertas al público, pues fuimos de excursión familiar para visitar aquel descubrimiento maravilloso, aquellas cuevas del “Cerro del Águila” que eran un portento de la naturaleza. Yo volví con otra excursión, esta vez del colegio. Y he vuelto en numerosas ocasiones. Una de ellas para conocer a Nino, aquel amigo en la distancia, ambos nos leíamos aún sin conocernos, cuando colaborábamos en aquel Diario de Castilla, hasta que un día quedamos, … luego coincidiríamos muchas veces en aquellas cenas de los “Abulenses del Año” del Hogar de Ávila en Madrid.
Yo recuerdo otra vivencia con Arenas, en la época de Ayuntamiento, cuando ambas dos ciudades, las de más población tenían tras la propia capital, hablamos de los años ochenta y tantos, cuando un año Arévalo superaba el censo de Arenas en ocho o diez habitantes y al año siguiente era justo al revés. Eran esas rivalidades provincianas la mayoría de las veces a causa de los equipos de fútbol y esas cosas. Pero en el fondo tenemos muchas cosas en común y aún parecidas, compartimos circunstancias parejas en tantos temas…
Pero yo hoy quería escribir mis recuerdos de un acto muy emotivo, una asamblea que, aparte de la legalidad, aglutina a la intelectualidad abulense, los de nacimiento y los de adopción, entorno a una institución de gran prestigio cultural que en esta ocasión ha tenido un profundo tinte de homenajes, nobleza obliga, muy importantes y que honran tanto a los reconocidos como a quienes lo reconocen.
En un precioso auditorio del Centro Cultural Josefina Carabias, con una estupenda música de fondo con obras de Boccherini entre los actos celebrados. Recibimiento de los nuevos miembros, los de número y los colaboradores, medallas significativas, un precioso discurso de Mª Teresa del Caso, en nombre de los nombrados, y esa frase que me gustó, “la verdad padece, pero no perece…”. De todo esto este diario ha dado puntual y amplia información, además de esa “Esquina de los jabalíes” de nuestro Nino en que nos ofreció ayer sus emociones. Yo quiero hoy plasmar mis emociones, me quedo con los sentimientos que rodearon el acto, el homenaje póstumo al amigo profesor Gutiérrez Robledo, al nuevo amigo Manuel Martín a través de mi admirada amiga Sonsoles. Y también a dos hombres que fueron alma de esta institución, Daniel de Fernando que yo conocí en la política como presidente de la Diputación, y a Carmelo Luis López, el director, maestro y también amigo que me abrió las puertas de esta gran familia y me indicó que podría aportar algo, porque colaborador ya lo era en la práctica. Y al escultor Santiago de Santiago, también un gran artista conocido hace años en Arévalo.
Y ese vino español en el palacio del infante don Luis, que me pareció magnífico, el vino y sobre todo el marco y entorno que acogió nuestros últimos saludos del día y de despedida de tantos amigos unidos en torno a la cultura abulense.
Por cierto, Nino, que bien te veo en la portada de nuestro Diario…