VA DE LAGARTOS “LAGARTOS” EN LAS IGLESIAS ¿UNA CURIOSA COINCIDENCIA?(PARTE 1)
Ene 17 2024

POR PEDRO SÁNCHEZ NÚÑEZ, CRONISTA OFICIAL DE DOS HERMANAS (SEVILLA)

“Lagartos en las iglesias ¿Una curiosa Coincidencia?

La exhibición en muchas iglesias de cocodrilos momificados o disecados no es un hecho aislado, y merece la pena investigarlo para hallar alguna explicación, a lo que sin duda es un símbolo más que una curiosa coincidencia fruto del capricho de algún donante. El origen de la presencia en los templos de estos animales —y de restos de otros más aislados, como los huesos de ballena, cuernos de narval o similares— está seguramente basado en la imagen que se tenía de ellos como maravillas de la naturaleza, a modo de monstruos casi sobrenaturales —tenidos a veces por señales divinas— comparables en muchos casos a las reliquias de santos. 

Los historiadores nos informan que ya en la Antigüedad, los griegos en algunos de sus templos albergaron ejemplares de este tipo de animales, e incluso Plinio el Viejo en el volumen VIII de su Naturalis Historia narra cómo en un templo de Roma se exhibía  momificada una gigantesca serpiente a la que habían dado muerte los soldados en Cartago.

En el Apocalipsis aparece un cocodrilo o dragón rojo que representa el egoísmo absoluto y la maldad: “Y se dejó ver otra «señal» en el cielo: allí estaba un gran dragón rojizo que tenía siete cabezas y diez cuernos, y en sus cabezas siete diademas; y su cola barrió la tercera parte de las estrellas del cielo y las lanzó a la tierra”. 

Existe la creencia de un vínculo, no muy manifiesto, entre la advocación mariana y el cocodrilo, basándose en el Génesis (3: 15) que profetiza que una mujer aplastará la cabeza de la serpiente, que también puede ser un dragón, y así en algunas imágenes marianas se representa a «la Virgen aplastando la serpiente/dragón o cocodrilo”. 

La idea más extendida es que los cocodrilos y otros reptiles colgados en los templos están relacionados con un cierto significado o simbolismo para el pensamiento cristiano. Tanto los cocodrilos como las serpientes y otros reptiles (reales o mitológicos) encarnan la lucha del bien contra el mal en la mitología cristiana, son parte de una tradición que considera a los reptiles como una encarnación de Satanás.

El Códice Calixtino (siglo XII) narra cómo los discípulos que transportaban el cadáver del apóstol Santiago tuvieron que enfrentarse a un enorme dragón mientras buscaban en el monte los bueyes que uncirían al carro que les serviría de transporte. Le hicieron la señal de la cruz y el dragón reventó por la fuerza de este talismán cristiano.

En el siglo IX, la leyenda de San Jorge y el dragón cobró fama en toda Europa, una clara alegoría a la lucha de la Iglesia Católica contra el paganismo, la herejía y el mal, en definitiva la representación de la victoria del bien sobre el mal, donde San Jorge representa al hombre cristiano, el caballo blanco la Iglesia y el dragón sería el mal y la tentación. Este hecho, según los estudiosos de estas cuestiones, pudo haber motivado la creciente costumbre de colgar lagartos disecados en los templos, como una analogía del triunfo del bien y la derrota del demonio en el interior de las iglesias.

Otra versión mas rebuscada asegura que durante la Edad Media, los europeos creían que los cocodrilos eran incapaces de producir sonido alguno. Este silencio permanente, aunado a su habilidad para moverse con sigilo en cualquier condición pudo haber inspirado su figura como una guía del comportamiento ejemplar dentro de una iglesia.

La explicación más comúnmente admitida y creíble para dar respuesta a la presencia de estas «bestias» en las iglesias es su condición de ex-votos, normalmente como ofrendas en agradecimiento por una ayuda concedida al donante, que permitiría su salvación “milagrosa” del ataque de uno de estos animales.

Breve inventario de los cocodrilos colgados en las iglesias

Tomando las referencias de diversas procedencias e historias locales, vemos que hay muchos ejemplares de cocodrilos colgados en monasterios, iglesias y conventos a lo largo y a lo ancho de España.  Alguna explicación lógica debe tener esta común coincidencia en la colocación de este saurio, precisamente un cocodrilo, colgado en las iglesias. Es una rareza que se trate de justificarlo como un exvoto por la salvación de alguien de las fauces del bicho, ya que puestos en esta tesitura, ¿no  hay otros bichos peligrosos y más cercanos de los que puedan haberse salvado muchas personas, que hubieran dejado testimonio de su salvación colocando su imagen en la iglesia de turno?. 

Pero todos los bichos expuestos son cocodrilos, que además son conocidos por la gente sencilla del pueblo como “lagartos”. Y si no, veamos algunos casos, de los muchos que sin duda habrá a lo largo y ancho de España y seguramente también en otros países.   

Así se explica la presencia de un caimán disecado que desde 1522 se exhibe en Madrid, en la iglesia de San Ginés (la preciosa iglesia donde fueron bautizados Quevedo o el hijo de Goya y donde contrajo matrimonio Lope de Vega), como ex-voto ofrecido por Alonso de Montalbán, aposentador de los Reyes Católicos, y se relata así su historia: En tiempos de los Reyes Católicos, doña Isabel y don Fernando, en uno de los viajes que hizo a Indias Don Alonso de Montalbán, su Aposentador, cuando volvía a España con otros caballeros, llegaron a Portobelo en busca de alimentos, y por tres veces les acometió un feroz caimán o lagarto marino. Perseguidos por él, saltaron a tierra para matarle, y fueron arrimándose a un árbol, junto al cual le alancearon, y alzando los ojos al cielo dicho Montalbán (…) vieron sobre las ramas de dicho árbol a esta devotísima imagen de Nuestra Señora con gran resplandor y admiración suya, bajáronla de él (…) y condujéronla al barco, experimentando su protección durante el viaje (…)”. 

Un cocodrilo disecado, de cuatro o cinco metros de largo, figura colocado en la pared del coro de la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, de El Viso del Marqués  sin otra explicación que como obsequio de don  Álvaro de Bazán, l Marqués de Santa Cruz.  

Y a falta de un ejemplar real, vemos un canecillo con la imagen de un cocodrilo atacando a una gran serpiente, que luce en la iglesia románica de  San Marcos en el pueblo cántabro de Montecillo.

El cocodrilo del Real Colegio Seminario del Corpus Christi, también conocido como la Iglesia del Patriarca, en Valencia fue un regalo de Gaspar de Zúñiga y Acevedo, Marqués de Monterrey y virrey hispánico del Perú, a Juan de Ribera, virrey del Reino de Valencia, arzobispo de Valencia y Patriarca Latino de Antioquía. El religioso y gobernador le puso por nombre «Lepanto«, en conmemoración de la victoria del bloque mediterráneo católico sobre la armada otomana (ocurrida en “Naupaktos – Lepanto” en 1571), y lo tuvo en su casa de la calle Alboraya o en las dependencias de un palacio en Burjassot hasta que el reptil murió a finales de la primavera del año 1606. Entonces fue disecado y puesto en el cancel de la iglesia que el arzobispo fundó el 1586 en el casco antiguo de la ciudad de Valencia. 

Con el paso del tiempo ese cuerpo dejó de ser reconocido como un simple recuerdo de fieras del otro lado del océano para generar el supuesto suceso de un antiguo monstruo que aterrorizaba a los habitantes de Valencia y sus alrededores hasta que un vagabundo judío lo mató, convertido así en la leyenda del «Dragó del Patriarca«, popularizada en tiempos modernos por el escritor valenciano Vicente Blasco Ibáñez. Y allí está todavía, junto a la puerta de laiglesia y acumulando el polvo de cuatro siglos, viendo el paso de los feligreses y llamando la atención de los turistas y de muchos valencianos. 

En Medina de Rioseco lo que hay es un viejo pellejo de caimán que cuelga del cancel de madera a la entrada de la iglesia de Santa María de Mediavilla, que aterrorizaba a la población hasta que un preso se ofreció a matarlo a cambio de su libertad, y lo logró. 

Más siniestra es la leyenda del caimán colgado en el muro de la Colegiata de Santa María del Mercado, en Berlanga de Duero , traído a estas tierras por Fray Tomás, hijo ilustre de la villa y que fuera obispo de Panamá y descubridor de las Islas Galápagos. Del caimán se cuenta que oculto bajo la tierra salía durante la noche ahuyentando a los rebaños y comiéndose cadáveres del cementerio. Olvidado ese siniestro detalle, en las confiterías de la localidad se pueden adquirir los famosos dulces conocidos como los “lagartos de Fray Tomás”.  CONTINUARÁ…

FUENTE: P.S.N.

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