POR PEPE MONTESERÍN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
“Ayer seguí a su empleado desde que salió de la oficina; subió al coche, se dirigió a su casa, llamó desde el portal a su señora, que bajó enseguida, guapa y muy sexy, si me permite entrar en estos detalles; de su casa fueron a Los Prados, a la sesión de las cinco, a ver la de Almodóvar, luego la llevó a merendar a Casa Santos, a Colloto, que ponen unas manos de gochu de espatarrar; luego salieron él y su señora hacia Faro y aparcaron en un eucaliptal. Ahí los dejé”. “¿Ahí los dejó? Pues tendrá que perseguirlo más veces; tómese el tiempo que necesite; es preciso descubrir alguna conducta reprobable, le aseguro que este tipo no es trigo limpio”. “¿Le parece poco lo que he descubierto? ¡Pasó la tarde con su señora! Si usted me permitiese tutearle podría explicárselo mejor”. “Tutéeme, pues”. “Pues, señor mío, que este fulano se está beneficiando a tu mujer, ¡a TU mujer!”.
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