POR ANTONIO BOTÍAS SAUS, CRONISTA OFICIAL DE MURCIA
Sesenta días. Mil cuatrocientas cuarenta horas. Ese es el tiempo exacto, que se escribe pronto, que el Ayuntamiento de Los Alcázares ha tenido, desde que los vecinos denunciaran en ‘La Verdad’ el estado de sus aceras en Los Narejos, para reparar las deficiencias. Pero tampoco es que parezca preocuparle mucho a su regidor, Anastasio Bastida, desde cuya alcaldía advirtieron ayer a esta redacción de que tenía «que irse rápido al debate sobre el estado de la Región». Y, por si fuera poca la dejadez, apostillaron que «mañana también irá a la Asamblea». Sin embargo, en su municipio se produjo otro debate a pie de calle, quizá más interesante para cuantos allí residen y denuncian, por enésima vez, que no reciben la atención adecuada por parte del Consistorio.
Entender el problema es sencillo. Cientos de metros de acera se encuentran levantados sin que el Ayuntamiento haya hecho casi nada por repararlos. Tras la publicación en la sección ‘La Chincheta’ de este diario, unos operarios se desplazaron hasta la calle Río Navia, epicentro del problema aunque hay otras igual, para arreglar una losa levantada en un alcorque. Pero obviaron hacer lo mismo en el resto de la urbanización. «Llevamos años así y no se hace nada», advertía Ángel Ortiz, uno de los vecinos. Emilio Martín, otro residente en la calle, añadía que «resulta incomprensible que se hundan las aceras y el alcalde no ordene, cuando menos, señalizarlas». Y así, uno tras otro, alrededor de doscientos afectados insisten en «la dejadez municipal». Por si fuera poco, en medio de la calle y tras la instalación de una caldera, se produjo un agujero en la acera que impide el paso de sillas de rueda o carritos de bebé. «Sucedió ante mi casa, no voy a esconderme -reconoce María Cruz, otra vecina- y el Ayuntamiento debe entenderse con el seguro puesto que la acera es su propiedad. Pero nada, oiga. He tenido que señalizar yo misma la acera». Con cintas y cañas para evitar que alguien se caiga. Hasta ella tropezó en el agujero y muestra su pierna vendada. «Es una vergüenza. Mi hija ha ido decenas de veces al Ayuntamiento y nadie la ha recibido. ¿Qué hacen allí?», asegura.
Mientras María Cruz lamenta su suerte, otros residentes señalan al resto de alcorques donde crecen moreras que han reventado el pavimento. Una mujer intenta pasar con sus hijos y un carrito esquivando losas levantadas. «Todas las calles están igual y el alcalde no ha tenido el valor de dar la cara», denuncia Lucía Jiménez.
Hasta el extremo de que el hundimiento de su acera, que debería haber supervisado el Consistorio antes de recepcionar la urbanización, «he tenido que arreglarlo yo. Y mis 600 euros que me ha costado. Pero llevaba años padeciendo la entrada de agua a mi casa». Entretanto, el alcalde andaba en el debate del estado de la Región quizá sin acordarse del pésimo estado de las calles de su pueblo.
Fuente: http://www.laverdad.es/