En la última comisión insular de Patrimonio se anunció una inversión de 100.000 euros para la iglesia de San Juan, según Antonio González
PROYECTO EN QUE EL COLABORA ANTONIO MARÍA GONZÁLEZ PADRÓN, CRONISTA OFICIAL DE TELDE (LAS PALMAS).
Reivindicación. Un grupo de vecinos, encabezado por el cronista, urge inversiones que frenen el deterioro de la iglesia de San Juan Bautista.
Si Cristóbal García del Castillo levantara la cabeza… Tampoco tendría que moverse mucho. Lleva 400 años al pie de la nave de la epístola de su iglesia de San Juan Bautista. Fue quien la mandó levantar, o mejor, quien la impulsó, a finales del siglo XV, cuando le hicieron dueño y señor de estos predios de Telde, y allí pidió enterrarse. Lo dicho, si abriera los ojos, se le caería el alma a los pies. No se creería que aquella semilla suya, eso sí, reconstruida y ampliada más de una vez, diese lugar a uno de los templos de mayor valor artístico y arquitectónico de Canarias y que, pese a eso, haya caído en una pertinaz espiral de deterioro y decadencia, fruto de la indiferencia de las administraciones públicas, pese a que, por ley, han de velar por la protección y conservación del patrimonio histórico.
Un grupo de ciudadanos de Telde, encabezados por el cronista oficial de la ciudad, Antonio González Padrón, ha decidido dar un paso al frente para liderar un movimiento reivindicativo que le ponga el foco a las patologías que arrastra este inmueble para que sean objeto de una intervención lo más inmediata posible. A día de hoy algunos de esos problemas podrían afectar incluso a la propia estructura edificatoria, como es el caso de una especie de abombamiento que se ha detectado en el lateral izquierdo de la cabecera de la iglesia, donde está el altar mayor. O la tortura constante y dañina de las humedades, que se cuelan por la cubierta y los paramentos laterales, cada vez más enfermas.
«Buscamos dar un toque de atención a las autoridades», apuntó González, en una visita que giró al templo junto a varios de los implicados en esta causa, entre ellos, el exedil de Patrimonio Histórico de Telde, Antonio Benítez, y el escultor Máximo Riol, ambos muy sensibilizados con el estado de abandono que, a efectos de conservación, presenta este histórico templo, uno de los escasos tres de la isla que han merecido la distinción vaticana de Basílica Menor de la cristiandad. La última intervención reseñable tuvo lugar entre 2007 y 2009, cuando el Cabildo, entonces presidido por José Manuel Soria, impulsó la rehabilitación de la parte superior de las torres tras más de 10 años desmochadas y cubiertas por unas sonrojantes caperuzas.
«El deterioro es grave y urge una actuación inmediata», enfatiza el cronista, que últimamente observa con cierto desconsuelo cómo Gobierno y Cabildo destinan ingentes partidas para obras de rehabilitación en las iglesias del Pino en Teror, la Catedral de Canarias, Santiago de los Caballeros, en Gáldar, o San Juan, en Arucas. «Bienvenidas sean, pero esta iglesia también las necesita, y si la razón es que aquí, en el municipio, no hay quien tome la iniciativa y reclame la inversión, tanto el Cabildo como el Gobierno deberían actuar de oficio porque no podemos olvidar que este edificio tiene la categoría de Bien de Interés Cultural (BIC)».
ARCADIO SUÁREZ
La lista de desperfectos es larga. Afectan tanto al Patio de los Naranjos, que ni siquiera cuenta con pavimento, por lo que se encharca cuando llueve y se convierte en un agente activo en las filtraciones de agua, como a la propia imaginería, buena parte de ella atacada por xilófagos. Las que peor están son las que procesionan en Semana Santa, como el Cristo de la Agonía, llena de grietas. González repara también en el mal estado del suelo de cantería gris, de basalto volcánico, del propio templo, hundido por varias zonas, que, además, no ha parado de baldearse durante las tareas de desinfección por la covid durante la pandemia, lo que ha podido agravar, a su juicio, la afección por humedades.
Le preocupa mucho el abombamiento de una de las paredes laterales de la cabecera de la nave central, oculta por un tafetán rojo. «Esa tela no se cambia desde hace 50 o 70 años», apunta. «Puede que se haya soplado el encalado o que esté dañado el paramento; no lo sabemos, así que habría que retirar el tafetán, porque está sucio, lleno de tierra y humedad, ver cómo está la pared y después ponerle uno nuevo, con mejor color». Recuerda el cronista que la tradición era que cada vez que tomaba posesión el conde de la Vega Grande le regalaba al templo un tafetán nuevo, pero admite que esa costumbre hace mucho tiempo que se perdió.
Tampoco se sabe cómo están las paredes tras el retablo de la capilla de la Virgen del Carmen, antes de San Ignacio de Loyola, que data de 1699. Asegura González que no consta ninguna documentación de que se haya revisado desde que se colocaron los óleos sobre lienzo que decoran ese altar, que datan de aquella época. Puede que el mal estado que presentan esas pinturas dé una pista del daño que estén haciendo las humedades. Las paredes que sí se sabe que están dañadas, porque saltan a la vista, son las de la nave del baptisterio, decoradas con los impresionantes frescos que le pintó el insigne Jesús Arencibia en 1948. «Sufre un grave problema de humedades por capilaridad, que ha despegado, primero, todo el encalado, y después la capa pictórica, perdida en varios puntos», advierte Máximo Riol, que añade que esta patología se puede corregir inyectando silicona a alta presión en las partes bajas. Además, a su juicio, hay que impermeabilizar con pinturas de poliuretano y fibra de vidrio. «Este es otro síntoma de abandono». Riol lo lamenta, porque se está dejando perder parte de la obra de quien considera un gran muralista, que, además, llegó a tenerlo de profesor. La clave del daño que sufre, apunta el cronista, está en la desprotección de las paredes del baptisterio que dan al Patio de los Naranjos, al aire libre y muy expuestas a la acción de las lluvias. «Hay primero que picarlas para aislar las humedades y luego impermeabilizarlas bien».
Poco después de esta visita al templo, por los datos que maneja el cronista, se reunió la comisión insular de Patrimonio Histórico y allí se anunció que en los presupuestos del Cabildo para el 2022 están contemplados 100.000 euros para una actuación de choque en el baptisterio, destinada a frenar el deterioro de los frescos de Arencibia. González lo celebra, pero propone la conveniencia de encargar un estudio pormenorizado que fije las necesidades y las prioridades a la hora de actuar para que se desarrolle un plan de inversiones a medio o largo plazo que tenga continuidad y que evite que el templo acabe en la ruina.
El concejal de Patrimonio Histórico de Telde, Héctor Suárez, que acaba de asumir el cargo, confía en que se mantenga esa apuesta inversora por parte del Cabildo, pero subraya que la defensa del patrimonio histórico ocupará un lugar prioritario en su agenda. Con esa idea, anuncia que en unos días echará a andar otra vez la comisión local de Patrimonio, inactiva desde hace más de un lustro.
Este periódico intentó sin éxito conocer la posición de la propia iglesia, que es, al fin y al cabo, la propietaria del inmueble.
FUENTE: https://www.canarias7.es/canarias/gran-canaria/telde/joya-artistica-presa-20211114235510-nt.html