POR RICARDO GUERRA SANCHO, CRONISTA OFICIAL DE ARÉVALO (ÁVILA)
Este pasado sábado, como en la mayoría de ciudades y pueblos de España, han tomado posesión los ediles elegidos en las urnas. No querría entrar en los pormenores algunos de interpretación tan singular de los dispares resultados, que para eso están los profesionales del periodismo, pero sí debo y quiero reseñar en estas líneas el caso de mi pequeña ciudad, que con el mayor número de listas presentadas en la historia democrática, seis candidaturas, la representación votada por el pueblo arevalense ha quedado reducida a tres formaciones, y de ellas, dos igualadas en número de concejales y la tercera con un único concejal. Cosas de las urnas y del deseo de las gentes. Y a pesar de la aparente evidencia de pactos, hasta último omento nos han tenido en vilo. El acuerdo entre Arévalo Decide y el PSOE ha dado la alcandía y el gobierno de la ciudad a Francisco León, que ya fue alcalde con el grupo socialista hace años, dejando en la oposición a Vidal Galicia que ha sido alcalde durante los últimos 16 años y a sus compañeros del grupo popular.
Un pleno protocolario que se desarrolló según las normas establecidas, con aplausos de los partidarios de un público que llenó el salón de plenos municipal. Un relevo que quiero reseñar, con unas palabras del alcalde saliente de buenos deseos al nuevo equipo de gobierno, y tras un apretón de manos con el nuevo alcalde, se mostró agradeciendo, a disposición de todos los arevalenses y a trabajar por una ciudad mejor como cabeza de una comarca con la que se siente muy unida.
Esta es casi una pequeña crónica periodística, pero yo desde mi condición de Cronista Oficial debo dar una opinión, un relato de los hechos y manifestar mis deseos mejores para que esta nueva corporación en adelante sea lo mejor para esta ciudad, que no deje algunos grandes proyectos que están en marcha, estoy seguro seguirán además de aquello que ellos quieran emprender en bien común de la ciudadanía. Y que la oposición lo sea constructiva y leal, como así se manifestó. Y desde luego recordar que yo fui nombrado Cronista en el anterior mandato de Francisco León, allá en mayo de 2003, y desde entonces he intentado ser fiel y leal Cronista de la Ciudad durante estos años y espero seguir siéndolo en esta nueva época que iniciamos, como ya he manifestado al nuevo alcalde.
Hoy también quiero dedicar unas líneas a la cofradía hermana de “La Caminanta” que ha realizado su fiesta y romería anual con un compromiso renovado y comprometido en la gran parte de sus miembros. Una fiesta que aúna religiosidad y tradición, un vestigio de nuestras raíces de una sociedad que defiende sus cosas, aunque no siempre las conserva o las cuida, pero que cuando se empeñan en ello, los frutos son sensacionales. Una fiesta que en todo su contenido ha sido renovada: primera romería con el nuevo párroco don Sebastián y con el nuevo alcalde Paco León.
Quienes me conocen ya saben que este humilde Cronista cuando escucha la dulzaina y el tamboril, todo mi ser vibra en emociones sonoras y ancestrales en todos los recovecos de mi ser, que me siento cercano a todo lo de Arévalo que defiende nuestras raíces y nuestra forma de ser, tanto como me entristece lo que viniendo de fuera no aporta nada nuevo ni valioso. Y como así lo siento, es buen momento para decirlo claro y alto, como ahora se dice en una de esas frases hechas, pero que ahora nos viene bien al caso. Y cómo he recordado y añorado aquella otra romería y Virgen, de La Lugareja que ya hace años la insensatez, la prepotencia y el desencuentro nos privó de su disfrute. Cómo no añorar aquella romería que hace años, cuando las Ferias y Fiestas se celebraban en junio, era el preludio e inicio de ellas, y la romería de La Caminanta el colofón. Eran como los paréntesis de las Ferias y Fiestas que estaban veladas por estas Señoras y Vírgenes tan de nuestra tierra.