POR PEPE MONTESERÍN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
Por no toparme con Héctor, el mayorín que escaló en coche la fuente de Cuatro Caños, salí a Somiedo, Summetum, el país de elevadas cumbres, con Emma y Modesto: El Valle, Solacueva, la roca del Perro, La Minga, Camayor, vega inmensa que me evoca el origen de “Las praderas del cielo”, valle de Salinas, en California, que narra Steinbeck como los ángeles; cima del Tarambicu, el paso de lobos entre Los Chausinos y los Bernaldeos, entre perdices y rebecos; majada de Fuentes, exornada con libélulas, flores y vacas; Vegarrionda, trotada por caballos, Alto las Cruces, con víboras y buitres, el Campanario abismal, que fue espadaña natural y perdió las dovelas, y bajada vertiginosa por Boca Mostacheo, entre árgomas, bendición del campo y martirio de pantorrillas. En el Valle, Hotel Somiedo, un blanco La Descarga, de Cangas de Narcea, con María y Nacho, y grosellas a gogó. Regresé a casa de noche, una vez que detuvieron a Héctor.
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