POR PEPE MONTESERÍN, CRONISTA OFICIAL DE PRAVIA (ASTURIAS)
Después de su visita a Lázaro, en Betania, para un control rutinario del paciente que Jesús resucitó entre los muertos, aconteció la frugal cena con sus discípulos en que el Maestro profetizó: “Uno de vosotros me entregará”; “¿Seré yo acaso, Maestro?”, preguntó Juan, inseguro. “Lo hará quien recoja este trozo de pan untado”, entregó a Judas un trozo de pan untado quizá en semillas de sésamo, o en agua de rosas y añadió impaciente: “Lo que tengas que hacer hazlo pronto”. Cuando Pedro declaró que daría su vida por Jesús, también tuvo para él: “Antes de que cante el gallo me habrás negado tres veces”. Ocurrió un martes, hace 2019 años, y yo, si Jesús es quien dicen que dijo ser, Dios hecho hombre que bajó del Cielo para entregar su vida por nosotros, lo doy todo por bien empleado y lo celebro. Aunque tendrá Dios que ir pensando en una segunda visita; pan y unto no hace falta que baje.
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