EL RESPONSABLE DEL ARCHIVO HISTÓRICO MUNICIPAL, EL HISTORIADOR Y CRONISTA OFICIAL FERNANDO JIMÉNEZ BERROCAL, HA PRESENTADO EL INVENTARIO DE TODOS LOS FONDOS EN EL QUE SE DETALLAN LOS 23.000 EXPEDIENTES
Cuando la documentación histórica desde el siglo XIII al XIX se trasladó al Palacio de la Isla en el año 2003, muchos legajos llegaron envueltos en posters de Los Brincos y Los Bravos, o atados con cuerdas. Por fin el Archivo Histórico Municipal de Cáceres tenía unas instalaciones modernas donde se controlaban incluso las condiciones de luz y humedad, pero había que catalogar nada menos que siete siglos de papeles, desde la Edad Media en adelante, y la labor no era fácil con miles de tesoros documentales alrededor. Finalmente, diez años después, el responsable del Archivo Histórico Municipal, el historiador y cronista oficial Fernando Jiménez Berrocal, ha presentado el inventario de todos los fondos en el que se detallan los 23.000 expedientes. Además existen 44.738 fotografías.
El resultado de tan arduo trabajo, papel por papel, son dos grandes tomos que recogen absolutamente todos los fondos inventariados, desde el legajo más antiguo, un privilegio fechado el 18 de mayo de 1258 en Olmedo (Valladolid) y firmado por el rey Alfonso X, en el que confirma la carta de población que había concedido su padre a Cáceres en 1231, después de la etapa árabe; hasta los fondos más recientes, como las solicitudes para instalar puestos de helados en la vía pública (años 1950-1971). La documentación de las últimas décadas no se considera histórica, sino administrativa, y por tanto continúa en el edificio consistorial.
Por primera vez, todo el patrimonio histórico queda ahora perfectamente clasificado de principio a fin según los criterios de los archivos municipales de Extremadura (Gobierno, Administración, Servicios y Hacienda). Es cierto que existían algunos inventarios de la documentación medieval hasta la muerte de Isabel la Católica, como el realizado por Antonio Floriano Cumbreño en 1934 y por la profesora Lola García Oliva en 1988. «Del resto no había catálogo, guía, índice ni instrumento alguno de descripción que permitiera un acercamiento coherente al patrimonio documental, teniendo en cuenta que se trata de una ciudad con mucha historia y un rico legado», explica Fernando Jiménez Berrocal.
El inventario no es un mero listado, porque el archivo no se puede concebir como un almacén de documentos. Se trata del testigo de la historia local, que solo se entiende conociendo su pasado. En las estanterías se recogen todas las leyes, decretos, ordenanzas y normas que han regido la vida de los cacereños desde el siglo XIII y han convertido a Cáceres en lo que es hoy. Por ello, el inventario no solo mejora la investigación científica, también facilita la información a los ciudadanos y la difusión cultural de los contenidos, una labor que por cierto se realiza mediante charlas, exposiciones, cursos, visitas o la selección de los ‘documentos del mes’.
Por tanto, el archivo ha dejado de ser un almacén de papeles viejos en barbecho, con etiquetas del tipo Asuntos de todas clases 1700-1799. Un trabajo muy laborioso en el que el responsable del archivo extiende el mérito a los distintos ayudantes y becarios que han pasado por el recinto desde 2004, así como al apoyo de los diferentes gobiernos locales representados por los ediles de Cultura de muy distinto signo político: Cristiana Leirachá, Santiago Pavón, María José Casado, Carmina Santos y Jesús Bravo.
En total se contabilizan 1.907 cajas archivadoras con 23.000 expedientes ordenados. El Fondo Medieval tiene un apartado propio con 145 documentos, la mayoría en pergamino, que van de 1258 a 1535. Hay auténticos tesoros como el Libro Becerro, que contiene una recopilación de documentos desde el siglo XIII al XVI. Se trata de un libro de copias de los que existían en familias nobles, monasterios, etcétera, donde se iba dejando constancia de todos los papeles a falta de las modernas fotocopiadoras.
Hay fondos tan curiosos como una carta plomada de Fernando IV concediendo a Cáceres las rondas de la villa en 1303, también un acta del juramento prestado por la reina Isabel la Católica a su entrada en Cáceres, prometiendo guardar los fueros, privilegios y libertades del concejo. Puede consultarse el expediente para el arrendamiento de la bellota de 1596, o una petición de 1675 a los cazadores para que no entraran en las viñas con perros.
Los fondos recogen toda la vida de la villa, los pleitos entre los gremios, los oficios, los padrones, los vecindarios, los libros de actas y acuerdos… Hay documentos de 1721 que reflejan las peticiones para hornos de cal y para asentar colmenas, también una querella entre hortelanos y molineros por el agua de la Ribera en 1742, o el acuerdo del ayuntamiento de contratar un empréstito de 500.000 reales con destino a comprar trigo para abastecer a la ciudad en el año 1856.
«Tenemos tantos documentos que podríamos hacer un recorrido desde el siglo XIII hasta 1950 y no faltarían datos para completar ninguna etapa», afirma Jiménez Berrocal, subrayando que el inventario marca un antes y un después en la historia del patrimonio documental, que además supone una «parte muy importante» del patrimonio histórico, «porque nos lleva a la genética propia de nuestro pasado», indica.
El inventario ha sido editado por el Ayuntamiento de Cáceres en colaboración con la Asamblea de Extremadura. Son 150 ejemplares que se han remitido a los principales archivos históricos de España y Extremadura, así como a otros centros de investigación. También existe una aplicación web y todo el contenido se ha subido a la página municipal (www. ayto-caceres.es/), donde los ciudadanos pueden realizar búsquedas selectivas incluso de su apellido. «Pretendemos que cualquier ciudadano pueda acceder de manera sencilla y práctica a los contenidos, bien a través de la edición papel como de las redes sociales», destacó el concejal de Cultura, Jesús Bravo, durante la presentación del inventario.
Pero el Archivo Histórico también posee un riquísimo fondo de 44.738 fotografías clasificadas por secciones: el fondo de Juan Ramón Marchena con 5.198 imágenes que retratan la vida cacereña del siglo XX; 2.214 fotos de actos de protocolo, 330 de la ciudad en obras, 74 del Fondo Llabrés, 647 de Aldea Moret… Además, ya se ha digitalizado este legado fotográfico y ahora se procede a hacer lo mismo con la planimetría. El próximo paso serán los libros de actas y acuerdos para que cualquier ciudadano pueda consultarlos desde un ordenador. Así se protegen los documentos de su uso directo y también se facilita su divulgación.
Por otra parte, y en la medida en que el archivo está mejor clasificado, aumenta el número de investigadores que llegan desde distintas universidades y centros de estudio de España y otros países para bucear en los fondos. Si en 2004 se registraron 43 consultas, en 2014 se elevaron a 303. La suma total de la última década asciende a 2.000. Además, la instalación dispone de tecnologías avanzadas para las búsquedas.
ARCHIVO ‘AMBULANTE’
No siempre se dieron estas facilidades. De hecho, el archivo municipal ha ido dando tumbos fruto de los vaivenes que la villa ha vivido desde la Edad Media. Los primeros documentos posiblemente se guardaran en la casa de alguna familia influyente hasta pasar al primer edificio propio del concejo ubicado en la plaza Mayor, que fue destruido en 1397 por la invasión de las huestes lusas. Luego, a finales del siglo XV, los fondos se ubicaron en el nuevo ayuntamiento adosado a la muralla. Ya en el siglo XIX, dado el mal estado del inmueble, se trasladaron al palacio de la Generala y en 1869 al nuevo ayuntamiento, donde un siglo más tarde se mudaron a un falso techo. Finalmente, en el 2003, se estrenaron las instalaciones del Palacio de la Isla.
En definitiva, Cáceres ya puede presumir de un archivo funcional con modernos sistemas de conservación de los tesoros en custodia. Ahora el inventario lo une todo a modo de eje transversal. Siete siglos en dos tomos. Dos tomos para la historia.
Fuente: http://www.elperiodicoextremadura.com/ – Lola Luceño Barrantes