HA SIDO PROLOGADO POR PEPA SANZ, LA CRONISTA OFICIAL DE LA VILLA DE AVILÉS (ASTURIAS)
Arsenio Fernández, ‘Tito el de la Cantina’, llegó a Avilés en 1939 junto a su madre, Edesia Rodríguez, viuda de un empleado de los Ferrocarriles de Hierro del Norte de España, y seis de sus siete hermanos. El Estado le había otorgado la concesión de la cantina de la estación, una barraca de madera que ofrecía bocadillos a viajeros y empleados. Hoy, ochenta años después, el traqueteo del tren sigue marcando los ritmos de Tito, un hombre inquieto, apasionado de la náutica, del Real Madrid, del baloncesto, del buen vino y del buen jamón.
Para celebrar la efemérides ha escrito ‘Ocurrencias’, un libro editado por Ediciones Nieva e ilustrado por Favila que recoge no solo la larga historia de La Cantina, también un sinfín de vivencias personales y de acontecimientos, desde episodios protagonizados por personajes del Avilés de antes, como Manolín ‘el del carro’, hasta el acto conmemorativo del 125 aniversario de la llegada del ferrocarril a Avilés.
También hay episodios dedicados a los puros habanos, otra de sus pasiones, al vermú solera, la especialidad de la casa, a la inauguración de la Peña Madridista, en 1983, con la presencia del entonces presidente del club, Ramón Mendoza, y de Carlos Santillana, a la colección náutica que alberga La Cantina, al Café Colón, a la cerveza y al sinfín de actividades culturales, gastronómicas y a los homenajes que se han celebrado allí a lo largo de las últimas ocho décadas.
«Desde hace algún tiempo, multitud de personas y personos me insisten machaconamente en que escriba un libro para dar cabida a todas las ocurrencias ya publicadas en la revista ‘El Bollo’ y a otras que se han almacenado durante varias décadas de vida en Avilés», explica en las primeras páginas del libro, prologado por Pepa Sanz, la cronista oficial de la Villa de Avilés.
Y accedió. La actual Cantina se construyó en 1969. Nueve años atrás, Tito había contraído matrimonio con Griselda Viña, de Bañugues, con la que tuvo cuatro hijos: Montserrat, Begoña, Ricardo y Jorge. Su madre, Edesia, falleció en 1955, y él se hizo cargo del negocio junto a una de sus hermanas, Josefina, que no mucho tiempo después abriría el suyo propio, dejándole a él y a su mujer al frente de La Cantina.
El ladrillo había sustituido a la madera, y aunque en los primeros años de la década de los sesenta el edificio ya había sido objeto de una remodelación, la creciente afluencia de clientela, atraída por la calidad de los platos que allí se servían y por la generosidad de las raciones, dejaron pequeño el comedor. Impulsado por ese carácter inquieto y animado por Griselda, Tito lanzó un órdago. Había que hacer algo diferente, innovador, no una reforma, por muy profunda que fuere. El edificio fue demolido, y sobre sus cimientos se construyó la actual Cantina.
Tito presentó ayer su libro, un acto sencillo y emotivo en el que estuvo arropado por un centenar de amigos. También acudió la alcaldesa, Mariví Monteserín. «Si se toma con amigos, mejora el vino, el pan y el jamón. Y hoy vamos a comer entre amigos», manifestó Tito, tan agradecido como emocionado.
Fuente: https://www.elcomercio.es/ – J. F. G.