VA DE “LAGARTOS” EN LAS IGLESIAS ¿UNA CURIOSA COINCIDENCIA?, (PARTE FINAL)
Ene 20 2024

POR PEDRO SÁNCHEZ NÚÑEZ, CRONISTA OFICIAL DE DOS HERMANAS (SEVILLA) 

El Fraile Lucas de Montoya (Crónica General de la Orden de los Mínimos de San Francisco de Paula, Madrid 1620) y Rodrigo Caro (Santuario de nuestra Señora de Consolacióny Antigüedad de la Villa deUtrera, Osuna 1622) difundieron la historia de la imagen y de su ermita utrerana.  

Y así, relataron que la Virgen pasó a recibir culto en la modestísima Ermita que en las afueras de Utrera construyó Antonio de la Barreda en torno a 1520. Luego hacia 1557 pasaron brevemente por la pequeña ermita los carmelitas, a los que sucedió una vecina, Beatriz Álvarez, que custodió la pequeña capilla hasta que se hizo cargo de ella el eremita portugués Joan de Santa María. Éste, llorando amargamente un día por no poder disponer de aceite para una pequeña lámpara que alumbrase a la imagen, rezaba desconsolado a la Virgen y aquella noche la lámpara se llenó de aceite luciendo días y días y no se agotaba. Difundido el milagro, acudió a la pequeña ermita una infinidad de devotos para venerar a la milagrosa imagen. Así empezó todo y luego vendrían curaciones de enfermos y otros hechos milagrosos, que terminaron difundiendo por doquier la fama milagrosa de la imagen y recibiendose donativos cuantiosos y ayudas de todo tipo.  En 1561 se hicieron cargo de la Ermita los Franciscanos Mínimos, convirtiendo lo que fue una pequeña construcción en el hermoso complejo que hoy admiramos. 

La devoción a la Virgen de Consolación de Utrera atrajo a su amparo a muchísimas personas, que buscaban su ayuda en las vicisitudes de la vida. Su fama milagrosa quedó reflejada en las crónicas, y se materializó en miles de ex-votos que recordaban su intercesión portentosa.

En las amplias dependencias de la Sacristía de Consolación se exhibían miles de exvotos de todo tipo: Hemos llegado a ver allí colgados uniformes militares, algún terno de torero, muletas y bastones de cojos, trenzas de pelo, trajes de boda y comunión, incontables miniaturas de miembros humanos de plata e incluso hubo una gruesa soga a modo de amarra de un barco. Ya en tiempos del Fraile Montoya se exhibían estas reliquias testimoniando milagros de la Virgen y curaciones milagrosas: 

Navío en cien partes hay pendientes/ áncoras y tablones en mil partes/ de mástiles pedazos muy valientes/ de antenas gruesas las rompidas partes/ cocodrilos feroces y serpientes/ huesos de tiburones, espadartes/ gumaras,  cabos, remos, velas rotas/ balastrimones, bombas, ferroescotas// Hay cadenas y bretes de cautivos/ arropeas y grillos de prisiones/ de atormentar mil hierros excesivos/ maromas, armas, lanzas y bastones/ memorias de otros males muy esquivos/ de cera piernas, brazos y corazones/ mil mazos de cabellos, mil mortajas/ muletas y otros números de alhajas…”.

Todas estas cosas han desaparecido en tiempos recientes ignorándose los motivos, seguramente intentando dar una imagen de limpieza y orden que ha dado al traste con esos recuerdos indudablemente importantes. Solo se conservan unas decenas de cuadritos con mensajes recordando milagros de la Virgen y nombres de los agraciados, la mayoría con un arte muy primitivo aunque unos pocos tienen algún valor artístico y uno de ellos representa una curiosa imagen de una corrida de toros en la plaza del Altozano. 

Pero sobre todos estos recuerdos destaca un cocodrilo disecado, muy deteriorado pero aún reconocible, colgado del muro de la sala del pozo.

De la procedencia del cocodrilo se han contado mil historias. La más socorrida en nuestra infancia es la que decía que el bicho había salido del pozo que se encuentra en la Sala. Lo cierto es que no se sabe con certeza de donde salió o quien trajo al animal y que tuvo que ver con Consolación para estar ahí colgado. Ya el Fraile Montoya, en su denso poema publicado en 1622 con la historia de Consolación, se refiere, entre los exvotos de su época, a “cocodrilos feroces y serpientes”. 

Don Manuel Morales, en su historia de Consolación (Volumen VII de sus Notas para la Historia de Utrera – Consolación 2, Utrera 1992, p. 43), donde recoge testimonio de los autores que se han ocupado del asunto, se remite a un “libro manuscrito de los milagros testimoniados en el Santuario” y cita el siguiente: 

“Alejandro Corso, italiano, pasando nadando por el río que llaman del Amor en el Perú, junto a Paita, le salió un caimán y le asió por un brazo y con gran ímpetu le llevaba debajo del agua para tragárselo; acordóse de nuestra Señora de Consolación en aquella agonía y como pudo invocó su nombre debajo del agua; y luego, al punto le soltó la bestia y salió libre el agua y prometió ponerla a la Virgen en su templo una tabla de esta maravilla y así lo cumplió”. 

Resulta muy llamativo el relato de ese misterioso italiano, que no sabemos ni quien era ni como se enteró de la existencia en Utrera de una imagen de la Virgen de Consolación. Tampoco tenemos idea del paradero de esa tabla “del milagro del cocodrilo”. Solo tenemos no una tabla sino todo un viejo cocodrilo disecado, un poco desarmado, que no sabemos realmente de donde vino y por que, pero que recuerda seguramente algún hecho parecido al que se cuenta en otros lugares que exhiben esos particulares ex votos.  Utrera, 17 de enero de 2024, día de San Antonio Abad, patrono de los animales

FUENTE: PEDRO SÁNCHEZ NÚÑEZ     

 

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