POR FRANCISCO JOSÉ ROZADA MARTÍNEZ, CRONSITA OFICIAL DE PARRES-ARRIONDAS (ASTURIAS)
(Memoria de Gloria Velasco Blanco, alcaldesa de Parres en tiempos convulsos)
María Gloria Velasco Blanco nació en Arriondas el día 24 de agosto de 1905, hija de Silverio Velasco González, de veintiocho años de edad, natural de Cuérigo (Aller) y de Mercedes Blanco Quesada, natural de Onís, de veinticinco años. Abuelos paternos fueron Luis y María, y maternos Ángel y Cecilia.
Gloria fue bautizada en la recién inaugurada por aquellos días iglesia parroquial de San Martín, en Arriondas, donde también recibió la confirmación con sólo tres años, pues era lo habitual en la época, dado que solamente el obispo podía administrar este sacramento y visitaba las parroquias cada bastantes años, de modo que podía encontrarse con personas de muy diferentes edades que recibían la confirmación en la misma ceremonia.
Imaginamos a Gloria en la escuela de Arriondas entre otras más de cien niñas, o ayudando a su padre en la tienda de ultramarinos o coloniales que tenía en el centro de la villa -tal vez la mejor- donde no sólo se podían adquirir comidas y bebidas, sino incluso repuestos para los pocos automóviles que había en aquellos años y que contaba hasta con un surtidor de gasolina.
Su padre era también primer teniente de alcalde, dimitiendo como tal el día 16 de julio de 1929 por sus muchos quehaceres; mientras una hermana de Gloria -de nombre Marina- aparece mencionada el 9 de octubre de 1928 por la maestra auxiliar Natividad Pechero, cuando ésta tuvo que ausentarse durante varios días para acudir a unas oposiciones, recomendando a Marina como su sustituta, propuesta que fue aceptada por la Corporación Municipal que presidía José Aquilino Pando.
Gloria había adquirido un notable prestigio como bordadora, que le sería muy útil años después, y fue una de esas mujeres que con la proclamación de la II República -en abril de 1931- tomó conciencia de que la igualdad entre hombres y mujeres iba a ser una realidad al aprobarse la nueva constitución.
En 1936 se afilió al PSOE y a las Juventudes Socialistas Unificadas y -un año después- a UGT, según consta en su ficha de ingreso nº 954 de la Agrupación de Socialistas Asturianos.
Gloria contrajo matrimonio canónico en Covadonga el día 18 de agosto de 1922 -seis días antes de cumplir los 17 años- con Eugenio Alonso Cerra, soltero y vecino de la parroquia de Sta. María la Real de la Corte, en Oviedo, donde era industrial.
Quince años después -cuando ella tenía 32 años y su marido 42- formaban una familia con cuatro hijos, Eugenio, José Luis, Alfredo y María Teresa Alonso Velasco, de 13, 8 y 7 años respectivamente, gemelos los dos últimos, nacidos el 18 de octubre de 1930.
Era una mujer con carácter, defensora de que todos los españoles -sin distinción de sexos- debían ser admisibles en los empleos y cargos públicos según su capacidad y mérito.
Fue defensora del divorcio en aquella España tan conservadora, cuando había pocos países en Europa que no lo hubiesen aprobado ya, y sólo Italia y España eran las excepciones; cierto es que, cuando se aprobó en 1932 en España, acabó siendo una ley de divorcio de las más progresistas de Europa.
Lo mismo se puede decir de su defensa del derecho a votar de las mujeres. La concesión del voto, como la del divorcio, fueron logros de la mujer en el periodo republicano, y Gloria Velasco trabajó por ellos desde Parres, logros tan efímeros como el propio régimen que los había posibilitado, puesto que el nuevo Estado surgido tras la Guerra Civil -el 1 de abril de 1939- daría al traste con todo lo conseguido en esta materia y en tantas otras.
Gloria desempeñó el cargo de Consejera en el Ayuntamiento de Parres, fue Delegada de Asistencia Social y de Enseñanza y -en junio de 1937- era tercera teniente de alcalde del Consejo Municipal.
Nombrada alcaldesa accidental de Parres en esos meses ya muy convulsos, se vio obligada a huir a Cataluña y allí se empleó en la secretaría de UGT en Farners de la Selva, Gerona (calle Francisco Maciá nº 23).
Representó al Centro Asturiano de Cataluña en la Comisión Consultiva de Ayuda a los Refugiados -dependiente de la Generalitat- percibiendo por ese trabajo 60 pts. mensuales, según su ficha de refugiada nº 1.196.
Gloria Velasco acabó exiliada en Francia, como les ocurrió a cerca de medio millón de españoles.
Tras terminar la Guerra Civil en 1939, el ex-embajador republicano español en Chile, Rodrigo Soriano, envió una carta al Gobierno chileno preguntando si su país estaba dispuesto a conceder asilo a refugiados españoles que se encontraban en Francia viviendo en condiciones de hacinamiento, y ese comunicado fue el primer paso para abrir unas negociaciones con la ayuda del poeta Pablo Neruda.
Antes de llegar a Francia, Neruda pasó por Buenos Aires, Rosario y Montevideo, ciudades en las que concitó la colaboración de los organismos solidarios argentinos y uruguayos que participaron en el financiamiento de esta empresa migratoria.
Neruda había sido cónsul en Barcelona y, posteriormente, en Madrid y consiguió que el paquebot mixto Winnipeg -que inicialmente no tenía cabida para más de 100 pasajeros bien acomodados- se transformase en su capacidad para poder albergar a más de 2.000 personas, modificación llevada a cabo por el Servicio de Evacuación de Refugiados Españoles en los astilleros franceses de El Havre, entre los meses de junio y julio de 1939, pasando a la historia como el barco que llevó a 2.200 españoles al exilio, entre el 4 de agosto que zarpó de Francia y el 3 de septiembre que llegó a Chile, con los últimos días de navegación llevados a cabo cerca de la costa y a oscuras, por temor a sufrir atentados de submarinos alemanes.
En el listado de exiliados de este barco aparece la parraguesa protagonista de este artículo, la cual se estableció con su esposo y -al menos, sus dos pequeños hijos gemelos- en Santiago, la capital chilena.
Tiempo después escribió: “Después de dos o tres años de tratar de ubicarme en cualquier colocación o profesión de acuerdo con mis aptitudes y de pasar más angustias que la mismísima Virgen del mismo nombre, un día me acordé que tenía bastantes buenas condiciones de bordadora”, según le comunicaba el 19 de enero de 1947 al maestro y político asturiano José Barreiro García, que se encontraba en el exilio en Marignac (Francia).
En Santiago de Chile -ya viuda- tuvo éxito con sus bordados y los colocó en los ambientes mesocráticos chilenos, entre gente de clase media y burguesa.
Pero la salud dejó de acompañarla y -tras una terrible enfermedad que la había dejado paralítica- Gloria Velasco Blanco falleció en el exilio en 1953, con 48 años de edad. Su padre y hermanas quedaron aquí, en Asturias, y sus hijos en Chile.
La necrológica publicada el 19 de noviembre de ese año destacaba sus cualidades de bondad y altruismo y -especialmente- su dedicación, cuidado y asistencia a los niños huérfanos, primero en Gijón y después en Cataluña.
Las reivindicaciones de Gloria defendiendo la igualdad entre hombres y mujeres hace ya ochenta años, eran y son sueños a los que aspira cualquier sociedad democrática y sólo pueden ser logradas desde la libertad, individual y colectiva.
Su defensa no puede ser ideológica ni puede ser instrumentalizada, porque forma parte del núcleo de valores que articulan el corazón mismo de las democracias que nos hemos dado y por las que debemos de velar, mejorándolas en lo que sea posible y socorriéndolas frente a los extremismos que pudieran acecharlas.
Por medio de estas líneas serán muchos los parragueses que tengan conocimiento por primera vez de la vida de esta vecina de Arriondas que -como señalé más arriba- fue alcaldesa de Parres durante algunas semanas, en 1937, primera mujer elegida para el cargo en toda la larga historia del concejo hasta nuestros días.
Se conmemora este año el 85 aniversario del exilio de cientos de miles de españoles que debieron abandonar su país y vivieron en un sentimiento de orfandad -en muchos casos- hasta su muerte, por lo que se celebrarán en su memoria más de un centenar de actos repartidos en cuarenta y tres ciudades de diez países, en tres continentes. Serán homenajes para recuperar algo tan fundamental como es la memoria del exilio de 1939, una enorme y excepcional historia intencionadamente silenciada durante demasiado tiempo.
Por último, debo agradecer a la parraguesa Gimena Llamedo González (cuando escribí este artículo -hace cinco años- era Secretaria de Organización de la Federación Socialista Asturiana y Jefa de Gabinete de la Delegación del Gobierno en el Principado de Asturias y -actualmente- Vicepresidenta del Gobierno del Principado de Asturias, en otro tiempo aventajada alumna de quien escribe estas líneas) el aporte de documentación para dar vida a este artículo, pues sin su especial empeño, interés y dedicación no hubiese sido posible poner de relieve -después de más de ocho décadas- la vida de la también parraguesa María Gloria Velasco Blanco.
No pueden cerrase estas líneas más que con las exclamaciones líricas del gran poeta Antonio Machado, otro exiliado del que el próximo mes de febrero se cumplirán ochenta y cinco años de su muerte:
“… Al andar se hace camino, y al volver la vista atrás se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar. Caminante, no hay camino, sino estelas en la mar…”.