VALCABADO (LEÓN) INDAGA EN SUS RAÍCES, VINCULADAS AL MONACATO VISIGÓTICO A ORILLAS DEL RÍO ÓRBIGO
Abr 25 2016

EL PERITO HISTÓRICO, ASESOR TELEVISIVO Y CRONISTA OFICIAL DE VALDETORRES DE JARAMA (MADRID), MARTÍN TURRADO, DESGRANARÁ EL 30 DE ABRIL LOS ORÍGENES DE LA POBLACIÓN, QUE DATAN DE 956, AÑO DEL PRIMER DOCUMENTO FIDEDIGNO EN EL QUE SE NOMBRA A LA VILLA

Valcabado del Páramo (León).
Valcabado del Páramo (León).

La localidad leonesa de Valcabado del Páramo parece estar cerca de encontrar sus auténticos orígenes, que datan del año 956, año del primer documento fidedigno en el que se nombra a la villa y que se encuentra custodiado en la Diócesis de Astorga. Unas raíces que están vinculadas al monacato visigótico y a la repoblación a orillas del río Órbigo. Un monasterio, dedicado al patrono Santiago, del que ya no queda ni una piedra, pues al ser una infraestructura más bien pequeña, aunque dúplice -con monjes y monjas-, desaparecía cuando ya había cumplido su objetivo: la organización de la sociedad en torno a sus murallas. Así ocurrió en Valcabado, como en otros muchos lugares, cuando éste se cerró. Esos pobladores, según la política de la época, utilizaban después los propios materiales del monasterio para continuar con las construcciones de sus viviendas.

Para conmemorar los 1060 años del primer documento y poder seguir indagando en las profundidades de sus antepasados, Valcabado celebrará dos jornadas, con el patrocinio de la Obra Social de Caja Rural de Zamora, bajo el epígrafe ‘Primo Sollemni Scripto. MLX aniversarium (956/2016) Valcabato’. La primera, el 30 de abril, con una conferencia del perito históric, cronista oficial de Valdetorres de Jarama y asesor televisivo, Martín Turrado, inspector jefe del Cuerpo Nacional de Policía, que ha participado en series como la ‘La España de Víctor Ros’ y la más conocida ‘Águila Roja’. Se complementará, el 28 de mayo, con una recreación teatral, escrita por Mercedes Álvarez, de aquel momento histórico en el que acontece la primera donación que se hace al monasterio dúplice y que da fe del documento que ahora demuestra aquella fundación. Será interpretada por el grupo de teatro Ave Fénix de la localidad.

Turrado calcula que el monasterio pudo fundarse en el año 900 -aunque el primer documento fechado no figure hasta 56 años después- y desaparecer en 1028. Esta fecha de la fundación coincide con la segunda oleada de los mozárabes hacia el norte y con la sublevación de musulmanes ante el emir de Córdoba, lo que les llevó a desplazarse hacia las tierras del antiguo reino de León, «en aquel momento sin explotar». Uno de ellos era Ibn Marwan, «el gallego», como se denominaba a los cristianos del norte de la Península en esa época, pues era su origen y el de sus antepasados.

Al llegar a estas tierras, prosiguió el experto, crearon cuatro basílicas a orillas del Órbigo. Una de ellas, justo la que no se ha podido determinar su ubicación, estaba dedicada a Santa Eulalia, patrona de Mérida, otro de los motivos que respaldan el asentamiento mozárabe en estos lares, tal y como se puede leer en otro documento en la Catedral de Astorga. Las otras tres son la de San Miguel, en Roperuelos del Páramo, San Juan, en San Juan de Torres, y Santiago, en Valcabado del Páramo. Todos ellos han mantenido a éstos como sus patronos.

Encargados de la repoblación comarcal

El colectivo mozárabe implantado en Valcabado fue el encargado de la repoblación de seis pueblos de la comarca: además del lugar de su asentamiento, también organizaron la fundación de Roperuelos, Moscas, San Juan de Torres, Bustillo del Páramo y Mestajas. Una vez conseguido ese objetivo, habitualmente los religiosos emigraban. Este germen fue la planta definitiva del municipalismo y el concejo castellano posterior. «Es la organización política que se mantuvo hasta las Cortes de Cádiz en 1812, momento en que a los municipios se otorgó otra labor y perdieron todo su autonomía», recordó.

Sin embargo, en este caso concreto, según explica Turrado, pudo tener consecuencias para su cierre la crisis interna en la Diócesis de Astorga, causada por la muerte del obispo Pedro.

Es ahí cuando, una vez levantado el monasterio dúplice, con dos naves y una pequeña iglesia con un coro tapiado para que hombres y mujeres no coincidieron, dos matrimonios donaron todas sus propiedades para que fueran custodiados por el abad, llamado Iscam. El documento de esta donación, que se encuentra en la catedral maragata, reza incluso: «Donamos al abad hasta la más pequeña de nuestras gallinas». Estos matrimonios responden también a Iscam y Domna y Abelfaroz y María, nombres mozárabes y cristianos.

Aunque se cree que el monasterio pudo desaparecer en 1028, no es hasta 1070 cuando el nombre de Valcabado aparece por primera vez en referencias, ya separado del monasterio, como había sucedido hasta ese momento. Fue también en una donación al obispo de Astorga de la infanta Doña Sancha de León, esposa de Fernando I. Ambos recibieron sepultura en el Panteón de los Reyes de San Isidoro.

Vida social en el monasterio

El monasterio de Santiago, en el que residían en torno a dos centenares de religiosos, desarrollaban su vida, de forma aneja, otros vecinos que dependían totalmente del funcionamiento monacal y estaban integrados en la comunidad. «Uno de los oficios con gran importancia era el de apicultor», relata Turrado, quien enumera al carpintero, herrero, agricultor y ganadero entre otras profesiones. Los dos matrimonios donantes también residían en el monasterio, de ahí su facilidad para entregar sus propiedades.

Este tipo de fundaciones de tradición visigótica, pero continuada por los mozárabes tras su entrada en la Península Ibérica, arrancaban con un hermano y una hermana que se consagraban a la vida religiosa, con un «compañero» y un sacerdote. A juicio de Turrado, esto les permitió adaptarse a la regla de San Fructuoso, obispo de Braga (Portugal), que regulaba también las relaciones entre abades y abadesas de monasterios próximos, «como seguro que así pasaba entre Valcabado y el resto».

Turrado resalta que los pobladores reutilizaban los materiales del monasterio para continuar con las construcciones de sus viviendas, una vez alcanzada la meta de los fundadores, «algo aún más lógico en Valcabado, donde era complicado encontrar piedra de construcción al ser un páramo». Sólo se respetaba la iglesia del recinto monacal «porque es donde los vecinos se reunían». No obstante, está demostrado que esta población levantó una nueva seo, «posiblemente reciclando el material de la antigua».

Fuente: http://www.ileon.com/ – Juan López

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