POR MIGUEL ROMERO SAIZ, CRONISTA OFICIAL DE CUENCA
¡Qué gran labor la de ese Club de Amigos de la Catedral¡, sí así es, porque una prueba más de esa generosidad es la restauración de esta tabla del siglo XVI, parte central de un retablo que se encontraba tapada en la capilla del Arcipreste Barba y que, afortunadamente, salió a la luz inesperadamente, por sorpresa y ante la alegría de los responsables de nuestra catedral conquense.
Es cierto que nuestro templo catedralicio es un cúmulo constante de sorpresas, pero también es cierto que, esto que lo es en todas las catedrales del mundo, aquí está teniendo un presente en proyecto y cultura, gracias a sus responsables, a su Director don Miguel Ángel Albares, a sus canónigos de ese Cabildo que dirige José Antonio Hernández y a ese Obispado encabezado por Monseñor Yanguas. Creo que un gran equipo que ha visto como la ciudad y los visitantes hemos podido contemplar una parte más, de ese interiorismo misterioso que afortunadamente encierran estos grandes templos del Arte mundial y de la Historia de todos.
Ahora, una tabla renacentista, un tesoro del arte de influencia italiana que ocupaba otro más de esos innumerables y maravillosos retablos que llenaron nuestros rincones en tiempo de arte y catequización iconográfica. Los retablos, la rejería, los artesonados, los relieves escultóricos, las ampliaciones de parte de la planta arquitectónica y todo cuanto supone cada rincón de este maravilloso templo deleita al visitante, culturaliza al estudiante y hace de su recorrido un libro abierto para el aprendizaje personal del que aquí llega.
La tabla restaurada San Julián vestido de Pontifical, es una obra que, a falta de estudios documentales más precisos, podemos fechar en 1567, época en la que este retablo ya se encuentra instalado en la Capilla. Obra inédita pero de la que Antonio Ponz, en su ‘Viage de España’, ya daba cuenta de haber visto. El académico visitó la Catedral de Cuenca antes de 1772 y al describir esta Capilla, antes de su transformación decía: “En otra capilla inmediata (a la capilla Vieja de San Julián) se ve una pintura en tabla, aún más antigua que la antecedente; pero que tiene expresión, y dignidad, y es San Julián sentado en trage episcopal. Es muy bella la arquitectura de este altar con dos columnas corintias, y su cornisamento”.
En palabras de los responsables: «Así la Catedral y el patrimonio conquense están de enhorabuena al haber recuperado una obra de gran formato, (1,88 x 1,60 m), del siglo XVI, y que ha regresado ya a su lugar original tras la restauración también de la capilla y su retablo, y que desde hoy se abre a los visitantes en su pureza original.
En la obra San Julián vestido de Pontifical puede apreciarse al segundo Obispo de Cuenca, en actitud sedente, enmarcado por una extraordinaria arquitectura renacentista, en la que observamos además el pequeño escudo del Arcipreste Barba incorporado a ella. Vestido con capa pluvial, mitra y báculo, San Julián bendice con su mano derecha en la que encontramos dos anillos, y con la izquierda, con otros dos anillos, sustenta el báculo del que pende en su nudo superior un ‘panniculus’ o sudario liviano de tejido transparente bordado, que cae hasta la mano que empuña el báculo y vuelve a caer nuevamente hasta su pierna. La mitra, ricamente adornada, muestra dos medallones con las figuras de dos Evangelistas, puede apreciarse claramente a San Lucas y a San Mateo. La capa pluvial, adornada a la manera del XVI, muestra en su hombro derecho la imagen de Santa Lucía, y a la izquierda la de Santa Catalina y San Antonio de Padua, y está decorada con un rico brocado. Pueden apreciarse asimismo los típicos cestos de mimbre, como se acostumbra en la iconografía de este santo, a su derecha dos cestos ya acabados sobre un mueble renacentista y a su izquierda en el suelo, mimbres y un cesto en su proceso de fabricación». ¡Un lujo¡
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