POR JOSÉ MARÍA FIDALGO SÁNCHEZ, CRONISTA OFICIAL DE COLUNGA (ASTURIAS)
Los castellanoparlantes suelen llamar FRÉJOLES VERDES, FRÉJOLES TIERNOS, FRIJOLES VERDES… a las habichuelas verdes (conjunto de vaina y semilla).
La palabra, fréjol, fríjol y frijól, proviene del latín phaseolus y esta del griego pháselos.
Empezó a utilizarse en España entre 1492 y 1547, según informa el Diccionario de Corominas.
También los castellanoparlantes usaron y usan la palabra VAINILLA, derivada de vaina y esta de vagina en sentido anatómico figurado, para identificar la vaina pequeña y tierna de las habichuelas o judías.
Nosotros, los asturianos, que gustamos del diminutivo cariñoso, decimos VAINILLINES, CEBOLLINA, JAMONÍN, etc., etc.
Aclarado el concepto, vayamos a lo esencial: el producto.
«Les vainilles» -permítanme el habla asturiana- son buenes pa tou».
Su alto contenido en agua y bajo contenido graso las hacen ideales para «no engordar»; presentan buena cantidad de fibra y baja proporción en hidratos de carbono y proteínas; proporcionan vitaminas, especialmente la C… Y, además, ¡qué demonios! están riquísimas cuando se guisan con un mínimos de gusto y habilidad.
En el mercado se ofrecen diversas clases y tipos de vainillas: verdi-redondas de planta enana, verdiplanas, de planta enana; planoverdes y vaina grande de planta trepadora; amarillo-redondas de planta enana; amarillo-planas, de vaina grande, de planta trepadora; verdirojizas de vaina grande, de planta trepadora… En fin, un sinnúmero de variedades para satisfacción de todos los gustos… y presupuestos.
Yo -cada uno tiene sus preferencias- soy de los enamorados de la variedad amarillo-plana de planta trepadora.
Para mi gusto, ofrecen una suavidad y una textura de placer de cielo… ¡Si hasta cocidas en agua con sal, escurridas y aderezadas con aceite y vinagre están exquisitas como «ensalada»!.
Mi «summum» de exquisitez supone esta preparación:
Elimino a las vainillas, que han de ser muy tiernas, el hilillo lateral que protege a la vaina; las troceo en dos mitades y las cuezo en agua con sal procurando que queden un poco al dente.
Las escurro y reservo.
Aparte, en sartén con aceite de oliva virgen extra, preparo un sofrito de cebolla (cebollina) picada muy fina y tomate asturiano (tomatín); cuando esté bien pasado, añado jamón serrano picado muy fino (jamonín) y rehogo todo. Este sofrito lo sumo a las vainillas, dejo que de unos hervores suaves, removiendo con cuchara de madera, reposa un rato… ¡y a comer!
A mi me gusta mucho complementar con patatas medianas cocidas, tipo cachelos, y huevos duros cortados en mitades.
Ustedes dirán.