UNAS JORNADAS SOBRE ‘CISNEROS Y SIGÜENZA’ INICIAN LA ACTIVIDAD DOCENTE DE SIGÜENZA UNIVERSITARIA
Abr 22 2017

LA CRONISTA OFICIAL DE LA CIUDAD DE SIGÜENZA, PILAR MARTÍNEZ TABOADA, PROFESORA DE LA UNIVERSIDAD COMPLUTENSE, HABLÓ SOBRE EL URBANISMO EN LA CIUDAD A FINALES DEL XV Y PRINCIPIOS DEL XVI

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Ayer viernes y hoy sábado ha tenido lugar el primero de los cursos de Sigüenza Universitaria en 2017, unas jornadas sobre ‘Cisneros y Sigüenza’, circunscritas al aula de Arte e Historia, una de las cuatro de este año.

Las jornadas comenzaron con una visita guiada para los alumnos, 35, a la Sigüenza de la Edad Media y del Renacimiento. Continuaron con siete ponencias, disertadas viernes y sábado, cuyo leitmotiv ha sido el acercamiento académico, abierto a todos los públicos, a la figura del eclesiástico. Un magnífico elenco de profesores venidos de varias universidades españolas, han abordado diversos aspectos de vida y obra de Cisneros, como hombre de estado, como reformador eclesiástico y como regente de Castilla, entre otros. En este contexto, Sigüenza Universitaria ha procurado también ilustrar el paso del personaje, trascendente para la España de finales del siglo XV y comienzos del XVI, por la actual provincia de Guadalajara, y más concretamente por Sigüenza, la parte más desconocida de su biografía.

Dolores Cabañas, doctora en Historia Medieval de la Universidad Complutense, se centró en la dualidad del protagonista como hombre de iglesia y hombre de estado. “Cisneros fue un personaje fundamental en la Castilla de finales del siglo XV y principios del siglo XVI. Vivió en una época convulsa, de profundos cambios”, explicaba, en la que su trayectoria fue fruto de aquel contexto histórico. “Perteneció al grupo de grandes prelados que asumieron un papel fundamental en la construcción del estado, como colaboradores en Castilla de la Reina Isabel”. Cabañas habló sobre las dos grandes etapas de la vida de Cisneros, una hasta 1492, mientras se forma como jurista y acumula experiencia. A partir de ese momento, puso en práctica aquellas experiencias vitales y saberes adquiridos. La intervención de Cabañas se centró en primera etapa cuando, de la mano del Cardenal Mendoza, llega a Sigüenza, y toma contacto con la vida municipal, entra en contacto con diferentes grupos de población, como los judíos o los mudéjares, y conoce el modelo de funcionamiento del Colegio San Antonio de Portacoeli, que luego aplicaría en la Universidad de Alcalá de Henares. A aquella época pertenece también su crisis, y posterior reforma interior, clave para emprender la reforma de la iglesia, junto a la reina Isabel.

El historiador, profesor de la UAH y medievalista alcarreño, Plácido Ballesteros, abundó en esa primera parte de la biografía del Cardenal, puesto que antes de llegar a ser el trascendente personaje público que fue, Gonzalo de Cisneros tuvo una trayectoria vinculada estrechamente a Guadalajara. “Una vez completados sus estudios, en Alcalá de Henares, Salamanca y Roma, volvió a España. Ocupó el Arciprestazgo de Uceda, donde tuvo conflictos con uno de los hombres más poderosos de la época, el que era entonces arzobispo de Toledo, Alfonso Carrillo.

Allí, sin embargo, Cisneros encontró el apoyo del Cardenal Mendoza. Bajo su protección terminó como capellán mayor de la Catedral de Sigüenza, canónigo y especialista en leyes, al servicio de la administración de la Diócesis de Siguenza”.

Después de unos años ejerciendo esta labor, un Cisneros ya maduro, de 45 años, se vio sumido en una crisis personal, religiosa, que le llevó a retirarse de la vida pública al convento franciscano de La Salceda, situado en un lugar semisagrado, el famoso monte Celia, entre Peñalver y Tendilla. Adquiriría entonces los hábitos de la orden, y se cambiaría el nombre, de Gonzalo a Francisco, en homenaje a su fundador. Durante siete años vivió de manera eremítica. De nuevo el Cardenal Mendoza, personaje fundamental en su vida, lo sacó de su retiro. De su mano llegan los sucesos cumbre de su vida, como confesor de la reina Isabel. Dos años después, a la muerte de Mendoza, en 1495, se convertiría en el arzobispo de Toledo; después en vicario general y reformador de los franciscanos, en uno de los consejeros más importantes de los Reyes Católicos, y, a la muerte de Isabel, en regente de Castilla, colaborador de Fernando, Rey Católico, además de un personaje clave en la llegada de Carlos I a España.

La cronista oficial de la ciudad de Sigüenza, Pilar Martínez Taboada, profesora de la Universidad Complutense, habló sobre El urbanismo en la ciudad a finales del XV y principios del XVI. En su intervención, Martínez Taboada describió la Sigüenza que conoció Cisneros, una ciudad amurallada, y el proceso de transformación que se inició. Cuando él llegó, estaban recién concluidas las primeras reformas impulsadas por Cardenal Mendoza. Este último había reformado la residencia episcopal, el castillo, construyendo su gran barbacana. También se preocupó, ante las reincidentes epidemias de peste, de reparar las murallas, fundamentales, por esta misma razón.

El Cardenal Mendoza estuvo cuatro veces a Sigüenza. La cronista sostuvo que Cisneros le acompañó en su visita del año 1477, una vez superó sus problemas con Carrillo en Uceda. “En ese año, contamos con una documentación clave en los archivos seguntinos, que son los libros del dinero y primera relación de casas. Aportan datos sobre las carnicerías, sobre las plazas, sobre judería, la morería… En general sobre esa ciudad que recorren juntos Mendoza y Cisneros”. Según la cronista, Cisneros está presente, y acompaña, las novedades que se produjeron en la época, incluida la fundación del Colegio Universitario que luego será Universidad, y también participa en la redacción, en 1484, de las ordenanzas municipales, que elabora junto al obispo López de Medina, y que afectan a aspectos como las reformas del mercado, de las murallas o de los puentes. “De alguna manera, Cisneros transforma, o inicia la transformación de Sigüenza, que pasa de ser una ciudad medieval a renacentista, un proyecto que se cuajó cuando él fue capellán mayor, aunque el proceso se completaría después de su marcha. En cualquier caso, creo que hay mucho de Cisneros en la génesis y la transformación de Sigüenza de una ciudad amurallada a otra más abierta, con una plaza para admirar la catedral, por ejemplo”, dijo.

Correspondió a Ignacio Pulido, profesor de Filosofía de la UAH, hablar sobre ‘Cisneros y la reforma’. El profesor acercó a la audiencia la figura del eclesiástico como franciscano observante y reformador. “Para entender este perfil de Cisneros, hay que entender sus años en el Monasterio de la Salceda, donde vivió un proceso de reforma interior, fundamental para entender posteriormente la reforma religiosa y del clero, de su tiempo, de finales del siglo XV”, afirmó.

Salvador Claramunt, historiador y profesor de la Universidad de Barcelona, explicó la política de los Reyes Católicos con respecto a las universidades de sus reinos patrimoniales. Según expuso Claramunt, la gran preocupación de Isabel y Fernando fue la de acabar con la corrupción y los problemas universitarios. Los más importantes fueron procurar que los catedráticos que salieran elegidos dominaran la materia; procurar que no hubiera falsificación de títulos y evitar riñas entre los colegiales, muy habituales, y acabar con la penuria institucional, y pagar a los profesores.

Hoy sábado ha habido otras dos conferencias más sobre la figura del Cardenal Cisneros. María Isabel del Val, profesora de Filosofía de la Universidad de Valladolid, habló sobre Isabel I y la cultura. Isabel La Católica es conocida sobre todo como la gran reina de Castilla cuya biografía política, tanto en España como más allá del Atlántico, favoreciendo los viajes de Colon, es de sobra conocida, pero además, afirmó Del Val, “potenció la cultura y se rodeó de personas destacadas, algunas de las cuáles le dedicaron sus trabajos, como ‘La gramática’ de Antonio de Nebrija”. La reina supo atraer a grandes intelectuales a su corte y pedir y aceptar consejos de personajes relevantes. El cardenal Cisneros fue uno de ellos. “Isabel fue una activista que quiso que todo el mundo, en su entorno, conociera al menos los rudimentos básicos de la cultura”. Así, la reina potenció la educación en la corte, organizó una escuela para los mozos de capilla, concedió ayudas al estudio para personas de su corte y organizó la educación de los jóvenes que vivieron en ella, niños y niñas, en torno a su hijo e hijas, estableciendo pequeños grupos educativos. Potenció, igualmente en su entorno, el conocimiento de la lectura, de la escritura, el cálculo y cuestiones cortesanas como la música, la danza, la literatura y la discusión o la lectura en común en las sesiones de recreo de la corte. “Todas estas acciones la convierten en una activista en el mundo de la cultura, faceta que hay que sumar a su actividad política, mucho más conocida, por la que ha pasado a la historia”, terminó.

Por último y antes de una mesa redonda, Jaime Contreras habló sobre Cisneros y la Monarquía.

Fuente: http://www.lacomarcadepuertollano.com/

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