POR CARLOS AZNAR PAVÍA, CRONISTA OFICIAL DE ASPE (ALICANTE)
En el año 1955, la revista italiana Tempo dirigió una encuesta a las críticas literarias de todo el país en la que se preguntaba sobre las obras literarias del siglo XX que salvarían en caso de un nuevo diluvio universal. Como resultado de la misma se confeccionó una lista de veinte obras de la literatura universal merecedoras de tal distinción. Y así junto “Adiós a las armas”, de Ernest Hemingway, y a “la Búsqueda del Tiempo perdido”, de Marcel Proust, nos encontramos con “el Romancero Gitano” de Federico García Lorca.
¿Por qué traer a las páginas de este boletín la figura universal de Lorca? La respuesta es muy sencilla, todas las cualidades desarrolladas en el tiempo que le dejaron vivir a nuestro poeta más universal, tenían como base la música.
Desde muy pequeño tarareaba canciones populares y se entusiasmaba con la guitarra. Su hermano solía afirmar que la música había sido en él anterior a la palabra. Y el mismo poeta llegó a decir que su infancia había sido “un aprender letras y música con mi madre y ser un niño rico y un mandón”. Era la madre, pues la que animaba constantemente a cantar y a tararear la música popular andaluza que solía escucharse en boca de gentes del pueblo acompañándose muchas veces con acordes de melancólicas guitarras. Así recuerda Federico a los veinte años los dulces ecos de sus percepciones infantiles.
Lorca que se sepa con seguridad estuvo toda una tarde y hasta bien entrada la noche en Aspe, hay una mujer que lo afirma con rotundidad y firmeza, siempre y a lo largo de su vida lo ha contado a sus familiares y amigos. Sus sobrinos Roberto Sánchez y Nieves Sellers, feliz matrimonio y amigos míos, me contaron lo que su tía Candelaria Galinsoga Calpena, “Candelita” les había narrado siempre y que ella guarda como el recuerdo más bonito y hermoso de su adolescencia, la tarde que pasó en casa de Antonio López Castroverde con Federico García Lorca.
Antonio López y Candelita eran vecinos, Antonio vivía en el número 18 esquina a la calle mayor, esta casa hoy de propiedad municipal, es la actual oficina de empleo y también de Turismo.
Era una casa suntuosa y muy hermosa como aún se puede apreciar. Este hombre nació el 15 de noviembre de 1902, pasó su niñez, adolescencia y parte de su juventud en Marruecos, donde sus padres Antonio y Francisca tenían rentables negocios. Tenía una hermana dos años más joven que él, se le conocía por el segundo apellido, Paquita Castroverde, que construyó y fue propietaria de la casa más bonita y emblemática de la Plaza Mayor de Aspe. Antonio, con la fortuna que había heredado de sus padres se permitía varios caprichos y todos ellos estaban ligados con el arte en todas sus expresiones. Pintaba muy bien, le gustaba la música, la poesía, el teatro del que era muy entendido, en fin que tenía una amplísima y refinada cultura, y ejercía de mecenas muchas veces, aprovechando las amistades influyentes que tenía en Alicante.
Su ambigüedad con respecto a su sexualidad siempre fue tema de conversación y de crítica en los círculos en los que se movía en Aspe, pero a pesar de la mentalidad de entonces, nunca fue rechazado. Al contrario, se le buscaba como persona de ideas y de mucho gusto y creatividad, como lo demostró siempre que tuvo ocasión.
Montajes teatrales, decoración y arreglos en la Iglesia, conferencias y presentaciones. Fue durante muchos años presidente de la Archicofradía del Cristo de la Buena Muerte, en una época en que las procesiones de Semana Santa y cultos de la iglesia tuvieron que empezar de cero, después de tres años de guerra civil. Guardo una foto del hermoso altar con dosel, pabellón y candelabros a juego para el quinario del Cristo que Antonio montaba en el Altar Mayor de la Iglesia, esta hermandad tuvo en aquellos años un gran auge y esplendor.
La amistad de Antonio con Lorca surgió en un viaje que Antonio hizo a Madrid antes de que el poeta marchara a Nueva York y Cuba. No es de extrañar este encuentro, pues Antonio frecuentaba los ambientes intelectuales y estaba al corriente de la inagotable actividad literaria del gran Federico. Ese año 1928, la revista de “Occidente” publicó la primera edición del Romancero Gitano y la segunda de Canciones: Por esas fechas Lorca estaba a caballo entre Granada y Madrid.
¿Cuántos encuentros hubo entre Lorca y Antonio?, ¿Cuánto tiempo duró su amistad?, eso nunca lo sabremos, lo que sí está claro es que el poeta, dramaturgo, músico y pintor y este aspense tenían muchas cosas en común, y sus conversaciones serían interesantísimas, como lo fue aquella tarde en casa de Antonio López y de la que Candelita guarda un maravilloso recuerdo, que ella misma nos cuenta a través de mi pluma.
“Yo estuve siempre con mis abuelos maternos, José Calpena Vidal era mi abuelo, médico ejemplar que se estableció en Aspe y procedía de Monóvar, mi abuela era de León. Mi abuelo puso una clínica con José Candela, otro médico ejemplar, les llamaban “los Santos Médicos” y su fama llegó hasta Madrid, sus pacientes más numerosos eran los pobres y en aquellos años había muchos. Nuestra casa era el número 14 de la calle Mayor, actual casa de Mª Pilar Rico. Antonio López vivía enfrente y tenía una gran amistad con mis abuelos, para mí era como mi hermano mayor, siempre busqué su compañía y consejo. Se había traído una gramola de Marruecos y cada vez que conseguía un disco nuevo era una auténtica fiesta. Él nos invitaba a mí y a mis amigas Marina Romero y Trinidad Mira, a escuchar el nuevo disco y preparaba una merienda como sólo él sabía hacerlo: pastas hechas con miel que su hermana le mandaba de Marruecos, frutas enconfitadas, el té preparado con los utensilios traídos de aquel país, en fin que nos tenía encandiladas. Además nos enseñaba a comportarnos y nos ponía al corriente en moda y tendencias en cuanto a música y literatura. Nuestros padres nos animaban a ir cada vez que Antonio nos invitaba, sabían que con él no corríamos ningún tipo de peligro y nuestra educación se enriquecía.
Una mañana encontré a mi abuela Tomasa hablando con Antonio en la puerta de nuestra casa. Noté que estaba muy contento y nervioso, él se dirigió hacia mí y me dijo: esta tarde no faltéis tú y tus amigas, pues vais a conocer a una persona muy especial; Lo que me dijo Antonio despertó mi curiosidad y a primera hora de la tarde allí estábamos Marina, Trinidad y yo.
Antonio enseguida hizo las presentaciones, y la verdad es que aquel hombre me gustó a primera vista, sobre todo sus ojos y su forma impecable de vestir. También sus modales y su forma de hablar y moverse como se suele decir, estábamos las tres con la boca abierta. Tomamos el té sin darnos cuenta de que estábamos con una de las personas más admirada del siglo que estábamos viviendo, pues yo a mis 17 años y con la escasa información que entonces se tenía, me decía muy poco el nombre de Federico García Lorca, a mí me fascinaba la persona que tenía delante, porque su fama y su obra me eran desconocidas.
Éramos seis personas aquella tarde en casa de Antonio que también había invitado a un músico habitual en aquellas reuniones, le conocíamos por Gaspar “el de la posada”, siempre acudía acompañado de su guitarra, con ella se acompañaba para cantar, algo que hacía muy bien. Esto tuvo que ser a finales de 1930 porque Lorca habló mucho de sus recientes viajes y de su experiencia americana.
Antonio le habló de nosotros y de lo bien que cantaba los tangos Gaspar, tan de moda entonces. A requerimiento de Lorca, Gaspar acompañándose con la guitarra se arrancó con ese tango que dice: mi caballo murió, mi alegría se fue… Yo que en ese momento estaba distraída con mis amigas, con esa inconsciencia que te da la juventud, me dirigí a Gaspar y le dije: ¿se le ha muerto a usted el caballo?, pues le acompaño en el sentimiento. Antonio me amonestó muy severamente, recordándome dónde estaba mi educación y los modales que él trataba de inculcarme, yo muy sofocada y violenta me aparté al rincón más apartado de la sala. Lorca se me acercó y me dijo que Antonio había sido muy severo conmigo, su amabilidad me reconfortó y terminé por olvidarme del sofoco. Gaspar continuó con el tango, y yo pasé el resto de la tarde bailando y charlando con Federico. Cuando nos despedimos me dijo: un día escribiré una poesía que hable de la muerte de un caballo, pero no pierdas la alegría nunca. Después de acabar la guerra civil me enteré de su trágica muerte y lloré mucho, entonces fue cuando empecé a conocerle a través de su obra.”
Candelita cuando tuve la entrevista con ella era viuda de José Pastor Sirved, y residía con su hijo Juan Carlos en Albacete, pasaba temporadas en Aspe, en casa de sus sobrinos Roberto y Nieves, ellos me pusieron en contacto con ella y pasé una agradable tarde con esta mujer llena de recuerdos, de una larga e interesante vida. Unos meses después Candelita falleció en Albacete.
A Antonio López Castroverde lo conocí, pero nunca le traté. Murió el 12 de diciembre de 1972, en los últimos años de su vida se casó con su novia y amiga de siempre Socorro Bebía, y se marcharon después de vender sus respectivas casas a Alicante. Vivieron en un ático de la Plaza Gabriel Miró, pero fueron enterrados en Aspe. A Trinidad López y a Marina Romero si las conocí y traté. La primera, madre de Gonzalo y Antonio García murió antes que Marina. Esta permaneció soltera, siempre estuvo con su sobrina Conchita a la que crió por ser huérfana de su hermana. De Gaspar el de la posada no se nada, solo lo que Candelita me contó.
Este artículo fue publicado en la Revista local de una Asociación Músical “Ateneo”. Me parece muy importante darlo a conocer en este boletín, en memoria de Candelaria Seller Calpena “Candelita”
Mi agradecimiento a los sobrinos de “Candelita” Nieves Sellers y Roberto Sánchez, a ellos va dedicado este artículo.
Todo lo referente a Federico García Lorca ha sido extraído del libro Caminos Abiertos de Federico García Lorca, Editorial “Hernando”.
FUENTE: C.A.P.
Calendario
L | M | X | J | V | S | D |
---|---|---|---|---|---|---|
1 | 2 | 3 | ||||
4 | 5 | 6 | 7 | 8 | 9 | 10 |
11 | 12 | 13 | 14 | 15 | 16 | 17 |
18 | 19 | 20 | 21 | 22 | 23 | 24 |
25 | 26 | 27 | 28 | 29 | 30 |